Stephen Hawking fue uno de los físicos más populares del último siglo, cuya presencia logró desbordar los ámbitos habituales de la ciencia para conquistar un lugar en el imaginario de la cultura popular, como bien atestiguan sus participaciones en episodios de Los Simpson y la serie de ciencia ficción Star Trek. A su brillante labor intelectual se sumó la lucha contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), lo que al tiempo que hizo de su vida un ejemplo del intento del ser humano por superar los límites, tanto físicos como del conocimiento, también reforzó su popularidad. Poco sentido tiene preguntarse si Hawking hubiera sido el fenómeno singular que fue de no haber publicado en 1988 Una breve historia del tiempo, libro de divulgación que logró la fascinación, tanto de científicos como del público en general, por los agujeros negros, el inicio del universo y las arrugas del espacio-tiempo. Ameno, didáctico y ejemplo del esfuerzo de un científico de gran porte por que las ideas lleguen con sencillez al gran público, Una breve historia del tiempo se convirtió en un clásico y en uno de los más grandes best sellers de la ciencia. Su pluma, aguda y firme, volvió a brillar en El universo en una cáscara de nuez (2001) y El gran diseño (2010, escrito en colaboración con Leonard Mlodinow), en el que llegaba a plantear, no sin cierto descaro y provocación, que hoy muchas de las grandes preguntas de la filosofía –por ejemplo por qué hay algo en lugar de nada– son en realidad más adecuadas para la física.
Ahora, a poco más de medio año de su muerte, se acaba de editar en el mundo anglosajón el primer libro póstumo de Stephen Hawking, que lleva por título Brief Answers to the Big Questions, que en español probablemente se edite como “Respuestas breves a las grandes preguntas”. Reconociendo que muchas personas se acercaban a Hawking para saber su opinión sobre los más variados temas, el editor señala en la nota que introduce el libro que “Stephen mantenía un enorme archivo personal de las respuestas que daba, que adoptaron la forma de conferencias, entrevistas y ensayos”. El libro es entonces una recopilación de esas respuestas dadas a temas tan variados como la existencia de Dios, la posibilidad de que haya otra vida inteligente en el Universo, si es posible viajar en el tiempo o predecir el futuro, si debemos colonizar el espacio o si la inteligencia artificial superará en algún momento a la nuestra. “Stephen siempre se sintió atraído por las grandes preguntas, estuvieran profundamente relacionadas con su ciencia o no. Él tenía las habilidades necesarias, la sabiduría y la confianza”, dice en el prólogo su colega, amigo y ganador del premio Nobel de Física el año pasado por su trabajo sobre las ondas gravitacionales, mostrando su asombro ante la habilidad de Hawking para abordar con altura y compromiso los temas que se tratan en el libro.
El universo en diez preguntas
“La ciencia real puede ser mucho más extraña que la ciencia ficción, y mucho más gratificante”, afirma el autor en las primeras páginas de su libro. “El problema es que mucha gente cree que la ciencia real es demasiado difícil y complicada como para poder comprenderla”, diagnostica, y por ello la necesidad de publicar este libro, que había comenzado a armarse antes de su fallecimiento: está convencido de que “la mayoría de la gente puede entender y apreciar sus ideas básicas si son presentadas en una manera clara sin ecuaciones, lo que no sólo creo que es posible, sino que es algo que he disfrutado tratando de lograr durante toda mi vida”.
Tras una breve introducción en la que repasa su vida –y en la que afirma que en el liceo era un alumno de mitad de tabla para abajo–, el libro se organiza en capítulos que abordan los grandes interrogantes. “La ciencia está contestando cada vez más preguntas que solían ser campo de la religión”, sostiene en el capítulo que se propone abordar no tanto si existe Dios sino la falta de necesidad de recurrir a su existencia para dar inicio al universo en el que vivimos y comprender por qué es como es. Eso lleva directamente al segundo capítulo, titulado “¿Cómo comenzó todo?”, en el que se refiere a cómo la ciencia le permite afirmar que el universo tiene un comienzo en el Big Bang, y todas las consecuencias que ello trae.
Determinado el origen del universo, Hawking se pregunta entonces si somos la única forma de vida inteligente que lo habita, aun cuando afirma que el comportamiento de los humanos a lo largo de la historia ha sido bastante estúpido. Como ya ha afirmado antes, para el científico necesariamente debe de haber otras formas de vida inteligente, pero sostiene que seguramente no estén muy próximas a nosotros. El capítulo sobre si podemos predecir el futuro aborda cuestiones sobre el determinismo, la mecánica cuántica y el enojo de Albert Einstein ante el principio de incertidumbre. Para Hawking, nada impide que a nivel teórico se pueda predecir con exactitud el futuro –al menos una combinación de posiciones y variables–, pero la dificultad radica en los cálculos que permitan aterrizar esa predicción teórica en la práctica.
Para los fanáticos de la obra de Hawking o de los misterios del universo, el capítulo que se pregunta qué hay dentro de un agujero negro seguro será inolvidable, aunque es justo decir que no es una de las “grandes preguntas” que plantea la obra en su título. Como afirma el autor, “los agujeros negros son más extraños que cualquier cosa soñada por los escritores de ciencia ficción”, y el siguiente tramo del libro continúa con el juego al preguntarse si es posible viajar en el tiempo. Más allá del viaje temporal como recurso, el físico explica lo que la ciencia piensa hoy sobre la forma del espacio-tiempo. Dado lo que concluye sobre el viaje en el tiempo, las siguientes dos preguntas son más que relevantes: “¿Sobreviviremos en la Tierra?” y “¿Debemos colonizar el espacio?”.
Para cerrar el libro, Hawking se pregunta si la inteligencia artificial superará a la nuestra y cómo darle forma al futuro. Ante lo primero señala que “no debemos tenerle miedo al cambio” y que “nuestro futuro es una carrera entre el poder creciente de nuestra tecnología y la sabiduría con que lo usamos”. Para responder el segundo interrogante el popular científico termina haciendo un llamado a desatar la imaginación y, junto a una buena formación científica y una curiosidad sin límites, darle forma al futuro.
Así como Miles de millones, la recopilación de artículos y conferencias de Carl Sagan, es un libro magnífico que resume con lucidez el pensamiento de un científico a propósito de temas como la inteligencia o dónde poner los límites para despenalizar el aborto, Respuestas breves a las grandes preguntas es una obra maravillosa para acercarse al pensamiento de uno de los grandes físicos de todos los tiempos y ver cómo, aun cuando bucea en distantes agujeros negros, la ciencia es una disciplina narrativa que no hace más que hablar de la esencia de lo que nos hace humanos.