Hoy es 9 de setiembre. Faltan 48 días para las elecciones nacionales.

El período de sesiones ordinarias del actual Parlamento se acerca a su fin y, además de prestarles atención a los pocos resultados que todavía pueden producirse, la ocasión es propicia para plantear un esbozo de balance.

En 2019, el Partido Nacional (PN), el Partido Colorado (PC), Cabildo Abierto (CA), el Partido Independiente y el Partido de la Gente sumaron votos en el balotaje y esto les permitió evitar que el Frente Amplio (FA) lograra un cuarto período consecutivo de gobierno. Derrotar al FA era su objetivo prioritario, como lo es hoy. La definición de objetivos comunes en el documento “Compromiso por el país” se produjo después de acordar el apoyo a Luis Lacalle Pou en el balotaje.

Aquel acuerdo se realizó, además, después de la primera vuelta, con la relación de fuerzas entre los socios a la vista. Ya estaba claro que, como había sido previsible, el PN no tendría mayoría parlamentaria propia y que la “coalición multicolor” podía quedar en minoría sin el apoyo de los legisladores cabildantes o de los colorados. De esta situación podría haber derivado que se apostara a la construcción colectiva de iniciativas, no sólo antes del balotaje, sino también durante todo el período de gobierno, pero el criterio que predominó fue otro.

Lacalle Pou ha expresado en muchas ocasiones, antes y después de asumir la presidencia, su convicción personal de que “el poder no se comparte”. Solía decirlo acerca de la relación con el movimiento sindical, pero pronto se vio que aplicaba el mismo concepto para sus socios de la coalición. Se rehusó a la realización de reuniones colectivas periódicas de dirigentes, y tampoco hubo grupos de trabajo permanentes para elaborar iniciativas comunes de los aliados, dentro o fuera del Poder Legislativo.

El proyecto de ley de urgente consideración presentado en 2020, que buscaba recoger los acuerdos del “Compromiso por el país”, fue elaborado en Presidencia y en él se incluyeron propuestas que los socios del PN no compartían ni votaron en el Parlamento. Lo mismo pasó el mismo año con el proyecto de presupuesto, y el de reforma jubilatoria fue definido en Presidencia, modificando o dejando de lado varias propuestas acordadas por los representantes oficialistas en la Comisión de Expertos en Seguridad Social.

Los principales aliados del nacionalismo no pueden mostrar hoy grandes leyes que se hayan aprobado a partir de sus iniciativas. En el PC, la bancada sanguinettista no impulsó ningún proyecto relevante, y los más notorios que surgieron del sector Ciudadanos han sido rechazados o bloqueados por el nacionalismo, como sucedió con el de ingreso a las intendencias, presentado por Adrián Peña poco antes de morir, y con el de eutanasia, que promovió Ope Pasquet. CA intentó sin éxito que sus socios aprobaran los que presentó. Algunos fueron bloqueados, otros, modificados para quitarles contenidos que los cabildantes consideraban prioritarios y otros, vetados.

El PN logró que muchas de sus iniciativas se convirtieran en leyes con el apoyo del resto de los partidos oficialistas, pero no fue nada generoso a la hora de retribuir. La identidad coalicionista se ha forjado como un vínculo de subordinación.

Hasta mañana.