Naciones Unidas presentó este viernes el Perfil de Género y Generaciones de Uruguay, un informe exhaustivo sobre el estado de situación del acceso a derechos de las mujeres e infancias, que propone además una serie de recomendaciones ante un panorama de indudables desigualdades de género en la carga del trabajo no remunerado de cuidados, en la falta de autonomía económica para las mujeres y su participación en trabajos productivos, así como en la representación (no) paritaria en espacios de toma de decisión y en el sufrimiento de las violencias machistas y patriarcales.

La presentación tuvo lugar en la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República. La vicepresidenta Carolina Cosse y el coordinador residente de Naciones Unidas en Uruguay, Pablo Ruiz, hicieron los primeros comentarios del documento elaborado por el Grupo Interagencial de Género de la ONU. Él centrándose en la urgencia de construir una representación política paritaria y ella en la necesidad de ampliar la participación femenina en los sectores más productivos del país.

El Perfil de Género y Generaciones de Uruguay no deja lugar a dudas de que, en materia normativa, Uruguay está bien puntuado, con leyes que abordan desde hace más de 20 años la violencia de género –desde la que legislaba sobre violencia doméstica hasta la 19.580 que abarca un amplio abanico de los distintos tipos de violencia, incluyendo la obstétrica, la patrimonial, la simbólica, por nombrar algunas–, los derechos sexuales y reproductivos, la cuota política, los cuidados y las licencias por mapaternidad.

Pero este “marco normativo sólido tiene persistencias en las brechas de género, con avances lentos”, dijo Magdalena Furtado, directora de programas de ONU Mujeres en Uruguay.

Antes que reclamar más presupuesto, quienes presentaron y analizaron el documento enfatizaron la necesidad de diseñar o rediseñar políticas públicas para abordar las desigualdades de género y generaciones como el problema sociocultural y estructural que es. Así lo señalaron, desde la especificidad de cada rol, Fernando Filgueira, jefe de oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas en el país; la directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Mónica Xavier; el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Rodrigo Arim, y Andrea Tuana, directora de la organización civil El Paso, representando a la Asociación Nacional de Organizaciones No Gubernamentales.

En este sentido, como en otros documentos internacionales, el Perfil recomienda que Inmujeres tenga mayor jerarquía institucional. Furtado calificó como “débil” el nivel institucional que tiene hoy el órgano rector de las políticas de género en Uruguay. Xavier preguntó retóricamente: “¿Cuál es el temor de que esta división del Ministerio [de Desarrollo Social] tenga otra jerarquía? ¿Cuál es la dificultad?”. La directora remarcó que hay que acelerar los avances en derechos y para eso se requiere también “presupuestos que incorporen perspectiva de género para avanzar en materia de igualdad”.

Como hizo en otros actos públicos donde participó esta semana, la directora de Inmujeres manifestó su preocupación por los tres femicidios que se cometieron en 20 días de marzo y dijo que hay que “robustecer el área de autonomía económica [porque] no existe posibilidad de que una mujer tome libremente decisiones sin el marco que la autonomía económica le permite”. Agregó que es clave “dar un salto de calidad” para “robustecer el Sistema Nacional de Cuidados” y valoró que se incorpore una cláusula de cuidado en la negociación colectiva, un ejemplo de diseño de política pública basada en evidencia.

Nudos de desigualdad

El documento elaborado por la ONU establece “cuatro nudos estructurales de la desigualdad” y servirá para establecer ciertas líneas estratégicas para el nuevo marco de cooperación del organismo con Uruguay.

Un nudo es la organización social de los cuidados, cuyo sistema está en plena revisión con las nuevas autoridades. Un trabajo no remunerado que sigue recayendo mayormente en las mujeres y les quita tiempo para empleos con remuneración. El responsable de la OPP dijo que el cuidado entrará en el diálogo social como una “agenda inmediata para el Poder Ejecutivo” y en la agenda parlamentaria “para cambiar la matriz de protección social”.

Además de valorar el informe, Arim dijo que construirán mecanismos de monitoreo de políticas que sean sistemáticos “para evitar discontinuidad en los enfoques, evitar movimientos espasmódicos, recuperar análisis, documentos y gráficas elaboradas por la OPP, y construir políticas de Estado con mediciones sistemáticas, sabiendo que “todo aquello que no se mide, no existe”.

Otro es la limitada participación de las mujeres en espacios de toma de decisión, con techos de cristal y pisos pegajosos. El coordinador residente de la ONU se centró en la recomendación sobre la paridad en la política: “Es difícilmente justificable, desde una lógica de salud democrática, que tengamos niveles de participación tan bajos en Uruguay. Es un tema central para discutir los temas de género en los próximos cinco años, desde una conversación que trascienda a los partidos políticos, porque los cambios sociales van más allá de una norma”. Ruiz dijo que debe haber “una presencia de mujeres en el Parlamento más acorde a la realidad y a la madurez democrática uruguaya”.

El tercer nudo es la desigualdad económica y la pobreza protagonizada fuertemente por mujeres, niños y niñas, con datos ya conocidos que refieren a los altos porcentajes de pobreza infantil, coincidentes con los dos tercios de hogares monomarentales (de los cuales 19% tienen a una mujer afro al frente).

Por último, la violencia de género y generacional, con aumento de denuncias y de casos es un problema que rompe los ojos y las estadísticas a diario. Por las cifras de femicidios, intentos de asesinato y denuncias (118 por día), Furtado advirtió que Uruguay se ubica quinto a nivel mundial, compartiendo puesto con México, Paraguay y Bolivia.

Filgueira dijo que “estamos muy mal en violencia de género”, que el abordaje de las infancias tiene una institucionalidad “muy fragmentada” y que hay retrocesos en la educación sexual integral y en la capacitación de médicos para abordar cuestiones de salud sexual y reproductiva.

Para reducir la desigualdad económica y eliminar la pobreza “hay que reordenar el sistema de transferencia monetario y trabajar juntos los problemas de feminización e infantilización de la pobreza”, además de que el Estado debe “rendir cuentas de la ampliación de servicios de atención a víctimas de violencia”.

Andrea Tuana dijo que “estamos tan mal en las cifras de violencia basada en género por la misma razón por la que hoy no tenemos un Ministerio de Igualdad, no tenemos una ley de paridad, ni un Sistema Nacional de Cuidados, ni una ley contra la violencia de género financiada, andando y funcionando”. Es decir, porque “no hemos logrado cuestionar el sistema estructural de dominación, opresión y ‘dueñidad’ en que estamos viviendo. Cuestionar este sistema implica cuestionar directamente la identidad masculina hegemónica. Y es muy difícil para los varones que componen esta sociedad y estos caminos junto a nosotras poder entregarse a ese cuestionamiento porque es cuestionarse a sí mismos. Los mandatos de masculinidad de esta sociedad patriarcal son mandatos de violencia, de relevancia, en los que los varones están traccionados a ocupar espacios de poder y a demostrar su potencia sexual”.

Tuana recordó a la autora afrofeminista estadounidense Audre Lorde, en eso de que “no se puede desmontar la casa del amo con las herramientas el amo”. Dijo que esto es difícil pero urge “pensar nuevas herramientas” para hacer frente a discursos antiderechos “que tienen mucha resonancia, pero no están basados en evidencia y han logrado que se aprueben leyes como la de corresponsabilidad en la crianza”.

Vamos a innovar

La vicepresidenta de la República se enfocó en el análisis del sistema productivo que muestra el informe de la ONU, que refleja que los sectores con mayor productividad tienen menos participación femenina. “¿A qué suena eso? A que las mujeres están más presentes en trabajos más sencillos, que requieren a más personas, menos conocimientos, menos capacitación. Sin embargo, sabemos que la proporción de preparación es mayor en las mujeres, pero la participación es exactamente al revés: tenemos un problema cultural”, aseguró. Para Cosse, esto prende las alarmas para fomentar más la formación en ciencia para las mujeres, para que accedan a mejores puestos laborales, considerando que hay condiciones para eso.

Si las mujeres “no estamos representadas como corresponde en estructuras de poder [tenemos que] animarnos a ser audaces y a innovar” en el diseño de políticas, dijo. “Lo que describe este documento es la estructura patriarcal, y es eso lo que queremos cambiar: [construir] una estructura que sea más justa para que le vaya mejor a todo el Uruguay”, concluyó.