La razón de ser de las ciudades, que son la obra de arte social más sofisticada de nuestra especie, es la concurrencia de lo heterogéneo, de lo dispar, de lo diverso.
Necesitamos una Coalición Mundial por la Justicia Social. La coalición permitirá la creación de una plataforma que facilite la colaboración de un amplio conjunto de organismos internacionales y partes interesadas.
Fue una COP2 donde sólo escucharon sus ecos los representantes, pero no la sociedad civil, pues si bien se dio la oportunidad de expresarse a los pueblos originarios y defensores territoriales ambientales, no se les escuchó.
Para las autoridades educativas, los adolescentes solo tienen que ocuparse de ir a estudiar a sus instituciones escolares, sin hacer ningún barullo ni reclamar por el bien común que han llamado “democracia”.
El debilitamiento de derechos debilita la democracia. No se puede construir un país de iguales si no se inyecta de oportunidades y de los recursos necesarios a la población más débil.
Hay que imaginarse un futuro distinto al que impone el capital y salir a luchar por él. Un futuro donde la vida esté al servicio de la vida, donde el fin del capitalismo sea más creíble que el propio fin del mundo.
El esfuerzo, la tenacidad y la capacidad sí son excelentes discriminantes, pero solamente si la escalera de ascenso no son las cabezas de los más desprotegidos.
El interés y votación para los gobiernos municipales se da en el marco de la puja entre partidos y sectores, pero no amplía y rompe fronteras para irse transformando en un fenómeno más político que partidario.