“Queremos transmitirles la preocupación que tienen el presidente y el ministro de Defensa con respecto al procesamiento que se dio en el día de ayer de un soldado retirado del Ejército”, dijo el ministro de Defensa Nacional, Javier García, este jueves al salir de una reunión en la Torre Ejecutiva con el presidente de la República, Luis Lacalle Pou.

El soldado es Leonardo Vidal, procesado por el homicidio del tupamaro Nelson Berreta, ocurrido el 15 de julio de 1972. Vidal mató por la espalda a Berreta cuando este intentó darse a la fuga, esposado, durante un traslado que solicitó para intentar burlar a sus captores, según consta en la ficha de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente.

En declaraciones recogidas por El País, García cuestionó que el procesamiento, solicitado en 2018 por el fiscal de Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, se produzca “casi 50 años después del episodio que motivó el procesamiento”. “Hace 48 años atrás, recibiendo una orden en un operativo en la calle, utiliza su arma, dispara y muere una persona que estaba detenida. El mensaje que queda planteado [es]: ¿qué puede razonar un soldado si sabe que cumpliendo una orden que le da el Estado, que le dan sus jerarquías, el día de mañana termina siendo juzgado y preso? Es un mensaje que nos preocupa y afecta las tareas y el funcionamiento”, afirmó el jerarca.

Consultado por la diaria, Perciballe manifestó que “si Fiscalía pidió el procesamiento es porque había elementos de sobra” y que “si lo procesaron, por algo habrá sido”. Asimismo, opinó que “es al revés de lo que se plantea: lo lamentable es que se lo procese 48 años después”.

“La jueza lo procesó como procesa a cualquier ciudadano de este país, ¿cuál es la diferencia? Estamos hablando de un homicidio, no de cosas menores”, sostuvo el fiscal. Por otra parte, Perciballe explicó que del expediente surge que Vidal “le dio muerte por la espalda con una ráfaga de metralleta a alguien que estaba esposado y corriendo”. “Hay que ver que este es un delito de lesa humanidad, que no prescribe, y por tanto esto ocurre y seguirá ocurriendo”, enfatizó.

Por su parte, Ignacio Errandonea, hermano del detenido desaparecido Juan Pablo Errandonea e integrante de la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, consideró que “la violación a los derechos humanos, sea hoy, mañana o ayer, es una violación a los derechos humanos”. Errandonea criticó las declaraciones del ministro de Defensa y consideró que el jerarca “debería aclarar su mensaje, porque es confuso, y dejar en claro si está bien ejecutar a un prisionero si se recibe una orden”. “Me parece que ahí el ministro le está errando”, apuntó. Además, consideró que “los militares y policías tienen que tener miedo, porque en Uruguay no existe la pena de muerte, por lo tanto no se puede asesinar a un detenido”. García había declarado que los soldados hoy “están expuestos” dado que “por orden del Estado están llevando adelante operaciones complejas y riesgosas”, por ejemplo, en la frontera, “enfrentando al narcotráfico y al contrabando”.

Errandonea no considera un atenuante del delito el hecho de que Vidal estuviera cumpliendo órdenes de superiores: “La obediencia debida no exime del delito. Los nazis decían lo mismo, y los juzgaron igual, y está bien, porque es la única forma de generar anticuerpos como sociedad para protegernos”, reflexionó. Por otra parte, insistió en que el asesinato de Berreta fue un crimen de lesa humanidad, lo cual lo hace imprescriptible: “Si no se lo pudo juzgar antes fue porque hubo dictadura y ley de caducidad, y recién ahora tiene que rendir cuentas. Gozó de demasiada libertad frente al crimen que cometió”, aseveró.

Berreta integraba el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) y fue detenido el 14 de julio de 1972 por las Fuerzas Conjuntas. Durante el interrogatorio posterior a su detención, intentó burlar a sus captores y se ofreció a colaborar, para encontrar una oportunidad para darse a la fuga, según señala la ficha de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente. Fue trasladado en una camioneta hacia dos supuestos locales del MLN-T y al llegar a la intersección de las calles Capitulares y Casavalle solicitó descender del vehículo, para lo cual fue autorizado. Descendió esposado y fue seguido por dos custodias, hasta que en un momento comenzó a correr al grito de “déjenme ir, no quiero volver”. El teniente Sergio Velazco ordenó abrir fuego y Berreta fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora que le dio muerte. Vidal portaba el arma que lo mató.