En un momento en que la información sanitaria es clave, la posibilidad de acceder a ella es crucial. Aunque esto parezca obvio en una sociedad atiborrada de redes y formas de acceder a datos de forma sencilla, en este caso se puede complicar a raíz de la barrera idiomática.

Por poner una referencia, la herramienta de traducción de Google, que sería una de las primeras en las que pensaríamos para acceder a documentos en otros idiomas, maneja un total de 108 idiomas. Sin embargo, según datos de SIL International (de Summer Institute of Linguistics, una organización cristiana que tiene entre sus fines recopilar información sobre lenguas poco conocidas), cerca de 200 idiomas son hablados por al menos un millón de personas.

Para facilitar el acceso a la información sobre covid-19 a estas poblaciones se han generado diversas iniciativas. Por ejemplo, la propia SIL International ha generado en su página web materiales para traducir frases como “lávate las manos” en la mayor cantidad de idiomas posible. Al momento de redactar la nota se lleva traducida esta frase a 602 lenguas, pero este número aumenta dinámicamente.

Evidentemente Google también vio el problema al que se enfrentó y se ha asociado a universidades como Carnegie Mellon y Johns Hopkins y empresas como Facebook o Microsoft para resolverlo. Estos actores llevan adelante el proyecto TICO-19, cuyo horizonte es proveer datos de traducción sobre la enfermedad que puedan ser interpretados por una máquina. Esto permitirá, por ejemplo, que las diversas plataformas existentes puedan traducir sus sitios o aplicaciones de forma automatizada y rápida.

Un detalle no menor es que todos los recursos generados a partir de esta iniciativa son liberados bajo licencia Creative Commons, por lo que pueden ser usados libremente citando el origen.

Idiomas del sur

También existen organizaciones que han trabajado desde hace mucho tiempo, como SIL, que han colaborado con poblaciones particulares. Es el caso de Wuqu’ Kawoq-Alianza Maya para la Salud, organización guatemalteca que trabaja desde 2007 en las zonas más empobrecidas del país centroamericano atendiendo necesidades médicas. Uno de los aportes a esta comunidad consiste en trabajar para encontrar palabras en idiomas y dialectos locales que designen enfermedades. Un ejemplo emblemático surgió al haber desarrollado una palabra para describir la diabetes en la lengua maya kaqchikel. Esta palabra, kab’kïk’el, en español se traduciría como sangre dulce.

En el contexto de la pandemia de covid-19, la organización se ha puesto a la orden funcionando como articulador en las llamadas de telemedicina que se realizan haciendo la traducción simultánea. A su vez, se han encargado de producir y realizar programas radiales en lenguas maya para replicar esta información, ya sea en formato podcast como para emitir en emisoras locales. Se hace de la segunda forma porque estas poblaciones están radicadas principalmente en zonas rurales, donde la radio sigue siendo el medio más efectivo para difundir estos datos.

Estos son dos de los tantos proyectos que existen, pero afortunadamente hay muchos más y siguen surgiendo a lo largo y ancho del planeta.