Según cuenta la leyenda, Les Anthony pasó a la historia como el chofer de John Lennon gracias a –cuándo no– Brian Epstein. Paseando por el distinguido barrio de Kenwood, flamante hogar de su protegido, el mánager lo descubrió limpiando el Rolls Royce de sus vecinos y se acercó a preguntarle si la casa estaba en venta. Anthony le contestó que no sabía, que los dueños no estaban, y Brian quiso saber entonces si estaba al tanto de que uno de The Beatles se había mudado al lado. Sí, claro, todo el barrio y Les lo sabían. ¿No le gustaría trabajar para él?, insistió Brian. A Les le pareció una buena idea, así que tocó a su puerta cuando terminó con sus labores del día. Dot, el ama de llaves que Lennon heredó con su nueva casa y que terminaría siendo casi parte de su familia, lo dejó pasar y enseguida los cuatro beatles bajaron al mismo tiempo por la escalera que llevaba al primer piso, como si estuviesen aún en el set de Anochecer de un día agitado, para conocerlo. “John dijo que no sabía qué preguntarme, ya que nunca antes había contratado un chofer”, le contó Anthony a Hunter Davis, el biógrafo del grupo. “Ringo me miró y dijo que, como era grande, podía ser también guardaespaldas. Y eso fue todo, estaba contratado”.

Así fue como el baby que pudo drive el car del beatle entró en su vida una tarde de 1965, cuando el legendario Rolls de Lennon todavía estaba pintado de negro. Totalmente de negro, a la manera del Paint It Black, de The Rolling Stones. Eso fue lo que pidió John, y lo único que no terminó de ese color fue el radiador, ya que los mecánicos le advirtieron que la pintura se derretiría. Anthony contó que fue Ringo el que tuvo la idea de decorar el Rolls como lo recuerda la psicodélica leyenda, luego de pasar al lado de un parque de atracciones donde había unos carromatos gitanos. Primero fue decorado de apuro con spray amarillo, y más tarde recibió el trabajo de pintura correspondiente. Toda una declaración de principios, como supo darse cuenta –según recordaba Les– aquella anónima y britaniquísima señora que, levantando su paraguas a modo de arma, les increpó, indignada, cómo se habían atrevido a hacer eso con un Rolls.

Fueron siete los años que Anthony estuvo al servicio del más miope de los Beatles –esa era la razón por la que necesitaba un chofer–, empezando con su mudanza a la mansión de Kenwood, donde vivió con Cynthia y Julian. Un capítulo de su vida que se cerró cuando su empleador se instaló con Yoko en Nueva York, llevándose a su legendario auto consigo. Lennon terminaría donándolo como parte del arreglo con el que canceló su deuda impositiva en Estados Unidos, y hoy en día descansa en el Royal British Columbia Museum de Victoria, Canadá. Pero mientras sus ruedas giraron de aquel lado del Atlántico, Les siempre estuvo al volante. No sólo fue el encargado de hacerlo pintar, sino que estuvo ahí tanto cuando Lennon fue a retirar su condecoración de la corona británica como durante su estancia en Almería, España, filmando la película Cómo gané la guerra. “Había arena por todos lados, así que los niños del lugar solían escribir ‘el beatle’ sobre la arena que se juntaba sobre nuestro coche”, recuerda Anthony, citado por Davies en su fascinante libro The John Lennon Letters, que por supuesto incluye la carta con la que John le comunicó cariñosamente que ya no necesitaba sus servicios, y lo invitaba a escribirle en el caso de necesitar referencias de algún tipo y le dejaba saludos a su mujer y sus hijos. Con el tiempo, el chofer vendería la carta en una subasta. “No sé cuánto me dieron por ella, pero no fue mucho”.

Si estamos hablando hoy de Les Anthony es porque falleció hace unas semanas debido a complicaciones con el Alzheimer, a los 87 años. Su familia contó que siempre les hablaba de aquella época con mucho cariño, y cada tanto revelaba alguna anécdota, como que Lennon solía recibirlo desnudo, una costumbre a la que Les no daba mayor importancia, ya que la consideraba parte de la cultura de la época. A diferencia de otros empleados del grupo, que fueron dejando crecer su pelo y terminaron vistiéndose como sus particulares empleadores, Anthony –un ex guardia galés, uno de los regimientos de granaderos que forman parte del Ejército británico– nunca cambió su vestimenta ni su corte de pelo.

Los obituarios publicados en la prensa británica ante la noticia de su muerte destacaron que Les terminó siendo amigo de Ringo, consideraba a George todo un caballero y no le tenía demasiado cariño a Paul, porque lo recordaba como tacaño. Sus hijos también evocaron la mejor anécdota de aquellos años de beatlemanía: sus compañeros de escuela no les creían que su padre era el chofer de The Beatles hasta que un día los llevó a la escuela manejando el famoso Rolls, y hubo fotos del grupo autografiadas para todos.