El sábado, Fernando Pereira asumió como presidente del Frente Amplio. El exdirigente sindical presentó a su equipo y adelantó algunos de los desafíos que piensa asumir desde su puesto, empezando por el objetivo inmediato del referéndum para la derogación parcial de la ley de urgente consideración (LUC). El foco de la fuerza política y su dirigencia en esa campaña hacia el 27 de marzo puede dejar de lado algunos hechos peculiares de la llegada de Pereira al cargo.

Como ya se ha dicho, Pereira cuenta con apoyos mucho mayores que los de sus antecesores inmediatos: fue votado por casi 67% de quienes concurrieron a la elección del Frente Amplio el 15 de diciembre. Su antecesor, Javier Miranda, había triunfado con 32%, y antes que él, la socialista Mónica Xavier lo había hecho con un poquito más de 42%. Mucho antes del recuento de votos, el respaldo interno a Pereira se reflejaba en la amplitud y convocatoria de los sectores que apoyaban su candidatura. Tras el escrutinio, obtuvieron 14 de los 15 representantes que integran el órgano ejecutivo del Frente Amplio, su Mesa Política, con los que Pereira deberá trabajar cotidianamente.

Pereira, como sus antecesores inmediatos -incluyendo a Jorge Brovetto, que ocupó la presidencia del Frente Amplio desde 2004 hasta 2012-, llega al puesto sin ser el líder de la fuerza política, como sí lo habían sido los primeros presidentes, Liber Seregni y Tabaré Vázquez. Sin embargo, su situación es bastante distinta a la de Brovetto, Xavier y Miranda, que ocuparon la presidencia mientras la fuerza política ejercía el gobierno nacional. Justamente, como el Frente Amplio ha vuelto a ser oposición, y como la fuerza carece de dirección y agenda definidas, la cabeza de su ejecutivo recupera el perfil de conducción que tenía en las primeras décadas del partido.

Por eso, en un movimiento inédito para el frenteamplismo, Pereira podría llegar a convertirse en su conductor desde la presidencia. Desde la amplitud de sectores que lo respaldan se ha venido resaltando, entre otras cualidades, la necesidad en esta coyuntura de su capacidad de negociación y liderazgo, que ya ha sido puesta a trabajar en el objetivo puntual del 27 de marzo. De hecho, la figura de Pereira comenzó a sonar con fuerza como candidato a la presidencia del Frente Amplio a partir de su rol como presidente del PIT-CNT y, especialmente, por su labor en la recolección de las más de 800.000 firmas que posibilitaron la realización del referéndum contra la LUC.

En ese momento, muchas personas expresaron que Pereira y su capacidad para tender puentes podían ser la solución para superar las divergencias del Frente Amplio, pero que su ausencia en el PIT-CNT iba a perjudicar al movimiento sindical. Cuando Pereira finalmente decidió no volver a ser candidato a la presidencia de la central para competir por la del Frente Amplio, nadie pensó que los problemas aparecerían tan pronto. Por asuntos personales, su sucesor, Marcelo Abdala, resolvió pedir licencia, por lo que ahora el PIT-CNT debe buscar quien lo sustituya temporalmente. No parece una tarea fácil, dada la complejidad de los equilibrios internos, esos que Pereira suele componer hábilmente.

Hasta mañana.