Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Las imágenes e informaciones sobre gran parte del mundo están hoy a un clic de distancia, pero no han perdido importancia la geografía y las cuestiones logísticas que dependen de ella. Esto determina, entre otras realidades inevitables, que Estados Unidos no puede mantener una ocupación de Afganistán por tiempo indeterminado y que la relación con Argentina es central para Uruguay.

Las orientaciones de los gobiernos cambian y van formando combinaciones con muy diversos niveles de afinidad, pero en algunos aspectos cruciales se aplica siempre lo que escribió Alfredo Zitarrosa: “no habrá camino / que no recorramos juntos; tratamos el mismo asunto / orientales y argentinos”.

El presidente Luis Lacalle Pou visitó el sábado en Buenos Aires a su par Alberto Fernández. Como en la cumbre presencial anterior, realizada el 19 de diciembre de 2020 en la estancia presidencial de Anchorena, los mensajes posteriores de ambas partes hablaron de un clima muy cordial y de varios entendimientos. A distancia la cosa se complica: en encuentros virtuales de mandatarios del Mercosur, el 26 de marzo y el 8 de julio de este año, saltaron chispas.

Obviamente, persiste una importante diferencia de enfoque sobre los acuerdos comerciales con países ajenos al Mercosur. El Poder Ejecutivo uruguayo insiste en que se permitan y alega incluso que las normas vigentes del bloque no lo impiden, mientras que las autoridades argentinas reiteran que no y que no. En los hechos, las probabilidades de que la demanda uruguaya sea aceptada son muy escasas, porque se resuelve por consenso. Las de que Uruguay abandone el Mercosur no parecen ser mayores, porque eso podría beneficiar a algunos sectores pero tendría altos costos para otros. La cuestión es el manejo narrativo hacia la población de cada país.

Para Lacalle Pou es importante destacar su esfuerzo por la “flexibilización”, quedar en condiciones de atribuirle cualquier fracaso en la materia al bloqueo argentino, y obtener algunos resultados parciales que pueda señalar como avances en la dirección correcta.

Para Fernández, el centro está en mostrarse como un protector de los intereses argentinos en el marco de un relato que contrapone sus posiciones “progresistas” con una ofensiva regional “neoliberal”, cuyo centro está en el gobierno de Jair Bolsonaro. En este sentido, los mensajes oficialistas dentro de Argentina no jerarquizan la confrontación con las posiciones del gobierno uruguayo, al que presentan como aliado menor e instrumento del brasileño.

A la vez, por supuesto, en ambos países los principales partidos opositores sintonizan bastante más con los planteamientos del gobierno ajeno que con los del propio.

Con independencia de lo que transmiten a sus respectivas tribunas, Lacalle Pou y Fernández tienen una agenda obligatoria en la que pueden avanzar. Hay objetivos que les pueden convenir a ambos, como el de la construcción de un puente entre Bella Unión y Monte Caseros, y conflictos de intereses como los referidos a la histórica competencia de puertos, que en la actualidad incluye cuestiones muy relevantes de dragado. En esos terrenos está lo que realmente se puede resolver.

Hasta mañana.