Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Muchas miradas se concentraron ayer en Washington, donde partidarios de Donald Trump fueron incitados por él a presionar para que el Parlamento no validara la victoria de Joe Biden, y llegaron a irrumpir violentamente en la sede del Poder Legislativo, antes de que la Policía los dispersara en el marco de un toque de queda.

Pero también hubo noticias nacionales de importancia, y en varios casos alertaron, al igual que las procedentes de Estados Unidos, sobre los riesgos de poner los relatos partidistas por encima de los hechos.

Desde el oficialismo se insiste en vincular el aumento de los casos de covid-19 con la realización durante el año pasado de movilizaciones sociales, cuya responsabilidad se atribuye al Frente Amplio. Sin embargo, el “estricto seguimiento epidemiológico” del que se nos informa todos los días no ha aportado ninguna evidencia que sugiera esa conexión, y el Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de covid-19 no tiene registrados indicios de que exista.

En materia de relatos, cada persona puede proponer o aceptar el que más le plazca, pero los datos duros merecen un poco de atención. El mes pasado, ante la notoria aceleración en el aumento de casos de covid-19, el Poder Ejecutivo adoptó una serie de medidas y el Parlamento aprobó restricciones del derecho de reunión y del ingreso al país (incluso de uruguayos).

La situación sanitaria sigue complicada: si bien se desaceleró la propagación del virus, su crecimiento se mantiene en niveles riesgosos y sigue marcando récords. Sin embargo, ayer el presidente Luis Lacalle Pou anunció que no habrá ningún refuerzo de las medidas de prevención: algunas se prolongarán y otras se aflojarán.

No debería hacer falta reiterar que, hasta el momento, es una incógnita cuándo podrán comenzar las vacunaciones, y que su inicio de ningún modo va a causar un cambio súbito. Por lo tanto, tenemos por delante un buen trecho en el que todo dependerá de las precauciones, mientras los efectos económicos y sociales de la crisis se acumulan, pero nada indica que el Ejecutivo tenga alguna intención de destinar más recursos a reducirlos. Esto no hay relato que lo disimule.

Hay, sí, intentos de disimular otros hechos tan obvios como previsibles. El presidente dijo ayer que, en la puja internacional por acceder a vacunas, “Uruguay está tratando de colarse entre los grandes”, y alegó que la mejor manera de lograrlo es avanzar en las negociaciones sin violar acuerdos de confidencialidad. Pidió que le creamos que esto “es por el bien de los uruguayos”, pero aun con la mayor voluntad de confiar en él cabe, por lo menos, acotar que no debería sorprenderle la cruel competencia en los mercados mundiales.

Incluso en la pequeña escala local, los intereses económicos no suelen frenarse por consideraciones sobre derechos. Una delegación de la Asociación Nacional de Broadcasters Uruguayos (Andebu) advirtió en el Parlamento que puede haber juicios contra el Estado si, al garantizar espacios de publicidad electoral gratuita, se les quita a las emisoras de radio y televisión “el único sustento que tienen”.

Hasta mañana.