El día llega a su fin. El cuerpo se desliza sobre la cama hasta apoyar la cabeza en la almohada. Un profundo suspiro y los párpados cubren los ojos. Llegó la hora de dormir. Pero algo se interpone: la cabeza se llena de pensamientos, hay ruidos que distraen el sueño, retorna el estrés. Pasa el rato, un poco de Twitter, Instagram y quizá Facebook. Una vuelta para acá, otra para allá. El peor error es mirar la hora y empezar a descontar minutos de sueño. Noches y noches así me llevaron a buscar una solución –barata– y la encontré en la música. Los auriculares en los oídos y, a continuación, el sonido de la lluvia, una voz que te habla y te invita a relajar cada parte de tu cuerpo y conectarte con tu mente. Un sonido suave que reduce el ritmo cardíaco. Tranquilo. La mente se despeja. En algún momento de la vigilia, Morfeo me alcanza y estoy dormida. El corazón se vuelve a acelerar con la sorpresa de despertar en la madrugada con truenos, viento y lluvia en la cabeza, pero alcanzar el sueño es un objetivo cumplido. La música replica la invitación de Joaquín Sabina: quédate a dormir.
Mi solución no es original. La musicoterapia –que implica el uso del sonido, la melodía y la armonía en el tratamiento de trastornos emocionales y neurológicos, enfermedades mentales, fobia social y reducción del dolor en enfermos– es cada vez más popular. El potencial de la música y su uso exitoso en entornos terapéuticos y clínicos hace que sea una opción viable y de bajo costo en el tratamiento de la pérdida de sueño. Así lo demuestra el trabajo de un grupo de investigadores de la Universidad de Sheffield, Inglaterra, publicada en la revista científica PlosOne.
Para conocer, preguntar
La pérdida de sueño es un problema generalizado en la sociedad moderna que tiene graves consecuencias tanto físicas como económicas, dado el alto costo de los psicofármacos inductores del sueño, que además reducen la atención y la respuesta a estímulos. La música se abre camino como una alternativa económica, saludable, sin efectos secundarios adversos –al menos no constatados hasta el momento– y con efectos positivos a largo plazo, según sostienen los investigadores, que afirman que “la música puede impactar sobre los estados físicos, psicológicos y emocionales”. Quienes disfrutamos de despegarnos del mundo mediante la música, lo experimentamos a lo largo del día y en diferentes situaciones. En una fiesta la música nos excita y nos hace bailar, durante la mañana regula nuestro humor, reduce la ansiedad y nos alegra, a veces. En ese sentido, se puede explicar el éxito de la música como ayuda para dormir.
Los investigadores diseñaron la primera encuesta online con preguntas cerradas y abiertas, en busca de datos cuantitativos y cualitativos, para determinar quiénes usan la música para dormir, por qué creen que la música los ayuda a conciliar el sueño y qué tipo de música eligen para hacerlo. Si bien esta forma de recolección de datos tiene algunas limitaciones, como la imposibilidad de dibujar conclusiones objetivas sobre el efecto y la eficiencia de la música en el sueño, el estudio arrojó resultados interesantes sobre el uso de la música para dormir en la población general fuera de tratamientos terapéuticos y grupos clínicos.
651 personas de entre 18 y 79 años respondieron la encuesta de forma voluntaria. Del total, 62% (403 personas) sostuvieron que recurren a la música para conciliar el sueño; 26,55% lo hacen al menos una o dos veces al mes; 22% una o dos veces al año, y 4,2% todos los días. Los jóvenes que escuchan música varias horas al día son quienes utilizan la música con más frecuencia para dormir. La situación se repite entre quienes experimentan alto nivel de estrés, ansiedad o trastornos mentales como depresión. Incluso quienes manifestaron no padecer de trastornos del sueño usan la música para mejorar la calidad de este.
Bach contra el estrés
Los encuestados señalaron una diversidad de razones por las que recurren a la música para dormir: “ayuda a dormir más rápido” y “reduce el tiempo antes de quedarse dormido” fueron las opciones con las que más se identificaron los encuestados. Entre las opciones de cómo la música los ayuda a dormir, 96% se mostró de acuerdo con que la música los relaja mentalmente y funciona como disuasor del estrés del día.
Entre las respuestas se identificaron 14 géneros musicales y 545 artistas. El compositor alemán Johann Sebastian Bach fue el más mencionado, seguido por el cantante pop Ed Sheeran, Wolfgang Amadeus Mozart y el compositor de música electrónica y experimental Brian Eno. La banda Coldplay y el pianista Frédéric Chopin también estuvieron entre los más escuchados. La música clásica, el rock y el pop son los géneros más populares para dormir entre los encuestados, mientras que el metal, la electrónica y el house ocuparon los últimos lugares. La música indie, sonidos ambientales y meditaciones se sostienen en el medio con unos pocos votos.
Los investigadores hallaron que los factores como la edad, el género, el nivel educativo, el área ocupacional y la percepción subjetiva del nivel de estrés, así como el gusto por escuchar música, están ampliamente asociados con el uso de música para dormir. Es más, el estudio concluyó que las elecciones de estilo musical desplazan las listas predeterminadas para dormir en plataformas como Spotify o Youtube, que consisten básicamente en música con un efecto sedante, con un tempo y amplitud más lentos. De acuerdo con el estudio, la música seleccionada personalmente resulta más analgésica y ansiolítica que la desconocida.
El estudio dejó a los científicos responsables algunas preguntas a responder en futuras investigaciones. Por ejemplo, comparar las diferencias y similitudes en los efectos sobre el sueño de la música personalmente seleccionada y la oferta comercial, y explorar cómo el efecto deseado por quienes recurren a la música para dormir influye en el género musical, canción o artista seleccionado. Un campo de investigación científica queda abierto, pero no hay dudas: la música nos asegura a muchos más horas de sueño y de mejor calidad.
Artículo: “Survey reveals how we use music as a possible sleep aid”.
Publicación: PLOSOne (11/2018).
Autores: T Trahan, S Durrant, D Müllensiefen, V Williamson.