Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El Plenario Nacional del Frente Amplio (FA) reconoció el sábado que tres nuevos sectores –Fuerza Renovadora, Banderas de Líber e Izquierda en Marcha– cumplen con los requisitos para ser considerados grupos políticos nacionales, con representación como tales en organismos de dirección.

Hay algunas pequeñas diferencias entre el listado de grupos nacionales que figuraba hasta ayer en el sitio oficial del FA y el elaborado para registrar votos a sectores en 2016, pero con el reconocimiento de tres más son por lo menos unos 30 en total, y unos cuantos más no son reconocidos formalmente (entre ellos, nada menos que el formado en torno a la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse). Parece mucho si aceptamos que no existen, en la fuerza política, tantas orientaciones muy distintas entre sí.

Al revisar esos listados queda claro que en las últimas décadas hubo más altas que bajas: de algunos grupos no se conocen actividades con repercusión pública desde hace mucho tiempo, pero no se han disuelto formalmente. Esto último tiene que ver con normas estatutarias.

El FA cumple formalmente con lo que marca la reforma constitucional de 1996 al elegir, cada cinco años, una Convención Nacional y 19 convenciones departamentales. Sin embargo, mantiene los organismos establecidos en los estatutos previos a la reforma, con representantes de los sectores y de las bases organizadas (cuya suma configura la identidad como “coalición y movimiento”), elegidos en otras fechas y con menor participación de votantes. Es en estos donde se toman las decisiones.

Hasta ahora, el reconocimiento como grupo nacional aseguraba una presencia mínima en organismos de dirección. Recién este año se decidió que los sectores que no lleguen a 1% de la votación en las próximas internas frenteamplistas (previstas para diciembre) queden con voz pero sin voto. De todos modos, la relación de fuerzas en el Plenario Nacional seguirá sin corresponder a la votación en elecciones nacionales.

A su vez, la proliferación de sectores ha tenido que ver, entre otras cosas, con la permanencia prolongada de las principales figuras sectoriales (que lleva a las nuevas generaciones a probar suerte “con lista propia”); a la obligatoriedad de alternar varones y mujeres en las listas (que también aumenta algunas dificultades de ascenso individual); y a que, cuando el FA estaba en el gobierno nacional, constituir un sector aparte podía aumentar las posibilidades de ocupar cargos.

El FA está en un período de transición, en el que aún no han decantado una nueva plana mayor ni un liderazgo personal. La existencia de una treintena de sectores, a los que se suman los representantes de las bases, no ayuda mucho a sistematizar los intercambios y buscar acuerdos.

En la práctica, los problemas de conducción tienden a resolverse con la formación de un organismo no estatutario con los principales dirigentes, y la presencia en él tendrá necesariamente que ver con resultados electorales en el ciclo 2019-2020.

Por lo tanto, y en forma paradójica, el apego a una estructura que no depende de esos resultados termina llevando a una conducción por fuera de la estructura.

Hasta mañana.