Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La definición de las precandidaturas a la presidencia es con frecuencia una cuestión delicada para los partidos, que sólo se facilita cuando hay un liderazgo muy consolidado y sin desafiantes a la vista (como sucede en el Partido Independiente y Cabildo Abierto), o cuando se mantiene una competencia entre dos dirigentes que no deja mucho espacio a nadie más (como pasó, en distintos períodos de las últimas décadas, en el Frente Amplio o en los partidos Nacional y Colorado).

Cuando no se dan estas circunstancias, el gran problema es, al igual que en otras decisiones orientadas a lo electoral, adecuarse a la sensibilidad y los ritmos de las personas que no tienen posición tomada de antemano y suelen definir los resultados. En estos sectores, muchas veces predomina cierto rechazo a quienes parecen apurados por llegar a la presidencia, y además los entusiasmos duran menos, de modo que una postulación con dos o tres años de anticipación desgasta.

En el Frente Amplio (FA) hay un proceso en curso de renovación de liderazgos, complicado porque su primera expresión electoral, en 2019, trajo consigo una derrota. En ese marco llegamos a la situación actual: está claro quiénes integran el grupo de las cinco o seis figuras más representativas, y cuáles de ellas tienen chance de integrar la fórmula en 2024, pero no es obvio quién la encabezará.

Por ahora, se miran y se miden mutuamente, y sólo ha confirmado su voluntad de participar en las internas el intendente de Salto, Andrés Lima, quien sin duda puede aportarle a la acumulación electoral del FA en su conjunto, pero no aparece en principio como favorito.

No es ningún misterio que desde hace tiempo se manejan los nombres de la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, y su par de Canelones, Yamandú Orsi, como principales aspirantes a la candidatura presidencial frenteamplista. No están formalmente en campaña, y siempre queda bien decir que “todavía no es tiempo”, pero cualquiera diría que sí, y todo lo que dicen y hacen se lee cada vez más en ese sentido.

Es notoria la diferencia entre sus perfiles, y también lo es que Orsi cuenta con la importante estructura del Movimiento de Participación Popular, mientras que Cosse no dispone por el momento de un apoyo organizado comparable, ya que está por verse si el Partido Comunista, que la respaldó en 2020 como candidata a la Intendencia de Montevideo, hará lo mismo en las internas para definir la postulación a la presidencia.

Lo que resulta indudable, aunque no se plantee en voz alta, es que el involucramiento en la competencia interna de los tres gobernantes departamentales con que cuenta el FA tiene riesgos, tanto por el previsible bombardeo desde el resto del sistema partidario como por el “fuego amigo” desde su propia fuerza política.

A su vez, el FA reconoce que perdió las elecciones nacionales pasadas porque, al centrarse en las tareas de gobierno, perdió contacto con muchas demandas sociales, y tiene algo de llamativo que hoy estén en las gateras tres personas necesariamente dedicadas a esas tareas. Quizá el problema no fue estar en el gobierno, sino la forma en que se estuvo.

Hasta mañana.