No podemos negar que la covid-19 puso en jaque al mundo. Que fue un hecho inesperado para un nuevo gobierno que recién comenzaba, con la correspondiente inexperiencia que esa situación conlleva, y que no era cierto que estaban preparados para gobernar y menos aún en salud.

También debo decir que hasta ahora no hay consenso en el mundo científico sobre cómo enfrentar esta pandemia y que el mundo académico oscila entre la evidencia científica y la experimentación, lo que hace crecer más aún la incertidumbre y da una importante sensación de inseguridad. Recién el 24 de abril la Universidad de la República (Udelar) hizo su primer seminario, multidisciplinario y multiprofesional, en el que se sistematizó la experiencia y los conocimientos obtenidos hasta la fecha.

Pero de esto no quiero hablar; lo que quiero analizar es qué lleva implícito el concepto de nueva normalidad, cuál es su contenido. Se trata de un concepto que surge en medio de la pandemia y como consecuencia de ella o aprovechando las circunstancias.

A simple vista y oído, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, habla de “nueva normalidad” como un fenómeno adaptativo de la humanidad. Se refiere a una nueva forma de vida determinada por la presencia de un virus en la comunidad, muy contagioso y de alta mortalidad. Por este motivo será necesario cambiar nuestros hábitos luego de transcurrida la pandemia.

Parecería que todo queda ahí. Ahora bien, en Uruguay la expresión “nueva normalidad” fue tomada con entusiasmo por el presidente de la coalición de derecha que hoy gobierna. Mirado de forma superficial, suena igual que cuando lo expresa el director de la OMS, pero este concepto se toma en medio de innumerables hechos políticos generados por la coalición de derecha.

Vaya casualidad que durante la imposición del concepto de nueva normalidad se envía la ley de urgente consideración al Legislativo. Una ley ómnibus que tiene 502 artículos que no son todos de urgencia. Si los legisladores trabajaran todos juntos 24 horas durante 90 días de corrido, cada artículo podría ser abordado en 16 minutos. Es totalmente antidemocrático y autoritario, y además es imposible organizar protesta alguna, dada la situación sanitaria que atraviesa el país.

La nueva normalidad implica aceptar una suba de tarifas en medio de una crisis sanitaria nunca vista en el país ni en el mundo. Momento en el que tampoco se puede organizar protesta, lo cual es abusivo.

La nueva normalidad establece las declaraciones de Guido Manini Ríos defendiendo a torturadores de la dictadura como un hecho normal, sin que nadie de la coalición de derecha salga a establecer diferencia de postura; más aún, pareciera que comparten la declaración.

La nueva normalidad establece permanentes cambios de timón en políticas de salud sobre cómo enfrentar la covid-19, que están más referidos a problemas económicos que a la perilla sanitaria. Nombraron un comité científico para la definición de pautas; son excelentes científicos, pero la última palabra la tendrá el presidente de la República. Entonces esta nueva normalidad implica que el rector y policía sanitario, el Ministerio de Salud Pública (MSP), no tendrá la conducción, ni ahora ni en el futuro, de las políticas de salud y que estas quedarán en manos del presidente de la República. Un tanto monárquico.

¿Qué trae la nueva normalidad? Trae la imposición de la dominación, aceptar los conceptos de la clase dominante, la resignación. El concepto de nueva normalidad es entonces la derrota ideológica de la izquierda.

La nueva normalidad es aceptar que se niegue la cadena de radio y televisión al PIT-CNT sin poder esbozar una respuesta. ¿No es esto un abuso de autoridad y un límite a la democracia? Mientras tanto, vemos cómo todos los días tenemos una cadena de televisión del Poder Ejecutivo, que la derecha llama conferencia de prensa.

La nueva normalidad también es decir que la renuncia de 35 técnicos en gestión, por las oprobiosas opiniones que su nuevo jefe expresó, es un delito. No expresar opinión sobre los motivos de la renuncia es lo correcto; se tapa la falta de ética con declaración de delito y de inoportunidad. Cuando además la renuncia se plantea asegurando la transición, el no abandono de lugares de trabajo, y ofreciéndose, si el Ejecutivo lo decidiera, a trabajar donde los requieran en la lucha contra esta pandemia. Este nuevo jefe fue supuestamente obligado a renunciar, pero aún continúa su designación como tal y, si se concretase la renuncia, igual permanecería como adjunto a un vocal del directorio de la Administración de los Servicios de Salud del Estado.

La nueva normalidad es destituir un número cercano a los 50 técnicos con un simple mensaje de texto.

Entonces, ¿qué trae la nueva normalidad en su real contenido? Trae la imposición de la dominación, aceptar los conceptos de la clase dominante, la resignación. El concepto de nueva normalidad es entonces la derrota ideológica de la izquierda. No debemos permitir que la covid-19 sea utilizada como herramienta para generar miedo social. Separemos las cosas: enfrentamos la pandemia con medidas sanitarias, económicas y sociales, pero esto no implica que el actuar juntos nos exija aceptar los designios de la dominación.

Como sabemos, la visión de la salud que impulsó el Frente Amplio es muy diferente de lo que impulsa el actual gobierno en esta área, y gran parte de los buenos resultados que se tienen en esta pandemia son fruto de la reforma de la salud realizada en estos 15 años. Que nadie lo dude.

Las personas de izquierda creemos firmemente en un nuevo día después y no en la nueva normalidad. Ese día después lleva implícito correctas medidas sanitarias que combatan el reinicio de la pandemia, desarrollar a pleno el primer nivel de atención y la estrategia de atención primaria en salud, el fortalecimiento del Sistema Nacional Integrado de Salud y el fortalecimiento del MSP con idóneos en la materia. Creemos en la oportunidad de rescatar valores solidarios, creemos en un mundo mejor que debemos construir entre todos, en volver a tener utopías, en el respeto, y sobre todo creemos en dar la lucha ideológica para desarrollar los conceptos que busquen una solución liberadora de la humanidad.

Daniel Parada fue profesor agregado de Medicina de la Universidad de la República.