Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El presidente Luis Lacalle Pou parece haber decidido que los mensajes a la población del Poder Ejecutivo se refieran sólo a parte de lo que ocurre, haciendo de cuenta que los datos de la realidad cotidiana son en su mayoría esperanzadores o, en el peor de los casos, resultado de factores negativos incontrolables, que a su tiempo serán superados.

De acuerdo con ese relato, nunca hubo nada parecido a un error del gobierno nacional: en cada momento se han tomado las mejores decisiones posibles, todas ellas en el marco de una planificación racional y oportuna.

Si diéramos por buena esa versión mejorada de lo que sucede en el país, podría parecer razonable que anteayer, en una reunión entre representantes del Poder Ejecutivo y del Congreso de Intendentes, el tema no haya sido la cantidad de muertes por covid-19 o la sobrecarga de los servicios de salud, sino los criterios para implementar el programa de “jornales solidarios”.

Ayer, en conferencia de prensa, el presidente se centró en anunciar los primeros pasos de un retorno “seguro y responsable” a las clases presenciales, que todavía no sabemos cuándo podrá concretarse por completo. Ante las preguntas sobre los problemas sanitarios, alegó que, si bien él no se siente conforme, tampoco estamos tan mal como algunos preveían, porque no hemos llegado a tener 5.000 nuevos diagnósticos por día.

También destacó que no se ha producido una saturación de los CTI, porque los esfuerzos realizados por el Poder Ejecutivo permitieron aumentar la cantidad de camas disponibles. Anteayer, representantes de la Federación Médica del Interior y del Sindicato Médico del Uruguay señalaron en el Senado que con esto no basta, y que la sobrecarga en todos los niveles de atención de salud está influyendo en la cantidad de muertes. Ayer el CTI del Hospital de Clínicas tenía todas sus camas ocupadas. Esos datos, que no encajan en el relato optimista, son omitidos, al igual que el riesgo de que la presencia de variantes del virus que causa la covid-19 contrarreste efectos de la vacunación.

Todo esto responde, por supuesto, a una decisión política, que le da prioridad absoluta a proteger la imagen del gobierno nacional y mantener buenos niveles de aprobación por parte de la ciudadanía. Una de las consecuencias perjudiciales de aplicar ese criterio a lo relacionado con la pandemia es que, con tanta insistencia en que el panorama es auspicioso, se debilita mucho la capacidad de alertar a la ciudadanía sobre la necesidad de cuidarse. Muchas personas pueden pensar que, si estamos tan bien y tan cerca de un final feliz, es legítimo aflojar las precauciones.

Están también, por supuesto, quienes no pueden elegir cuidarse como deberían, porque carecen de los medios necesarios y se ven obligados a mantener actividades de subsistencia. A esas personas tampoco las ayuda mucho la narración optimista, pero su principal problema es arreglárselas con escasos o inexistentes apoyos estatales.

“Nuestra ilusión es que a mediados de mayo haya causado efecto la vacunación masiva”, comentó Lacalle Pou. De ilusiones también se vive y, en decenas de casos diarios, se muere.

Hasta mañana.