Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Los debates políticos tienden a desarrollarse cada vez más con las reglas de las redes sociales, y esto es especialmente perjudicial para el intercambio sobre problemas complejos. Por ejemplo, el de la sindicalización en la Policía.

Lograr la existencia y el reconocimiento de esa sindicalización costó décadas de esfuerzos, muy resistidos desde la derecha, y en la actualidad la situación no es la ideal, ya que coexisten varias organizaciones, lejos de la unificación y con sólo una de ellas dentro del PIT-CNT. Esto representa, de todos modos, un avance, pero no todos lo valoran así.

Los sindicatos policiales expresan las opiniones de quienes los integran, y esas opiniones no están en total sintonía con las que predominan en otros grupos de trabajadores. No debería sorprender a nadie, ya que en cualquier sector de actividad hay prácticas e ideas naturalizadas que desde fuera parecen insostenibles.

Aun menos sorprendente es que en la Policía exista una poderosa y antigua ideología, propiciada por los jerarcas y reproducida en la cultura interna. Lo mismo sucede en las Fuerzas Armadas y en cualquier otro grupo de trabajadores cuya disciplina y lealtad resultan cruciales para quienes ejercen el mando.

Hace un tiempo que venía creciendo la tensión entre el Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo (Sifpom), que integra el PIT-CNT, y otros a los que se suele llamar radicales. Esto se debe en parte a posiciones adoptadas por el primero, que resolvió no hacer campaña por el referéndum contra la ley de urgente consideración y defendió la actuación policial en la plaza Liber Seregni el 1º de noviembre. La situación tiene algo de paradójico, porque es frecuente que las corrientes “radicales” sostengan que el PIT-CNT no es en realidad una central y reivindiquen un importante margen de autonomía para cada sindicato.

Anteayer, en una reunión de la Mesa Representativa del PIT-CNT, hubo una mayoría de 14 votos contra 13, con seis abstenciones y una decena de ausentes, para suspender al Sifpom hasta el próximo congreso. Entre los votos negativos estuvieron el de Fernando Pereira, presidente, y Marcelo Abdala, secretario general. La decisión será reconsiderada y muy probablemente se dejará sin efecto, pero la cuestión de fondo requiere, obviamente, una reflexión que abarque todas sus contradicciones y matices, con visión de largo plazo.

Un ejemplo de esas contradicciones, y a la vez de que ha existido un avance, es que el ministro del Interior, Jorge Larrañaga, salió en defensa del Sifpom para criticar la decisión de la Mesa Representativa, sin cuestionar la existencia de un sindicato que organiza a sus subordinados.

Otro problema complejo tiene que ver con la presencia en el escenario político de Cabildo Abierto. No caben muchas dudas acerca de la orientación ideológica de su conductor Guido Manini Ríos y de la gran mayoría de sus dirigentes. Sin embargo, también es obvio que esa orientación ideológica incluye algunos ingredientes no alineados con las posiciones predominantes en el Partido Nacional (entre ellos, paradójicamente, cierta forma del nacionalismo).

Algunas ideas de CA pueden tener puntos de contacto con parte de las del Frente Amplio (FA), y ambos partidos compiten por la preferencia de ciertos sectores sociales. La cuestión es si, ante la estrategia de los cabildantes para marcar su perfil y seguir creciendo, el FA está dispuesto a cooperar para que el oficialismo se fracture.

Hasta mañana.