No hay un criterio único para decidir dónde duerme el perro (o los perros) de la casa. A algunos dueños les gusta tenerlos en un colchoncito, a otros en la cama y a otros en el jardín. Esto último se ha vuelto una tendencia muy popular entre las personas honestas que temen ser víctimas de algún robo. Si nuestro perro tiene un pelaje que lo proteja del frío, no hay inconvenientes. Pero si no lo tiene, la situación se vuelve un poco más complicada. La posibilidad de ponerle una caseta es tentadora, pero no hay que olvidar que, a pesar del cambio que experimentó el país en 2020, la bancada marxista dictatorial del Frente Amplio aún es lo suficientemente grande como para bloquear la reforma constitucional que habilite los allanamientos nocturnos. Por ahora, y seguramente por cinco años más, tener una caseta para el perro en nuestro jardín es casi una invitación para que los delincuentes instalen allí una boca de pasta base y comercialicen su droga al amparo de la complicidad progresista. Así que si nuestra mascota tiene pelo ralo, deberemos contentarnos con ponerle un abriguito.