El trabajo, que analizó 922 estudios del impacto de las ciudades en la biodiversidad entre 2010 y 2018, fue publicado en la revista Nature Sustainability por un grupo de científicos liderado por Rob McDonald del Programa Ciudades Globales de la organización no gubernamental The Nature Conservancy, creada en 1950 en Estados Unidos a partir de la Sociedad Ecológica de América, fundada en 1915.

El artículo, que se centra en el crecimiento del área ocupada por ciudades y cómo este afecta la biodiversidad –entendida como “la variabilidad entre organismos vivos, desde genes a especies, ecosistemas y biomas”– demuestra que vivimos el período de expansión urbana “más rápido de la historia”: para 2030 se espera que cerca de 1.200 millones de personas se sumen a vivir en ciudades en todo el planeta, principalmente en China, India, Nigeria e Indonesia.

Esta expansión urbana causa impactos tanto directos como indirectos. El impacto directo más importante es consecuencia de la propia expansión: entre 2000 y 2030, 290.000 km2 de hábitats naturales pasarán a ser de uso urbano. Salvo para perros, gatos, ratas y animales y plantas que proliferan en las ciudades, para el resto de los seres vivos tal expansión no es una buena noticia, más aun cuando las ciudades producen alteraciones en los ambientes que afectan su conectividad, dejando así parches naturales cada vez más aislados. Los países en los que esa expansión afectaría a más de 10.000 km2 serán Estados Unidos, Brasil, China y Nigeria. Por otro lado, el trabajo predice que los biomas con más superficie afectada serán los bosques templados caducifolios seguidos por los bosques húmedos tropicales, señalando que es en este último “donde se localizan algunas de las más rápidas expansiones urbanas, como en la costa de Brasil, el oeste de África y el sudeste de Asia”.

El estudio también es crítico respecto de cómo se hace ciencia: “De los estudios de los impactos directos del crecimiento de las ciudades en la biodiversidad, 72% son de países de altos ingresos”, como Estados Unidos o los miembros de la Unión Europea, cuando esos países “sólo tienen 17% de la población mundial”, mientras que de los países de ingresos medios bajos y bajos, que representan 49% de la población mundial, sólo proviene 7% de los estudios. “La relativa falta de estudios científicos en países de ingresos medios y bajos es preocupante, ya que es para estos países que pronosticamos la mayor pérdida de hábitat por causa de las ciudades”, dicen sin tapujos los autores, que además señalan que es allí donde el crecimiento urbano causará mayor impacto en la biodiversidad.

De las 30 ecorregiones que contienen 78% de los vertebrados terrestres endémicos amenazados por el crecimiento urbano, “sólo tres tienen más de diez estudios publicados”, mientras que otras, como los bosques lluviosos de Java o los bosques de tierras altas de Camerún, no tienen ninguno. También encontraron sesgos en las especies estudiadas: 74% se concentró en especies terrestres, 47% lo hizo en plantas, y “las aves (19%) son estudiadas más que los insectos (8%), a pesar de que la riqueza de especies de insectos excede ampliamente a la de las aves”. Sobre los organismos de agua dulce apenas dan cuenta 20% de los estudios de diversidad urbana, mientras que de los organismos marinos lo hace sólo 7%.

Los impactos indirectos tienen que ver con los recursos consumidos por las ciudades, como la energía y los alimentos, así como los de “desperdicios sólidos, líquidos y gaseosos” que producen las ciudades y que, a diferencia de los impactos directos, que son locales, son más regionales y hasta globales. Los investigadores señalan que sólo 34% del total de trabajos sobre impactos de las ciudades se ocuparon de los indirectos, y que hay sesgos también por ingreso y por ubicación geográfica. “La escasez de estudios científicos sobre los impactos indirectos es preocupante, ya que los datos globales disponibles sugieren que los impactos indirectos pueden ser aun más sustanciales para la biodiversidad global que los impactos directos” critican los autores. Recuerdan que se ha mostrado que la huella ambiental más importante de las ciudades “es el consumo de alimentos”, y señalan que el área afectada a producción agrícola para abastecer a las ciudades es 36 veces mayor que la de las propias ciudades.

Artículo: “Research Gaps in Knowledge of the Impact of Urban Growth on Biodiversity”.

Publicación: Nature Sustainability (diciembre de 2019).

Autores: Rob McDonald, Andressa Mansur, Fernando Ascensão, Melisa Colbert, Katie Crossman, Thomas Elmqvist, Andrew González, Burak Güneralp, Dagmar Haase, Maike Hamann, Oliver Hillel, Kangning Huang, Belinda Kahnt, David Maddox, Andrea Pacheco, Henrique Pereira, Karen Seto, Rohan Simkin, Brenna Walsh, Alexandra Werner, Carly Ziter.