Un adolescente de 13 años fue asesinado en una balacera en Piedras Blancas, un niño de 11 años fue baleado en Casabó, un hombre fue asesinado y su hija de dos años fue herida. Un hombre asesinado e incinerado en La Paloma; otro hombre baleado, apuñalado y prendido fuego en Santa Catalina.
Una mujer recibió el impacto de una bala perdida en el cuello. Homicidio en el centro de Montevideo, un joven recibió 30 disparos. Adolescente de 15 años grave tras haber sido baleado en Sayago. Mataron a uno de los integrantes de Los Chineppes, banda de Cerro Norte.
Todos estos crímenes sucedieron entre enero y febrero de 2025. El año pasado decenas de personas fueron baleadas, heridas y asesinadas; casos que siguen sin resolverse y de los que se desconocen los motivos, pero que suelen ser catalogados como ajustes de cuentas en el discurso público.
“Tranquilos, ¿qué vamo a hacer? Es un ajuste de cuentas, está todo bien”, canta, con ironía y sobre una pista infantil, la murga Doña Bastarda en un cuplé que ahonda en estas realidades.
Emiliano Tuala, letrista de la murga, dijo a la diaria que sabían desde el inicio que querían abordar el tema del ajuste de cuentas: “No sólo como hecho en sí, sino como la sociedad lo mira y de algún modo lo naturaliza. Nos hemos acostumbrado a mirar el fenómeno de los ajustes de cuentas como algo distante, ajeno, que pasa en las noticias como puede pasar el clima o la cotización de la moneda”.
A partir de la historia de Chucky, que era el narco del barrio, “referente del lugar”, la murga va acumulando historias. “Esta es la historia de Susy / que es la madre de un pibito / compañero de este Tato / un amigo de aquel Chucky / que era el narco del lugar. / Una piba laburante / con seis pibes sin el padre / es la jefa del hogar. / Un buen día iba al trabajo / cuando se escuchó un disparo / un estruendo criminal. / No tenía antecedentes / pero el padre de los nenes / está preso en el Comcar. / Tranquilos, ¿qué vamo a hacer? Es un ajuste de cuentas, está todo bien”.
Y es la historia de Juanma, “un amigo de la escuela / del sobrino de la Susy / que es la madre de un pibito / compañero de este Tato / un amigo de aquel Chucky / que era el narco del lugar”.
“Es un cuplé que no apuesta al efecto”, relató el letrista, “en este momento queríamos la atención del público, que se enganchara y pusiera la oreja. Es un cuplé que acumula mucho texto y en algún punto al espectador lo puede apabullar. Y eso también es parte de la búsqueda, porque a priori cualquiera de los casos sueltos puede pasar desapercibido”.
Sobre la elección de la música, apuntó que va en la misma línea que los versos “tranquilo, ¿qué vamo a hacer?”", es decir, la ironía. “Nosotros lo exponemos de la forma artística que podemos, pero hay algo muy sórdido y oscuro detrás de esa realidad a la que estamos acostumbrados”.
Las últimas estrofas, sobre el caso de Julio, un jubilado que fue alcanzado por una bala perdida, funcionan como bisagra en el cuplé. Es la primera muerte “no merecida” dentro de la lógica de acumulación, pero, de todas maneras, “todos saben que esto le pasó por ser el pariente de una tipa / que crio al papá de Juanma / un amigo de la escuela / del sobrino de la Susy / que es la madre de un pibito / compañero de este Tato / un amigo de aquel Chucky / que era el narco del lugar”.
Tuala lo explicó así: “Es llevar al extremo la personalización de las víctimas. 'Mira que esta persona que iba caminando por la calle es como vos', ¿no?, como si las otras personas no fueran también como uno. Es decir 'mirá que también vos podés ir caminando por la calle y te puede dar una bala perdida y van a decir en los informativos que seguramente tenías algo que ver”.
“Ya sabés que algo habrán hecho / si se matan entre ellos / si las cuentas al final no dan tan mal”, canta la murga al final. “Es la lógica de las guerras y los daños colaterales”, explicó Tuala, “al principio las muertes tienen conexión directa, pero cada vez son más colaterales y se sigue diciendo 'algo habrán hecho'”.
El letrista puntualizó también que hay una “cuestión social” en la reacción a los ajustes de cuentas: “Son muertos sin nombre y sin apellido. Hay determinados muertos cuyas historias no conocemos, que parece que no importan y pasan de largo”.
En la mala
El cuplé forma parte del espectáculo En la mala, que tiene un concepto fuerte detrás: el hilo conductor lo lleva Imanol Sibes, que representa a un hombre en situación de calle. Dijo Tuala: “Sabíamos desde un primer momento que caminábamos por la cornisa porque había un montón de equilibrios que queríamos mantener”.
La pregunta principal fue “¿cómo hacer un espectáculo que no sea facho ni tampoco romantice esa realidad? Y trasladado al código murguero”, explicó Tuala. Se abocaron a representar un universo que “a nuestros ojos puede ser muy homogéneo”, pero “tiene una gran diversidad interna. La gente que vive en la calle es como un recorte de la sociedad, te podés encontrar tipos buenos, tipos jodidos, tipos pesados, tipos muy racionales y muy cálidos”.
Llegaron al Concurso Oficial de Carnaval tras meses de “mucho trabajo” y con dudas de cómo se iba a interpretar el espectáculo. “Funciona en todos los barrios”, celebró Tuala, “lo que me parece impresionante es que se acerca gente que está en calle a decirnos que se siente identificada, alguien se acercó en un tablado y contó que gracias al espectáculo su familia había decidido darle otra oportunidad”.
El mensaje que queda resonando en el aire cuando la murga se baja es el que Sibes verbaliza hacia el final del espectáculo: “El gobierno que se va tiene mucha responsabilidad, pero vos y yo también somos culpables. [...] Seguro que el cambio empieza por volver a sentir algo por el otro, y por exigirles más, mucho más, a los gobernantes que vendrán”.