Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Es muy interesante el fenómeno social que se produjo entre anteayer y ayer cuando muchas personas, entusiasmadas por la clasificación a la final de los remeros Bruno Cetraro y Felipe Klüver en los Juegos Olímpicos, se convencieron de que podían ganar la medalla de oro y se sintieron, luego, decepcionadas por su muy destacado papel. Más allá del exitismo, del desconocimiento y de que los uruguayos no somos tan humildes y mesurados como nos gusta creer, quizá existen en la sociedad grandes deseos de identificarse con una causa nacional y tener algo que festejar. A decir verdad, las noticias no ayudan mucho en este sentido.

El debate parlamentario sobre el proyecto de Rendición de Cuentas gira alrededor de algunos artículos en los que persisten diferencias dentro del oficialismo. Sin desmerecer la gravedad que tendría el acceso del Ministerio del Interior a datos sobre los clubes cannábicos, la importancia de que no se prive de recursos al Instituto Nacional de Colonización, o las cuestiones sociales y ambientales vinculadas con la obligación de mezclar biodiésel con gasoil, parece claro que hoy son otros los principales problemas del país.

Por otra parte, no cabe duda de que el debate sobre la reforma del sistema de seguridad social tiene una enorme relevancia, pero hasta ahora la percepción de su posible desenlace no alienta esperanzas ni entusiasmos. Se instala la pesada noción de que probablemente habrá que trabajar más años, retirarse con menores ingresos o ambas cosas.

A esto se suma, desde hace meses, la división de opiniones entre quienes integran la comisión de expertos formada para plantear recomendaciones, que descarta el logro de grandes acuerdos nacionales y muestra un duro conflicto en ciernes. Ahora se agrega la noticia de que también hay diferencias de entidad dentro de la mayoría oficialista de esa comisión, que obligan a extender el plazo para que esta defina sus conclusiones.

Este repaso poco alentador de la coyuntura concluye con dos decisiones del Poder Judicial, que sólo pueden levantarle el ánimo a los culpables de delitos terribles. Por un lado, el juez de primer turno de Canelones, Luis Alberto Sobot, decidió que no debe seguir adelante el proceso contra los policías retirados Winston Vitale y Alejandro Ferreira por torturas a detenidos en el centro clandestino de reclusión Los Vagones. Sobot alega que los delitos ya prescribieron, y de ese modo desconoce tanto la doctrina internacional en la materia como compromisos asumidos por el Estado uruguayo.

Queda la posibilidad de recursos de reposición y de apelación, ya anunciados por el abogado de las víctimas, Pablo Chargoñia, y por el fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe. No sucede lo mismo con una decisión de la Suprema Corte de Justicia, que se negó a reabrir el emblemático caso del asesinato del médico Vladimir Roslik, arguyendo que hay “cosa juzgada” porque, en aquel momento, la Justicia militar condenó al mayor Sergio Caubarrere a cuatro meses y 18 días de prisión. El sexto puesto de Klüver y Cetraro estuvo muy lejos de ser lo peor que pasó ayer.

Hasta mañana.