Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La jornada de ayer se desarrollaba sin grandes acontecimientos locales cuando se informó sobre la detección en Montevideo de ocho casos nuevos de covid-19, vinculados con contactos mantenidos hace días en la mutualista Médica Uruguaya por una persona que ahora tiene esa enfermedad viral. Esta persona había estado internada unos días en la institución por otra causa, y volvió a ingresar una semana después con covid-19; se testeó a quienes habían estado cerca de ella, y se confirmaron los contagios.

En estos casos el rastreo retroactivo da resultados frondosos y determina abundantes cuarentenas, porque el personal de la salud suele estar en contacto con mucha gente, y es habitual que trabaje en varias instituciones (como pasa, por ejemplo, con los docentes de secundaria).

La mitad llena del vaso es que, en Uruguay, un brote de ocho casos mueve la aguja. De todos modos, el hecho puede ser útil para que tengamos presente la necesidad de no abandonar la cautela, que en varias áreas de la vida social se nota crecientemente descuidada. Esta enfermedad continúa su expansión mundial, no se dispone todavía de una vacuna y nuestra situación relativamente privilegiada, incluso en relación con países cercanos, no está garantizada si no nos hacemos cargo de mantenerla.

Acerca de esto, es útil considerar realidades como la del transporte cotidiano en ómnibus. Es sabido que una de las precauciones recomendadas es la de mantener una distancia física de dos metros entre las personas en los espacios públicos, pero resulta obvio que esto no sucede en el transporte colectivo, donde a menudo hay coches con gente de pie y aglomerada.

El director de Transporte de la Intendencia de Montevideo, Gonzalo Márquez, asume que no hay posibilidad material de otra cosa, y que tampoco la habrá cuando toda la flota de ómnibus vuelva a circular. Más razón para mantener los cuidados que sí son posibles, incluyendo el uso de tapabocas dentro de los coches, que a veces no se cumple, y también para considerar qué se supone que deben hacer los trabajadores del transporte ante las infracciones, o con qué recursos cuentan para hacerlo.

Y ya que hablamos de recursos, derivamos fácilmente hacia el debate en ciernes sobre el proyecto de presupuesto para los próximos cinco años. La ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, dijo ayer que el Poder Ejecutivo no quiere mejorar los resultados fiscales porque les asigne valor en sí mismos, sino porque es necesario para mantener las políticas en general, y en especial las sociales.

Esto parece basarse en una tesis reiterada por los actuales gobernantes cuando hacían campaña electoral: el déficit se debe a “despilfarros”, y puede ser abatido sin recortar nada necesario.

Sin embargo, no parece ser esa la intención de varias medidas que ya se han adoptado en instituciones públicas, o del decreto que dispuso, genéricamente, cubrir sólo parte de las vacantes en el Estado y reducir 40% el pago por servicios contratados.

Habrá que ver el proyecto presupuestal del Ejecutivo para saber de qué estamos hablando en realidad, pero en esto, también, es muy importante estar precavidos.

Hasta mañana.