Hoy es 14 de mayo. Faltan 47 días para las elecciones internas y 166 para las nacionales.

Las normas que regulan la difusión de publicidad electoral en “medios de radiodifusión, televisión abierta, televisión para abonados y prensa escrita” son anacrónicas, ineficaces y a esta altura un poco ridículas, pero lo mismo sucede con otras leyes, sin que nadie quede formalmente habilitado a violarlas. Hasta que se presente y se apruebe un nuevo proyecto, están vigentes, y como sucesivas legislaturas no han mostrado mucho interés en abrir una discusión al respecto, quizá para evitar debates delicados y problemas con los grandes medios, debemos atenernos a lo que hay.

No se atiene a ello el precandidato nacionalista Álvaro Delgado al difundir en televisión una pieza publicitaria de casi cinco minutos, bastante antes de que comience el período en el que estará permitido emitir publicidad de campaña. La pieza consiste básicamente en enumerar logros reales o presuntos de la actual coalición oficialista, con abundancia de frases engañosas, y puede parecer al comienzo, más que propaganda electoral, propaganda gubernamental, pero desemboca en que Delgado se propone aumentar tales logros con propuestas contenidas en su programa de gobierno, y resulta que el eje central de su precandidatura es, precisamente, presentarse como el mejor continuador de la gestión de Luis Lacalle Pou.

Quienes apoyan a Delgado sostienen que sólo se trata de una exhortación a descargar de internet su programa, un documento redactado y difundido para promover su precandidatura. Parece chiste.

Es cierto que la gente ya recibe mensajes políticos por “medios alternativos”, que a esta altura son centrales en muchas campañas. Para ellos no rigen las disposiciones vigentes sobre el comienzo de la publicidad electoral, 30 días antes de las elecciones internas o nacionales, y su fin, 48 horas antes de cada una de esas elecciones por la llamada “veda”, paternalista e inútil. Pero esto no implica que valga todo.

Cuando se aprobó la ley vigente, la publicidad que importaba era la que se reguló, y el motivo de que no se permita que comience antes es, en gran medida, un intento de amortiguar las diferencias de poderío económico, para que las campañas con grandes recursos no se desarrollen durante mucho más tiempo que las que cuentan con poco dinero.

En este sentido, cabe preguntarse cuánto cuestan cinco minutos de tanda en horario central, pero lo que en realidad importa saber es cuánto le costaron a la campaña de Delgado, cuánto le costarían a la de otra candidatura oficialista y cuánto a una opositora. Los canales de televisión se han negado históricamente a divulgar ese tipo de información, alegando que corresponde a acuerdos entre privados, pero hay fuertes indicios de que la tarifa varía en función de afinidades ideológicas, y de que también influyen factores vinculados con recursos públicos: por ejemplo, el antecedente de la publicidad oficial contratada por quienes apoyan una candidatura, o los favores recibidos mediante leyes y decretos.

La ley permite que se difundan en cualquier momento y por cualquier medio “actividades habituales del funcionamiento de los partidos”. Es una lástima que una de las actividades habituales sea violar la ley.

Hasta mañana.