Hoy es 5 de junio. Faltan 25 días para las elecciones internas y 144 para las nacionales.

Andrés Manuel López Obrador anunció el lunes que se retirará de la actividad política cuando deje la presidencia de México el 1º de octubre y asuma su correligionaria Claudia Scheinbaum. La Constitución mexicana prohíbe la reelección presidencial desde 1917, López Obrador va a cumplir 71 años en noviembre, tiene problemas de salud e inició hace casi medio siglo su destacada trayectoria. Que haya decidido retirarse tras un sexenio como presidente quizá no debería ser noticia, pero lo es.

Hasta comienzos de los años 90 del siglo pasado, casi ninguno de los países latinoamericanos permitía la reelección inmediata de presidentes, pero hoy esa prohibición sólo sigue vigente en una minoría de ellos, y hay un par (Nicaragua y Venezuela) que permiten la reelección indefinida. A la vez, una cantidad considerable de altos dirigentes políticos han prolongado su actividad hasta edades avanzadas y mantienen una enorme influencia.

El caso más notorio es, en Brasil, el de Luiz Inácio Lula da Silva, quien fundó el Partido de los Trabajadores en 1980 y está hoy en su tercer mandato presidencial con 78 años. Las encuestas indicaban que sólo él podía ganarle las elecciones de 2018 a Jair Bolsonaro, hasta que fue acusado y encarcelado con malas artes. Cuatro años después, anulados los juicios en su contra, volvió a ser la única carta ganadora contra Bolsonaro, a quien venció en segunda vuelta por poco más de dos puntos porcentuales. No cabe duda de que Lula es un político excepcional, pero hay que preguntarse por qué motivo no ha podido surgir un relevo viable.

La región no ha reeditado situaciones como la que duró cerca de cuatro décadas en República Dominicana, con un prolongadísimo enfrentamiento entre Juan Bosch y Joaquín Balaguer, pero esto no parece hoy tan insólito.

En Uruguay viene terminando un ciclo largo dominado por un puñado de personas. En el Partido Colorado, Jorge Batlle fue diputado por primera vez en 1958, terminó su período presidencial en 2004 con 77 años y se mantuvo en actividad hasta que falleció a los 88. Esa es la edad que tiene hoy Julio María Sanguinetti, quien fue diputado por primera vez en 1963, renunció al Senado en 2020 y fue secretario general de su partido hasta febrero de este año.

En el Frente Amplio, Tabaré Vázquez fue presidente hasta los 79 años, Danilo Astori fue senador hasta los 82 y José Mujica, hoy con 89 cumplidos, renunció al Senado con 85, pero todavía interviene en política cuanto puede. En el Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle Herrera se mantuvo en los primeros planos desde su triunfo en las presidenciales de 1989 hasta que le pasó la posta del liderazgo a su hijo en 2004. Guido Manini Ríos ya tiene 65 años.

Nada garantiza que las personas jóvenes se desempeñen mejor en la política que las mayores, pero no es mala cosa que en nuestro país el presidente Luis Lacalle Pou tenga 50 años ni que cualquiera de sus más probables sucesores vaya a terminar su mandato lejos de los 70 con que se retirará López Obrador. Lilí Lerena, tan firme como sabia, le decía a su famoso marido, cuando los dos habían pasado ya los 80, “Seregni, entregá la bandera”.

Hasta mañana.