Un equipo de psicólogos liderados por Kristin Brethel-Haurwitz, de la Universidad de Pensilvania, quien trabajó junto con colegas de la Universidad de Georgetown, llevaron adelante una investigación para estudiar a las personas que tienen un altruismo extraordinario, como es el caso de aquellas que donaron un riñón a desconocidos. Utilizando escáneres por resonancia magnética, Brethel-Haurwitz y sus colegas descubrieron que estos donantes altruistas eran más sensibles al miedo y el dolor de un extraño que un grupo de control, y que se les activaba en una región del cerebro llamada ínsula anterior, que es clave para emociones como el dolor y el disgusto.

Esta investigación, que fue publicada este mes en la revista científica Psychological Science, es la primera en mostrar un vínculo claro entre el altruismo del mundo real y la empatía por el dolor de los extraños. Los resultados obtenidos confirman la teoría de los autores sobre el papel de la ínsula anterior, una región bilateral del cerebro considerada un centro de actividad neuronal. “Se piensa que es un detector de saliencia –la capacidad de relacionar las funciones cerebrales de integración–, entonces, cuando algo importante está sucediendo, es más probable que esté activo”, explica Brethel-Haurwitz. “También se ha demostrado que se activa en estudios previos sobre la empatía para el dolor, por lo que planteamos la hipótesis de que surgiría aquí, aunque no estábamos seguros de verlo relacionado con el miedo”, agrega. La superposición mejorada entre el yo y el otro en la ínsula anterior en altruistas para el dolor y el miedo sugiere que esta región puede responder de manera más general a las emociones relacionadas con la angustia.

Para esta investigación, Brethel-Haurwitz y sus colegas seleccionaron a 57 personas: 29 altruistas extraordinarios y 28 adultos sanos que no habían donado un riñón, que conformaron el grupo de control. Después de responder un cuestionario para determinar la empatía inicial, cada individuo se emparejó con un extraño como compañero de estudio y luego completó una serie de 90 ensayos de tareas, 30 cada uno durante tres bloqueos de 12 minutos.

Los autores creen que su trabajo demuestra un punto importante que aportará información al debate sobre el papel de la empatía en el altruismo. Los hallazgos sugieren que, al menos para este grupo de altruistas extraordinarios, la empatía por los demás es una fuerza motriz relevante y un elemento fundamental del altruismo.

Annabel Ferreira, doctora en Biología con especialización en Neurociencias que se desempeña en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, comentó a la diaria que “esta experiencia es importante porque, de alguna forma, resuelve o al menos aporta al debate sobre si la empatía es la base de las conductas altruistas”. “Según lo que se sugiere en esta investigación, la distribución de la empatía seguiría una gráfica que va desde el cero, donde se ubicarían los psicópatas, hasta los que tendrían mucha empatía, que son aquellos con determinadas áreas cerebrales muy activadas ante ciertos estímulos. Pero lo central de este artículo es que, mientras que muchos proponían que el altruismo no se basaba en las conductas empáticas sino en un pensamiento frío –es decir, que la persona pensaba más en las consecuencias–, esto muestra que no es así. Otro dato relevante que surge de esta investigación se vincula con la afirmación de que la empatía tenía una linterna muy sesgada a los más cercanos, a nuestros parientes, a nuestros amigos, mientras que no somos tan empáticos con quienes no conocemos. Lo que se afirma al final de este artículo es que esto no es tan así, que hay gente que puede ser muy altruista con personas totalmente desconocidas, sin esperar ningún tipo de retribución o reconocimiento”, explica.

Artículo: “Extraordinary Altruists Exhibit Enhanced Self-Other Overlap in Neural Responses to Distress”.

Publicación: Psychological Science (setiembre de 2018).

Autores: Kristin M Brethel-Haurwitz, Elise M Cardinale, Kruti M Vekaria, Emily L Robertson, Brian Walitt, John W VanMeter y Abigail A Marsh.