El 16 de junio fue destruida la oficina intercoreana en Kaesong. Se cumplía así con las advertencias de Pyongyang. Durante las últimas semanas el gobierno norcoreano había exhortado a Seúl a controlar la amenazante campaña en su contra en proximidades al paralelo 38. Se responsabilizó a los grupos de disidentes norcoreanos presentes en la República de Corea (RC), y se reclamó al gobierno de Moon Jae-in frenar su actividad.

A poco más de un mes de los rumores de la muerte de Kim Jong-un, difundida por medios disidentes, la distensión iniciada en 2018 en la península coreana parece esfumarse. El mensaje elegido por Pyongyang ha sido contundente, y lo dirige no sólo a ambas Coreas sino también a la región y al mundo. Una demostración que no debiera sorprender demasiado, en la medida en que, poco tiempo atrás, imágenes de un sonriente Kim Jong-un rodeado de militares luego de sus exitosos ensayos misilísticos recorrían el globo y servían de antesala para la diatriba tuitera entre él y su homólogo estadounidense.

Luego de la alarmante crisis de seguridad de 2017 y las duras sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los Juegos Olímpicos de Invierno en la RC abrieron el camino al diálogo. Tanto fue así, que Donald Trump en su discurso en 2017 frente a la Asamblea General de Naciones Unidas, pasó de calificar a Kim Jong-un de Rocket man a felicitarlo y alabarlo por su coraje.

Si bien desde la división de la península de Corea a la actualidad hubo diferentes episodios de cooperación entre ambos estados, en 2018 la oficina de enlace en Kaesong lucía como el símbolo del acercamiento. En cierta manera coronaba un proceso en el que se destacaron las cumbres de abril y mayo entre Kim Jong-un y Moon Jae-in, y la de junio entre Kim y Trump.

Claramente, el acuerdo de Panmunjong sobre la paz, la prosperidad y la reunificación de la península de Corea generó una oleada de expectativas excesivamente optimistas acerca del definitivo fin de la guerra de Corea y sobre la desnuclearización y/o reunificación de la península. Este acuerdo ha pretendido sin éxito cerrar el paréntesis abierto con el armisticio de 1953.

La importancia de la ideología

La península de Corea se encuentra en una zona geoestratégica valiosa para actores regionales y no regionales que aún permanecen y mantienen sus intereses desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Si bien la República Popular y Democrática de Corea (RPDC) fue construyéndose bajo la égida del bloque comunista en los albores de la Guerra Fría, la llamada “dinastía Kim” se apartó de la idea estalinista de “monarquías no hereditarias”, al decir Eric Hobsbawn. La particularidad del régimen norcoreano se erigió de la mano del “líder eterno” Kim Il-sung, que formó su carrera militar y política en plena resistencia antijaponesa en base a las doctrinas Juche y Songun, que han modelado el nacionalismo norcoreano.

Hoy Kim Jong-un se apoya en la idea Byugjin, ambicioso pilar ideológico cuyo principal objetivo es alcanzar desarrollo económico y nuclear simultáneos. En tanto, el avance del proyecto nuclear puede percibirse como un obstáculo al desarrollo de una economía muy vulnerable como la norcoreana, lo que se profundiza con las sanciones internacionales y los embates de la covid-19. Este proyecto requiere ciertas contribuciones.

Este 25 de junio se conmemora el 70° aniversario del inicio de la guerra de Corea, momento en que Kim Il-sung y su ejército atravesaron la delimitación del paralelo 38. El armisticio de Panmunjong sólo puso puntos suspensivos al conflicto. Ese acontecimiento es recordado cada 27 de julio en la RPDC como el “Día de la victoria”, mojón para el desarrollo de una paz negativa, concepto que Johan Galtung relaciona con la ausencia de violencia que se garantiza desde lo militar.

Esta paz negativa ha sido fluctuante, si bien se han producido momentos de tensión y crisis de diferente intensidad, en 70 años no ha vuelto a darse una conflictividad tal que pueda entenderse como guerra en términos internacionales. Otro aporte para el análisis del largo proceso de paz negativa coreano puede encontrarse en la idea de paz inestable que propone Andrea Oelsner, en cuanto a que si bien la guerra es parte del pasado, la conflictividad no puede descartarse. El escenario de disuasión y amenazas resultante será manifiestamente securitizado.

La crisis permanente

Es notorio que desde el fin de la política de “paciencia estratégica” que llevó adelante Barack Obama en la zona, con el gobierno de Trump la paz negativa ha alcanzado límites extremos de fragilidad.

En este contexto parece claro que Kim Jong-un sigue apostando a fortalecer su liderazgo buscando acercarse al peso político e ideológico de sus antecesores. Apoyarse en el Partido de los Trabajadores –dejado de lado por más de 30 años– ha sido otra de las estrategias elegidas.

Hasta 2017 el líder norcoreano había hecho de la alternativa ofensiva nuclear un instrumento de legítima defensa frente al riesgo de las maniobras conjuntas de Estados Unidos y RC próximas a su territorio. La RPDC es constitucionalmente desde 2012 un “Estado nuclear”. Si bien durante 2018 la figura de Kim Jong-un se logró “humanizar” ante la región y el mundo, difícilmente su intención apunte a hipotecar la garantía de la supervivencia del régimen que descansa en su programa nuclear, al que se ha apostado durante décadas. La historia enseña que ningún Estado con poder nuclear es proclive a abandonarlo.

De todas formas, Moon Jae-in no abandonará fácilmente su proyecto de pacificación y reconciliación. Probablemente se esfuerce en controlar a los grupos disidentes que provocaron la crisis. Esta tarea no será sencilla, ya que la acción y organización de estos grupos en los últimos tiempos los ha consolidado políticamente.

Los espacios políticos abiertos a Kim Yo-jong –hermana de Kim Jong-un– pueden aportar en la búsqueda a una salida regional de la crisis. Hay varios mensajes en su protagonismo: por un lado, consolida el poder político familiar; por otro lado, habla de quiebre en los estereotipos de género –tema relevante en la agenda internacional actual–, lo que no implica que sea la heredera designada. Es una imagen como tantas otras, incluso como la destrucción de la oficina de Kaesong.

En tanto, Trump ya se convirtió en el primer presidente estadounidense en reunirse con un líder norcoreano, y que con un discurso de desnuclearización total no comprometió ni un ápice su posición estratégica en la zona. Luego del fracaso de Hanoi en 2019, pareciera ser que aquel fue el único objetivo que perseguía. En plena campaña electoral, enfrentando una convulsión social y sanitaria doméstica, confrontando con China y empecinado en defenestrar al multilateralismo, es probable que tenga en agenda otros temas internacionales con mejores oportunidades políticas para él que lo que eventualmente pudiera ofrecerle inmiscuirse en una nueva crisis coreana.

China mantiene una significativa actitud de monitoreo constante –sin intervención directa– durante todo el proceso de la distensión a tres bandas, claramente sopesando su protagonismo en un eventual de tratado de paz, o bien los riesgos latentes en un posible descontrol de la situación.

A 70 años del inicio de la guerra, y a pesar del cambio sistémico pos-Guerra Fría, la permanencia del interés de los mismos actores en la región habla no sólo de la naturaleza de la disputa, sino del valor geoestratégico de la zona, en tanto ninguno de los protagonistas está dispuesto a abandonar ese tablero regional. La crisis permanente parece ser la mejor opción geopolítica para todos los actores.

Mónica Nieves es magíster en Relaciones Internacionales y profesora de Historia de las Relaciones Internacionales de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho, Universidad de la República

Referencias

Boltaina, X (2017). La estrategia de seguridad nacional de Corea del Norte: la respuesta de Pyongyang. XIII Congreso de Aecpa. Disponible en: www.aecpa.es/uploads/files/modules/congress/13/papers/1509.pdf
Galtung, J (1969). “Violence, Peace, and Peace Research”. Journal of Peace Research, v. 6, N. 3 Sage Publications, Ltd. p. 167-191. Disponible en: www.jstor.org/stable/422690.
Hobsbawm, E (1998). Historia del siglo XX. Buenos Aires: Crítica.
Oelsner, A (2009). “La amistad, la confianza mutua y la evolución de la paz regional en el sistema internacional”. Miríada: Investigación en Ciencias Sociales. v. 2, n.3, pp.9-46.