El rubro de vestuario viene ganando fuerza en el Concurso Oficial de Carnaval, y muchos conjuntos invierten presupuestos cuantiosos en trajes espectaculares, vistosos, coloridos. Lo que las y los componentes visten es en este contexto, sin dudas, una parte esencial de la propuesta integral.
Este año hubo murgas que apostaron por materiales alternativos y en algunos casos reciclados, sobre todo plástico y cartón.
la diaria dialogó con tres vestuaristas que trabajaron con diferentes murgas para crear vestuarios con identidad, llamativos y diferentes.
Bichos bolita
La murga Asaltantes con Patente canta la presentación de su espectáculo Extraño con capas y gorros de plásticos reciclados. Son piezas únicas, de colores diferentes, que cargan parte de los sentires de los componentes con respecto a la extrañeza y a lo que atravesaron durante la pandemia.
Daniela Inthamoussu es la vestuarista encargada del diseño de los trajes. Trabaja en el área teatral desde 2007, tuvo su propia línea de ropa y en 2011 hizo por primera vez parte del vestuario de un conjunto de carnaval.
Al principio del proceso de trabajo con Asaltantes tuvo reuniones con Maximiliano Pérez, director artístico de la murga, que le contó la propuesta del espectáculo, relacionada con que “veníamos de un momento extraño que era la pandemia, estábamos encerrados y de a poco fuimos saliendo. A partir de ese concepto empecé a trabajar”, relató la vestuarista.
Inthamoussu visualizó los trajes como bichos bolita, que se encierran en una caparazón y después se empiezan a abrir. “Uno va tomando cosas que se le van quedando pegadas en la piel, en las vivencias”. Durante el espectáculo los componentes emulan lo mismo con su vestuario, de bicho bolita “hasta llegar a ser estas grandes aves en la retirada, la despedida de los seres que no pudimos despedir”.
El vestuario “sin duda es más que lo que la murga se pone, es parte de la interpretación, la segunda piel; es importante que los murguistas entiendan qué es lo que se están poniendo. Tiene un concepto de fondo que muchas veces no tenemos oportunidad de decir”.
Inthamoussu aseguró que “generalmente cuando hago un vestuario trato de que sea sustentable o cero waste [cero desperdicio]”. En este caso “me parecía también una forma de cambio de cabeza poder dar ese discurso de reutilizar los desechos”, porque “el carnaval tiene eso del exceso, y con todo lo que venimos viviendo me parecía un doble discurso”.
Una vez decidido que se trabajaría una parte de los trajes con material reciclado, comenzó la odisea de conseguir bolsas de plástico de diferentes colores, porque cada componente tiene uno distinto. En total se reciclaron 5.000 bolsas para todos los vestuarios.
Inthamoussu trabajó con Eme Plásticas, un “estudio de creatividad sustentable” (según se definen en redes) que se dedica a crear materiales reciclados. “Hubo todo un trabajo de movimiento, de pedir por las redes determinados colores de plásticos. Me acuerdo de que un día fui al Disco y vi que las bolsitas eran rosa, justo necesitábamos, así que les pedimos a todos los que fueron que nos guardaran las bolsas”.
La vestuarista trabajó, además, con dos equipos. Cecilia Parra y quienes trabajan en su taller hicieron la presentación y los medios; en la retirada se involucró Agustín Rabelino con su equipo.
El trabajo “fue arduo y llevó mucho tiempo porque conseguíamos los colores, íbamos haciendo de a poco por nombre, teníamos millones de fichas técnicas, mientras seguíamos buscando otros colores y le dábamos a la modista para que realizara. No es material convencional, fue todo nuevo para la modista y para quienes hicieron los gorros. El material no es fácil, no pega con nada, fue todo un desafío”, contó Inthamoussu.
El plástico que utilizaron “es moldeable con calor, lleva mucho tiempo, no se puede usar pistola de calor, tiene que ser con secador”, es decir, lleva “muchas horas de trabajo”. Por el carácter innovador del trabajo “fue una experiencia de prueba y error”, porque además “vos podés fundir el plástico y darle diferente grosor, depende de la cantidad de plástico que pongas. Por ejemplo, el grosor que se necesitaba para que pasara por una máquina de coser para las capas no servía para los gorros porque era muy débil, tenía que ser más dura. Entonces a algunas teníamos que darles un grosor más ancho, eso implicaba conseguir más material”.
Cuando termine este carnaval, el material de las capas y los gorros se puede reutilizar. “De hecho, tuvimos sobrantes y los devolví a Eme Plásticas, que los reutilizan en sus productos, no tuve excedente en ningún lado”, aseguró la vestuarista.
Para Inthamoussu, ver los trajes prontos luego de tanto trabajo “fue increíble”.
El equipo de vestuario de la murga Asaltantes con Patente está integrado por Daniela Inthamoussu (diseño), Cecilia Parra, Agustín Rabelino, Paula Gutiérrez (laserestudiosuy), Nely García, Eugenia Ciomei, Ian Crosa, Lita Franciscovich, Ana Barceló, Karen Sosa, Stella Román y Eme Plásticas (realización), María Esther Rethemias y Daniel Ovidio Fernández (realización de sombreros).
La fiesta clandestina
Carolina Gómez debutó como vestuarista en el Concurso Oficial de Carnaval en 2016 con La Gran Muñeca, que ganó el primer premio. “Fue una entrada re linda, me dio fuerzas y seguridad en el arranque”, relató la vestuarista a la diaria.
El carnaval pasado trabajó como asistente de vestuario en dos murgas, Doña Bastarda y Agarrate Catalina (donde también canta como sobreprima). Este año decidió enfocarse sólo en la Bastarda; se encargó del diseño del vestuario y tiene un rol protagónico en lo que la murga usa sobre el escenario.
Gómez, al igual que Inthamoussu, trabaja sobre los conceptos de los espectáculos para que su propuesta “tenga algo que ver y no sea solamente un vestuario descolgado de murga; no color, brillo y grandilocuencia solamente por ser”. Así que “estudiando, analizando e investigando me di cuenta de que estaba bueno trabajar con algún material reciclado o reciclable, por lo menos un poco menos dañino”.
Doña Bastarda comienza el espectáculo con trajes negros hechos con bolsas de residuos. “La presentación habla de que vuelven cansados, entonces estaba bueno que arrancara un poco oscura, ¿y qué más oscuro que el negro? Me parecía que estaba buenísimo”.
La elección del color negro es una apuesta audaz para una murga, que tradicionalmente sube cargada de colores. Para Gómez era una idea con “un impacto re lindo que una murga arrancara vestida de negro y de ahí buscar formas, siluetas que estuvieran buenas”.
Durante la presentación los trajes hacen un giro: “Al final se pone más luminosa, porque no es negrura de tristeza, es de melancolía y cansancio, pero en un momento liberan. Aparece un poco de color. Me daban ganas de encontrar una manera de que ese vestuario pudiera cambiar”. Por eso a los trajes se les puede quitar una parte de arriba, “una transición orgánica que hace que el traje todo negro quede con una gotita de color”.
Gómez aseguró que “en la murga reaccionaron súper bien ante la propuesta de trabajar con esos materiales y con el negro”, hubo “comunicación fluida y siempre tuve el apoyo del colectivo”.
Sobre la innovación en trajes de carnaval, la vestuarista aseguró que “en el camino de la creatividad, de investigar, al menos interesarse en poder hacer algo nuevo siempre genera cosas lindas y cosas más ricas”. Al crear con materiales diferentes, no convencionales, “la cabeza puede volar, y así como vuela tu cabeza, después vuelan tus manos”.
El equipo de vestuario de la murga Doña Bastarda está conformado por Carolina Gómez y el equipo del taller de Graciela Salles.
La murga acartonada
Queso Magro incorpora la idea del cartón en todo su espectáculo, desde el título (Acartonado) hasta el vestuario. “Esperamos que el jurado / sepa ver nuestros colores, / ojalá que nos valore / los matices de marrones”, cantan con humor en la presentación.
Es inédito ver a una murga vestida de cartón en el Concurso Oficial de Carnaval. Aunque los trajes de Queso Magro no son reciclados por logística propia de los tiempos del carnaval, es una apuesta audaz por haber empleado un material no convencional en la fiesta popular.
Sofía Beceiro es la diseñadora de los vestuarios y quien lideró los equipos de trabajo. Tiene trayectoria en vestuario teatral, realizó vestuarios de murgas jóvenes y en 2019 fue asistente de vestuario de Paula Villalba para la murga Agarrate Catalina. En 2020 se sumó a Queso Magro y diseñó el vestuario de ese espectáculo, al igual que el de este año.
La vestuarista contó a la diaria que la comisión de Letras de la murga tenía el concepto del cartón y el acartonamiento y planteó la posibilidad de hacer todo el espectáculo de ese material.
Ella, como coordinadora general del equipo de vestuario, aceptó el desafío. Al principio planteó la posibilidad de utilizar textiles que emularan el cartón, “que fueran más resistentes y me dieran un poco más de espalda para trabajar”, pero la murga insistió en la posibilidad de utilizar cartón y comenzó el proceso para definir qué posibilidades reales había, qué piezas se podía hacer y qué piezas no. Al final, las pecheras que utilizan durante la presentación y los gorros son de cartón.
Para Beceiro desde el inicio era importante hacer pruebas, saber “qué resistencia podía tener el material, y qué posibilidades estéticas”. Destacó la “gran solidaridad” que recibieron por parte de otras y otros realizadores de carnaval que les brindaron conocimiento, experiencia y sugerencias, “porque nadie sabía específicamente cómo solucionarlo”.
Tuvieron que probar y probar para decidir qué pegamento era mejor usar, cómo impermeabilizar las piezas con algo sintético, bases y esmaltes. En paralelo, ella iba haciendo pruebas de las “intenciones estéticas que quería generar; por ejemplo, las pecheras están construidas a base de pirámides, los gorros están cortados con láser y tienen texturas que permiten que pase la luz”. Además, sí o sí tuvieron que utilizar un mecanismo de encastre porque no podían solucionar todo con pegamento. El gorro que Luz Viera utiliza en la presentación, por ejemplo, tiene 30 encastres, relató Beceiro.
Una anécdota que recordó Beceiro es que pusieron las piezas bajo un duchero para probar la resistencia. “Las mojamos, las raspamos, porque el cartón si se moja y se seca queda muy debilitado”, así aprendieron cuántas capas de esmalte eran necesarias para protegerlas.
Beceiro asegura, al igual que Inthamoussu, que “el vestuario es la segunda piel del personaje”. En el caso de las murgas representa la temática carnavalera y también la que la murga propone, en esta ocasión la del cartón. El desafío fue “cómo seguir esa lógica sin perder lo espectacular del espectáculo carnavalero”. A falta de color, llegaron las texturas, los calados, la volumetría.
Este trabajo también fue de ensayo y error; por ejemplo, “una cosa es construir cartón sobre cartón y otra fijarlo en la cabeza”, dijo la vestuarista. También entra en juego “la práctica; una murga puede hacer cuatro tablados por noche”, entonces entra en juego el cuidado que toda la murga hace de los materiales.
Beceiro reconoce que fue una apuesta audaz y también “una propuesta sobre el material en sí mismo. El cartón se puede usar de todas estas maneras. A mí, para hacer estos gorros específicos en el contexto carnaval, no me sirve reciclar, pero en realidad sí se puede hacer, se puede explorar”.
El equipo de vestuario de Queso Magro está integrado por Sofía Beceiro (diseño general de vestuario); Paula Bentancor, Paula Migliaro, Paula Kryger, Paula Gutiérrez (asistencia y realización de sombrería y espaldares); Florencia Villagrán, Yisela Carlis, Daniela Real, Jacqueline Acevedo, Dahiana Ramos (realización de vestuario); Giana Prenol, Valentina Sandre, Patricia Dibello (colaboradoras).
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