El equipo Roberta es llamado a la pista tres. Parte de la tribuna aplaude y festeja. Un joven se acerca al centro del salón. Pasa la pista uno, la pista dos y se detiene ante la plataforma de la pista tres. Coloca el robot de su equipo sobre una superficie blanca con una franja negra. Presiona un botón y el robot comienza a moverse completamente solo sobre la línea, sigue sus curvas, esquiva obstáculos, junta cubos y los amontona en una esquina. Cumple la misión tras algunos intentos. Ese fue el desafío de la categoría básica de sumo.uy.

sumo.uy es una actividad que tiene lugar en la Facultad de Ingeniería (Fing); comenzó el 3 de setiembre y terminó ayer, y desde hace algunos años, además, forma parte de las actividades que se inscriben en el marco del Día del Futuro de la diaria. La consigna: escolares, liceales y universitarios de todo el país se encuentran para competir, compartir y aprender sobre robótica e inteligencia artificial. Si bien a lo largo de la semana se realizan presentaciones de trabajos de investigación, exposiciones y talleres, la principal atracción son las competencias de robots.

El evento nació en 2004 con una sola categoría. Con los años, aumentó la participación de competidores y la difusión de la actividad, lo que motivó la creación de otras categorías y espacios. También creció la participación femenina: “Siempre hay más hombres, pero no se nota para nada la ausencia de mujeres. Aumentó, sin dudas”, tanto entre los participantes como en la organización, subraya Gonzalo Ávila, uno de los ingenieros referentes de sumo.uy.

Competencias

Las competencias robóticas tienen distintos niveles de dificultad y conocimientos requeridos; una de las más sencillas le dio el nombre al evento: sumo libre. “Son dos robots que se colocan sobre una plataforma circular y cuando el juez lo indica, deben buscarse entre ellos y empujarse. El que queda arriba gana. El que hace dos puntos gana”, explica Ávila, entusiasmado. “La sencillez misma lo hace adictivo”, sostiene, y añade: “Es fantástico”. En esta categoría no importa la formación: puede participar cualquiera que tenga un robot que cumpla con las condiciones necesarias.

Las categorías más complejas están reglamentadas por el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IIEE): IEEE Open e IEE Sek. Según explica el ingeniero, estas categorías comparten el desafío con otros eventos de robótica en América Latina. Participar de esta categoría brinda a los ganadores la posibilidad de viajar a otros países de la región. En la IEEE Open los participantes debieron programar un robot para optimizar el proceso de logística en puertos. La letra del desafío planteaba que en un puerto ficticio, el robot debía ser capaz por sus propios medios de descargar los contenedores de los barcos y conducirlos hacia los almacenes, y luego realizar el proceso contrario.

Por su parte, la IEE Sek este año estuvo enmarcada en la conducción de vehículos autónomos. Se diseñó una pista en representación de una ciudad, con paradas de ómnibus y una localidad en la que se celebraba un concierto. El robot del competidor debía desplazarse y detenerse en algunas paradas, levantar pasajeros y llevarlos al centro de la ciudad a disfrutar del recital.

Sumo.uy en la Facultad de Ingeniería

Sumo.uy en la Facultad de Ingeniería

Foto: Andrés Cuenca

Insectos mecánicos

“Todos los años se busca una temática [para el evento], y en base a eso se diseña la letra de algunos desafíos. Este año se eligió los insectos”, dice Ávila. Explica que hay algunas líneas de investigación en robótica que se inspiran en los mecanismos de los insectos para realizar tareas complejas en equipo sin necesidad “alta de computo”. “En la informática, y en particular en la robótica, se traduce en optimización de recursos, poder ejecutar tareas complejas con unidades de computo relativamente sencillas”, añade.

En base a la temática se definieron los desafíos de la categoría básica y avanzada, recomendadas para liceales. La primera se inspiró en las hormigas cortadoras. Los robots de los equipos competidores debían imitar el comportamiento de estas hormigas: desplazarse cerca del hormiguero y recolectar elementos para luego trasladarlos al hormiguero. Este fue el desafío que cumplió el equipo Roberta.

La categoría avanzada se enfocó en las abejas. En el ejercicio del problema se les presentó a los competidores un escenario en el que hay polen contaminado y polen apto para ser recolectado. “El agente robótico del competidor simularía ser la abeja que va recolectando polen de aquellos lugares en los que está apto y debe llevarlo a la colmena, que a su vez [el equipo] tiene que construir”, señala Ávila.

Los robots que participan anualmente en la competencia son autónomos, es decir que “deben ser capaces de desplazarse a través de los escenarios y de cumplir con los objetivos planteados sin intervención humana de ningún tipo, sin necesidad de comunicación con otros equipos computacionales externos al robot y utilizando únicamente los dispositivos que llevan a bordo”, se establece en la presentación del evento.

Talleres y exposiciones

Los talleres contemplan una diversidad de temas que varía cada año. En esta edición se realizaron un taller de robótica reciclada, enfocado en el módulo genérico de la plataforma Butiá; una introducción a la programación de la categoría SumBot; un taller sobre armado del robot Butiá, que aporta “técnicas generales y aspectos prácticos relacionados con la construcción y el armado del robot”, entre otros. El proyecto Butiá es una iniciativa de docentes de la Fing que tiene como objetivo “la creación de una plataforma simple y económica capaz de permitir a estudiantes y docentes de secundaria, primaria y UTU interiorizarse en las ideas básicas de la programación en robots”, se explica en el sitio de la Universidad de la República.

Las exposiciones varían según el día de la semana. Se expusieron robots y obras artísticas. El miércoles se presentó un robot controlado de forma inalámbrica por contracciones musculares. Fue diseñado por dos estudiantes de la Fing en el marco del Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil y constituye un piloto para el desarrollo de sillas de ruedas controladas por señales electromiográficas. “Hay cosas bastante locas”, sostiene Ávila, y pone como ejemplo a un estudiante que está trabajando en un robot que tiene como objetivo transportar personas con movilidad reducida dentro de un supermercado. “Está todo integrado en un robot: la planificación de la ruta, evitar obstáculos y transportar a una persona”, explica.