Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Es complicada la situación del Partido Colorado (PC). Se mantiene en un papel secundario desde que terminó el gobierno de Jorge Batlle, no ha podido avanzar por caminos nuevos, y carece hoy de líderes con proyección de futuro.

En las elecciones nacionales de 1999 logró 32% (igual que en 1994), y Batlle le ganó el balotaje a Tabaré Vázquez. En 2004 cayó en forma dramática a 10,4%. En 2009, con Pedro Bordaberry como candidato a la presidencia, repuntó pero tuvo sólo 17%, lejos del Partido Nacional (PN). En 2014, de nuevo con Bordaberry, descendió a 13%, y en 2019, con Ernesto Talvi, bajó un poquito más, a 12,5%.

De todos modos, el triunfo de Talvi en las internas cambió la configuración del PC. Todo indica que hubo una fuga de votantes por la derecha, que benefició en buena medida a Cabildo Abierto (CA) pero fue casi compensada por ingresos desde el centro e incluso el centroizquierda, a costa del Partido Independiente y de sectores del Frente Amplio (FA).

Fue algo digno de estudio, porque esas migraciones se produjeron con dos bloques internos encabezados por Julio María Sanguinetti y por Talvi, quien no estaba precisamente en el ala izquierda del coloradismo, pero hay que tener en cuenta el contexto general.

CA, muy atractivo para los votantes de derecha pura y dura, compitió además con el PC por la preferencia de sectores populares conservadores (e incluso reaccionarios) pero no antiestatistas. La ausencia de Bordaberry y la relación de fuerzas dentro del PN hicieron que los colorados tuvieran más chance de ser percibidos como una opción relativamente centrista.

El PC podía pensar en proyectarse, en un estilo clásicamente sanguinettista, como alternativa a los “extremos” del FA y el PN (tomando distancia de los blancos como en lo referido al acuerdo con Katoen Natie), pero Talvi se alejó de la política, y Sanguinetti quedó en una posición tan predominante como infecunda. Su edad lo descarta para 2024, y nunca se caracterizó por promover a nuevas figuras potentes.

Ciudadanos no tiene una jefatura clara ni líderes con gran capacidad de convocatoria. En el sector de Sanguinetti hay gente con muchos años de segundo plano, que va camino a retirarse (como José Amorín Batlle) o parece haber llegado hace tiempo a su techo (como Tabaré Viera).

De los ministros, Adrián Peña no ha tenido una gestión muy destacada, y Germán Cardoso ha sido noticia por distintos problemas, que no sólo se relacionan con las dificultades del sector turístico por la pandemia (y recordar los favores que le pedía al comisario Fernando Pereira). Acaba de ser cesado Carlos María Uriarte, que fue noticia sobre todo por algunos exabruptos.

Quedan, en el terreno de la especulación, dos opciones problemáticas: el regreso de Bordaberry, que sería como dar marcha atrás, y un intento dinástico con Julio Luis Sanguinetti, que probablemente enfrentaría resistencias mucho mayores que el ascenso de Luis Lacalle Pou en el PN.

Sin una jefatura clara, las iniciativas de figuras coloradas menores tienen orientaciones ideológicas muy diversas y no muestran una imagen partidaria coherente. Guido Manini Ríos se debe estar frotando las manos.

Hasta mañana.