El 27 de junio de 1973, el entonces presidente Juan María Bordaberry decretó la disolución del Parlamento, con el apoyo de las Fuerzas Armadas. En la madrugada de ese día, el Secretariado de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), presidido por José Pepe D’Elía, se reunió en el local de la Federación del Vidrio, en la Teja. No había dudas; el golpe de Estado sería rechazado, y la dirección de la CNT decretó la huelga general. La medida se extendió hasta el 11 de julio, en medio de una dura represión, muertes, desapariciones, prisión y despidos.

El sábado, el PIT-CNT y la Intersocial convocaron a una movilización para recordar aquel hito histórico 47 años después. La propuesta consistió en dos caravanas que confluyeron en la plaza Lafone, en La Teja. Una partió desde la Universidad de la República, la otra desde la plaza Huelga General, que lleva el nombre en homenaje a este suceso y forma parte del complejo conocido como Intercambiador Belloni, en la Curva de Maroñas. La hora de salida estaba pautada para las 11.00.

El secretario general del PIT-CNT, Marcelo Abdala, dijo a la diaria que para la central sindical es “muy importante mantener viva la memoria de lo que fue la huelga general y toda la resistencia a la dictadura, que duró toda la dictadura”. Manifestó que la actividad tenía tres propósitos: reafirmar “la democracia y el papel que cumplió la clase trabajadora” en ese momento; “una exigencia de nunca más terrorismo de Estado y la necesidad de seguir luchando contra la impunidad”, y reafirmar el compromiso de los trabajadores para ir a una democracia cada vez “más profunda, que también resuelva el trabajo de calidad, el salario, la vivienda, la salud y la educación”.

Abdala sostuvo que este es un año particular porque el país está atravesando una emergencia sanitaria que condiciona las formas de expresión ciudadana, y además, en el Parlamento se está discutiendo la ley de urgente consideración (LUC), en que “se está cuestionando el derecho a huelga” y puede “haber recortes individuales desde el punto de vista de algunos planteos vinculados a la seguridad”. Asimismo, dijo que en el contexto de pandemia el gobierno “todavía no está atendiendo como corresponde las necesidades sociales” y, por lo tanto, “la discusión, el debate público y la acción vinculada a qué tipo de democracia queremos es bien importante”.

La integrante del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT Laura Alberti manifestó que además de conmemorar la fecha, la movilización muestra la fortaleza del movimiento sindical, que en el contexto actual está tomando el lugar de la “voz del pueblo”: “Estamos un poquito al frente, rodeando todo lo que es la solidaridad, las ollas populares”, sostuvo. También, dijo Alberti, “somos la voz de aquellos que sienten que no son reconocidos o apoyados por los que deberían hacerlo, como el Poder Ejecutivo: madres solas, pequeños productores y pequeños emprendedores, que a partir de la emergencia sanitaria se quedaron de un día para el otro sin nada”.

30 minutos antes de la hora de partida, la plaza Huelga General todavía no estaba llena. Un par de ómnibus con banderas colgadas esperaban para emprender camino y en la esquina de enfrente se desplegaba una bandera del PIT-CNT. Unos pocos aguardaban sobre la vereda dando pasitos o moviendo los pies para aguantar el frío, mientras que otros conversaban. Sosteniendo un pañuelo rojo sobre el que se leía “No a la LUC, 47º aniversario de la heroica huelga general” estaba Marcela, una vecina del barrio que se arrimó a apoyar la causa con algunos compañeros. “Lo que se está sosteniendo es la resistencia a la represión y el nunca más. La huelga general significa la lucha contra el autoritarismo y la dictadura”, dijo a la diaria. A sus 43 años, era el primer año que elegía para manifestarse, y no parece casualidad. Para Marcela, la LUC implica un “retroceso” en varias “conquistas y luchas” y, en ese sentido, reivindicó la necesidad de estar presente en estos espacios.

A unos metros estaba Yolanda. En sus 76 años de vida no se ha perdido ningún acto de conmemoración de un 27 de junio para reivindicar la memoria y rechazar el golpe de Estado. “Tenía 20 y pocos años cuando aquello ocurrió”, contó. Yolanda estuvo presente en varias luchas contra la represión dictatorial, y expresó con un dejo de tristeza: “Por suerte algunos pudimos salir, otros quedaron por el camino”. Además de toda esa carga emocional, este año la manifestación cobró una mayor importancia por “todo lo que está pasando”: “La miseria que hay y el hambre”, sostuvo Yolanda. Levantó la vista y vio a su esposo a unas cuadras, y decidió ir a buscarlo para fundirse en un abrazo con él.

Washington Fernández es el compañero de vida de Yolanda. Participó en la huelga general desde una fábrica textil. En la plaza hay una galería subterránea con una exposición que rinde homenaje a la huelga. Compartió varias anécdotas con la diaria de aquel momento, entre la tristeza de los compañeros que ya no están, lo que significaron los años oscuros de la dictadura y la fortaleza del movimiento sindical, que aún lo llena de orgullo. Se detuvo un momento y señaló con el índice a un joven en una foto: “Ese soy yo”, dijo, y con el mismo dedo apuntó a un amigo que no olvida y la tristeza inundó el ambiente, pero de alguna manera las comisuras de su boca estaban un poco levantadas. Afuera caían algunas gotas de lluvia. La caravana se preparaba para partir.

“Nunca más”

En la plaza Lafone decenas de personas aguardaban la llegada de las caravanas. La mayoría usaba tapabocas, pero era difícil respetar el distanciamiento social. Los pañuelos y banderas llenaban de color el lugar, y la leyenda que más se repetía era: “Nunca más”, incluso en los tapabocas.

Cuando llegaron el ex presidente José Mujica y la ex vicepresidenta Lucía Topolansky, la gente se conglomeró a su alrededor. Querían tomarse fotos, pero respetaron la distancia y entonaron algunos cantos: “Olé, olé, olá, olá, si este no es el pueblo, el pueblo el pueblo dónde está” y “lucha, lucha, no dejes de luchar por un gobierno obrero, obrero y popular”. El rato iba pasando entre mates y tortas fritas. Música de fondo. Bizcochos y choripanes. Conversaciones aquí y allí. Venta de libros, ropa y más tapabocas. Carteles que se levantaban en cada esquina y todo huequito que había.

“47 años huelga general, democracia es más y mejor educación”, decía un cartel sostenido por dos jóvenes. La firma pertenecía al gremio estudiantil del Liceo 9. Era la primera vez que los jóvenes del liceo se organizaban para esta actividad, contó Lucía. Eran al menos cinco, entre 16 y 17 años. Para los estudiantes la participación de generaciones jóvenes en estas actividades es de suma importancia: “Es como llevar a la realidad la frase ‘los jóvenes somos futuro’. Más que eso, somos los que construimos ese futuro en el presente, y es importante que la juventud tenga participación en la memoria y justicia y generar esa conciencia”. “Si bien es grande la cantidad de jóvenes que están participando, nos gustaría que fueran más, y seguir generando esa consciencia desde los gremios y las causas sociales”, expresó Lucía.

Las hijas y los hijos

En la plaza había un grupo de mujeres vendiendo tapabocas. En una de las caras se leía “Nunca más”, y del otro lado decía “Memoria en libertad. Niños y adolescentes víctimas del terrorismo de Estado”. Las mujeres pertenecen a una organización de hijos, hijas y sobrinos de ex presos políticos, exiliados y asesinados durante la dictadura, contó a la diaria Paula Gándaro (48 años). Las fundadoras se juntaron por primera vez en 2008, pero fue recién en 2018 cuando concretaron su trabajo, porque “era necesario ser visibilizadas”, ya que al hablar de dictadura “hay un gran universo de hijos, sobrinos, nietos que no son contemplados y que padecieron el terrorismo de Estado en ‘distinto lugares’ como el barrio, el pueblo, la escuela, las visitas a las cárceles y los allanamientos”, dijo Loreley Omar, de 55 años.

Omar comentó que desde la organización están llevando adelante una demanda, con el abogado Juan Cerretta, “para denunciar los malos tratos y abusos que hubo durante las visitas [a sus familiares] en el Penal de Libertad y en Punta de Rieles”. También denuncian “casos de hijos y hijas que han sido violados y torturados en sus casas”, señaló Omar. El objetivo es visibilizar esta situación y “reclamar” el apoyo psicológico, psiquiátrico y de salud que el gobierno les quitó: “Queremos una reparación y que el Estado nos pida disculpas”.

En esta fecha, este grupo de hijas de presos políticos durante la dictadura recuerda “la lucha de toda esa gente que llegó a dar hasta la vida por soñar con un mundo mejor, por querer que se respetaran la enseñanza, la vivienda, la salud”, lucha que ahora ha quedado en sus manos.

Radio Abierta

El Parlamento, la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) y el Zonal Aguada del PIT-CNT realizaron el sábado en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo el programa periodístico Radio abierta. Conducido por periodistas afiliados a APU, el espacio contó con la participación presencial y virtual de dirigentes sindicales y legisladores que recordaron el golpe de Estado y la huelga general. Por medio de un video adhirió también la presidenta de la Asamblea General, Beatriz Argimón, quien llamó a las nuevas generaciones a renovar esfuerzos para preservar y cuidar la democracia.