Hoy es 2 de octubre. Faltan 25 días para las elecciones nacionales.
El presidente Luis Lacalle Pou realizó ayer su anunciada conferencia de prensa y le dedicó 33 minutos a... aquí uno duda. Habló para que la ciudadanía no vote la reforma constitucional sobre la seguridad social que se plebiscitará junto con las elecciones nacionales, pero lo hizo sin referirse directamente a los tres puntos centrales de esa iniciativa, sin defender las disposiciones aprobadas por su coalición de gobierno que el proyecto busca revertir y con comentarios sobre otras cuestiones políticas acerca de las que no debería opinar.
De la reforma jubilatoria que el oficialismo aprobó el año pasado, Lacalle Pou destacó algunos aspectos que no están cuestionados por el proyecto de reforma y que en varios casos incluso fueron votados por la oposición. Sobre el tema que sí está cuestionado, o sea, sobre el aumento de la edad mínima jubilatoria de 60 a 65 años para la gran mayoría de la población, lo único parecido a un argumento fue la insistencia presidencial, sin exposición de fundamentos, en que no era posible hacer otra cosa.
Sobre la equiparación de las jubilaciones y pensiones mínimas con el salario mínimo nacional, sólo dijo (cuando le preguntaron) que determinaría la fijación del segundo “a la baja” si quien lo va a suceder en la presidencia “tiene responsabilidad económica”.
Lacalle Pou tampoco dedicó tiempo a defender la existencia de las administradoras de fondos de ahorro previsional (AFAP), que el proyecto de reforma eliminaría. Sí se esforzó por cuestionar varias veces al Frente Amplio, a veces con alusiones indirectas y a veces expresamente. Por lo demás, pronosticó varios efectos catastróficos para el país y su gente si la reforma se aprueba, pero siempre con afirmaciones genéricas y sin mencionar números.
El presidente se tiene mucha fe como comunicador, y fue obvia su intención de reeditar aquellas conferencias de prensa de la emergencia sanitaria, tan redituables para su popularidad, en las que aparecía flanqueado por gente especializada, pero acaparaba el uso de la palabra. La ministra de Economía, Azucena Arbeleche, sólo habló brevemente en un par de oportunidades cuando hubo preguntas dirigidas expresamente a ella. Su par de Trabajo y Seguridad Social, Mario Arizti, permaneció en silencio, y Rodolfo Saldain, presentado como “asesor coordinador del proceso de redacción de la ley de reforma previsional” de 2023, apenas apuntó, a pedido del presidente, que habrá “una transición y un conjunto de excepciones muy grande” para el aumento de la edad mínima jubilatoria.
Lacalle Pou incluso planteó una extraña comparación entre el proyecto de reforma constitucional y el momento en que “se nos pedía cuarentena obligatoria”. A menudo menciona eso, aunque siempre sin abundar sobre qué fue lo que realmente se propuso, cuándo y con qué argumentos, o sobre quiénes lo hicieron y quiénes no.
En suma, el mensaje del presidente consistió en pedir que le creyeran que el sistema de seguridad social no puede ser mejor y que la propuesta de reforma es terrible. No se puede decir que haya sido un gran aporte al voto informado sobre una cuestión tan importante.
Hasta mañana.