Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En 2020 la emergencia sanitaria y las primeras medidas del actual gobierno trajeron consigo un fuerte impacto social, con aumentos del desempleo, la pobreza y, en muchos casos, el hambre. Una de las respuestas, desde la propia sociedad y mediante trabajo voluntario, fue el surgimiento de muchas nuevas ollas populares y merenderos, que en su gran mayoría se mantienen activos.

La única explicación verosímil es que también persisten las necesidades alimentarias que llevaron a su creación: es difícil imaginar que muchas personas sean capaces de sostener un esfuerzo cotidiano no remunerado, durante dos años y medio, sólo para construir un falso relato con intenciones políticas.

El oficialismo sabe, sin duda, que esto es así, y que quienes integran la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS) de ollas populares y merenderos realizan una labor que resulta indispensable, pese al fin de la emergencia sanitaria, por la pérdida acumulada de salario real, el aumento de la cantidad de personas pobres y la inflación acelerada. Lo que le molesta no es que hagan ese trabajo, sino el modo en que lo hacen.

La CPS no se comporta como una organización tradicional de beneficencia, una institución estatal clientelista o una empresa privada intermediaria. Sus integrantes reflexionan sobre las causas de la situación que contribuyen a paliar, expresan en voz alta sus conclusiones y afirman que es necesario resolver problemas de fondo para que su actividad deje de ser necesaria.

La reacción de las autoridades parece asumir, sin embargo, que el principal problema a resolver es la posibilidad de que la Coordinadora gane prestigio y sus opiniones incidan de modo creciente en la opinión pública.

El 18 de agosto, Solidaridad Uy, una de las organizaciones que integran la CPS, difundió su informe anual, que sistematizó los datos de casi 700 experiencias, señalando que los cambios desde los momentos más críticos de la pandemia no habían sido muy relevantes y que en los merenderos, que alimentan sobre todo a niñas y niños, se registraba un aumento de la demanda.

Desde entonces se sucedieron acusaciones a los voluntarios de faltar a la verdad para construir un relato contra el gobierno, que culminaron con la decisión de declarar que se les retiraba la confianza, cesar la donación de los insumos que se les entregaban para cubrir en parte las necesidades de las personas usuarias, y encomendar al Ministerio de Defensa Nacional la distribución de alimentos que, de todos modos, terminan en las ollas y merenderos a cargo de quienes formaron en 2020 la CPS, ya que esta no es una organización intermediaria, sino, como su nombre lo indica, una coordinación entre quienes realizan la tarea. Según indicó a la diaria uno de los integrantes de la Coordinadora, hubo varias deficiencias en los primeros días de este nuevo procedimiento. Ojalá que se superen.

Hoy, desde las 18.00, se realizará una marcha convocada por la CPS y con respaldo sindical, de la plaza Cagancha a la Torre Ejecutiva, con la consigna “Si hay hambre, hay lucha”. En la calle habrá indicios de quiénes son considerados dignos de confianza en esta controversia y quiénes no.

Hasta mañana.