Hoy es 9 de agosto. Faltan 79 días para las elecciones nacionales.

El congreso de Cabildo Abierto (CA) aprobó un programa de gobierno, y no sorprende mucho que su orientación sea conservadora. Nadie esperaba que los cabildantes se descolgaran de improviso con propuestas contrarias a todo lo que han defendido desde la creación del partido. De todos modos, CA fue bastante más allá de lo previsible, y el documento aprobado tiene características grotescas, que podrían resultar graciosas como parodia del pensamiento derechista en Peter Capusotto y sus videos pero son, en un partido político que recibió casi 270.000 votos en las elecciones de 2019, alarmantes.

En una gran variedad de áreas temáticas, el programa cabildante completa un combo de caricatura. En el sistema judicial, por ejemplo, ve “sesgos ideológicos” debidos a “fuertes presiones de organizaciones internacionales” en lo referido al terrorismo de Estado y a la violencia de género. Partiendo de esa premisa, propone por un lado restaurar (no se sabe por qué procedimiento, habiendo ya condenas) la vigencia de la Ley de Caducidad y “terminar con la situación de las personas injustamente detenidas y enjuiciadas por haber defendido las instituciones”. Por otro lado, expresa preocupación ante las “falsas denuncias por violencia doméstica” y plantea penalizarlas con una norma específica, pese a que en el Código Penal ya hay un artículo sobre la “calumnia y simulación de delito”.

En general, aboga por castigar en forma mucho más severa a jueces y fiscales “que se aparten de los principios del derecho y provoquen intencionalmente que un inocente sea privado de su libertad o un culpable quede libre”.

En la educación, donde hay tanto para mejorar, enfatiza la necesidad de no utilizar el lenguaje inclusivo, “conforme a las recomendaciones de la Real Academia Española”, y el presunto problema de una “ideología de género” que considera necesario eliminar.

Llama poderosamente la atención, incluso en el contexto ideológico cabildante, el predominio de una visión de los problemas sociales contemporáneos que suele circular entre personas alimentadas con información falsa, teorías conspirativas y exabruptos. Desde hace unos cuantos años es preocupante la construcción y difusión de relatos manipuladores desde las dirigencias partidarias, para consumo de sus seguidores. CA, al igual que otras formaciones políticas recientes en la región y el resto del mundo, parece instalado en un segundo piso, donde buena parte de la dirigencia es consumidora de relatos y repite barbaridades que ha visto en redes sociales.

Se trata, además, del mismo partido que pretendía controlar y sancionar a las emisoras de radio y televisión para que la comunicación política fuera “imparcial, seria, rigurosa, plural y equilibrada”.

Habrá quienes piensen que el desvarío programático cabildante no tiene mucha importancia, porque procura sobre todo no perder una base electoral conservadora y poco reflexiva. Pero el problema es más complejo, porque CA legitima y consolida una visión disparatada del mundo, ya no basada en desinformación de origen anónimo y para consumo privado, sino investida de autoridad por expresiones partidarias y públicas.

Hasta el lunes.