Mónica Marín no es una científica cualquiera. No porque se haya destacado en el campo de la bioquímica y fuera una de las promotoras de la carrera de posgrado en biotecnología. Tampoco por sus valiosas y numerosas publicaciones sobre proteínas recombinantes –proteínas producidas en organismos a los que se les introducen genes que las codifican de otros organismos– y el plegamiento de las proteínas, ni por la cantidad de estudiantes a los que ha guiado en tesis de grado, maestría y doctorado. O mejor dicho, Marín no es una científica cualquiera únicamente por todo lo antes dicho, sino también por ser una de las pocas mujeres que ha roto el techo de cristal de la ciencia: en una carrera de obstáculos injustos, Marín no sólo llegó a ser docente grado 5 –el máximo en la Universidad de la República– sino que en octubre de 2018 fue elegida, por unanimidad, decana de la Facultad de Ciencias, cargo que ocupará hasta 2022.
Pese a tener una trayectoria académica tan enorme como la de un cometa de largo período, al recibirnos en su despacho de Decanato en Facultad de Ciencias se la nota un poco nerviosa. “Todavía estoy aprendiendo a relacionarme con la prensa”, dice la investigadora que, hasta ahora, ha pasado más tiempo en los laboratorios que eligiendo las palabras adecuadas para que un periodista distraído –o un editor ávido de un título impactante– no le haga decir lo que no dijo (ver recuadro en esta nota). “Ser decana es algo que nunca estuvo ni en mis sueños ni en mis pesadillas”, dispara, pero a medida que la entrevista avanza se nota cómo los ojos le brillan al pensar que lo que hace puede ayudar a que los estudiantes de su Facultad sean más felices y tengan más oportunidades laborales, o que este país tenga una ciencia sólida, honesta y de calidad. Puede no haber soñado con ser decana, pero Marín tiene unos cuantos sueños para la institución en la que ha pasado gran parte de su vida.
Sos la primer mujer decana de Facultad de Ciencias y estamos a escasos días del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Pensás que la visibilidad de las mujeres en altas posiciones en la ciencia puede ayudar a revertir algunas de las notorias inequidades de género que hay en el área?
Creo que de alguna manera se siente un compromiso mayor y que, y además lo demuestran objetivamente los números, la inserción y el desarrollo de la carrera científica es desigual. Como mujer una tal vez se pregunta más por qué sucede eso y se plantea de qué manera se puede promover un desarrollo más igual. Me parece que nosotras tenemos un compromiso mayor en tratar de entender las causas y en ver qué se puede hacer. Es interesante observar que el desarrollo también es muy desigual según las áreas del conocimiento, es muy distinto física o matemática que lo que pasa en biología. A mí por ejemplo me asombra ver que en Física hay solo tres mujeres docentes. Una se pregunta qué pasó. Porque además se observa que también el ingreso es bastante desigual: las mujeres vienen menos a inscribirse en estas carreras. Sin embargo, dentro de las Ciencias de la Atmósfera o de Física Médica el asunto es más parejo. Para encontrar por qué existe este problema con las mujeres en la ciencia hay que ir hacia atrás, ver qué sucede en los niveles de educación previos y hasta en la propia casa de cada uno. Creo que hoy hay un sentimiento distinto hacia estudiar y entender esa diferencia.
Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
“El 11 para celebrar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia vamos a hacer una pequeña muestra en el hall de Facultad. Además, el día coincide con el inicio de las inscripciones. La idea es que las científicas, tanto estudiantes como docentes, muestren sus trabajos. Vendría a ser como una Latitud Ciencias en miniatura. No van a venir las escuelas, porque aún no están con clases, pero invitamos a las maestras, maestros, profesoras y profesores de Secundaria y al público en general a que se acerquen y estén en contacto con científicas concretas”.
Desde las 10.00 hasta las 14.00 del lunes 11 en el hall habrá actividades interactivas, juegos, posters y afiches con investigaciones y trabajos de las investigadoras y con información general sobre las carreras que ofrece Facultad de Ciencias.
¿Sentís que el hecho de ser decana ayuda a darle más visibilidad al tema?
Una se siente más libre para plantear que se tome en cuenta el tema y se ponga sobre la mesa.
¿Y sentís que por ser mujer hay más presión para que abordes el tema?
No es presión, son ganas de meterme en el tema; no por obligación, sino por interés. Ahora, si tenemos que trabajar en niveles previos al ingreso a la Universidad, trataremos de colaborar en esa tarea.
Por este rol que da visibilidad y muestra que sí es posible que las mujeres sean excelentes haciendo ciencia y también ocupando cargos relevantes en la academia, uno está tentado a ponerte como ejemplo. ¿Te costó hacer tu carrera en ciencia por ser mujer?
Yo no puedo decir que sentí discriminación en ningún momento, aunque sí a veces hubo cosas más sutiles. Por ejemplo, en una ronda de conversación, se siente una especie de menosprecio, aunque esa no es la palabra. Es como que sentís que no te escuchan o que lo que decís es ignorado, pero más allá de eso no creo haber enfrentado alguna dificultad por ser mujer. Hay que tener en cuenta que muchas veces son cosas circunstanciales, depende del lugar en que estés, del grupo de investigación del que formes parte. Tal vez tenga que ver que en bioquímica la mayoría somos mujeres. Ahora, tampoco es una tarea fácil, es un trabajo complejo que implica dedicación y mucho esfuerzo. En mi caso tuve mucha suerte, conté con el apoyo de mi madre cuando mis hijos eran chicos, y mi esposo también, y eso es vital para los congresos, las pasantías. La vida científica no siempre es fácil de resolver, requiere irte uno o dos meses y si tenés hijos pequeños, al menos en mi caso, el apoyo familiar fue importante, tanto de la pareja como de los abuelos.
¿Además de la guardería [ver recuadro], hay alguna medida que puedas adelantar al respecto de la inserción de las mujeres en la ciencia y en la carrera científica?
Por ejemplo, hoy no tenemos una comisión de género central en la Facultad o en el Consejo, y eso es algo que queremos poner en marcha. Hay sí comisión de género de las funcionarias, pero no de la Facultad. Seguro que algunos van a decir que no es un tema para ellos, otros que sí, pero es importante que comience a funcionar. Es importante también incorporar a las estudiantes a la discusión de este tema, porque las he escuchado hablar y de alguna manera se sienten menos valoradas. Creo que una comisión de género va a impulsar la discusión en todos los institutos y en todos los grupos.
En abril-mayo vamos a abrir la discusión sobre una cantidad de temas. Algunos son más internos, pero otros pasan por tratar de ver qué queremos de la Facultad de Ciencias de acá a diez o 15 años. La idea es hacer una autoevaluación que al mismo tiempo plantee metas al menos para la próxima década. En ese contexto uno de los temas que vamos a abordar sí o sí es el tema de género.
Ya que hablamos del futuro, ¿cuáles consideras que son los principales desafíos que vas a tener que enfrentar desde el decanato, más allá de lo presupuestal, que seguro pone limitaciones a abrir nuevas carreras y posgrados?
Las cuestiones fundamentales son promover la ciencia, que sea de calidad, hecha de la mejor manera. Es cierto que hay limitaciones presupuestales, pero eso no es excusa para hacer ciencia de menor calidad. El tema presupuestal sin dudas que es fundamental, sobre todo en un área en la que si miramos el número de estudiantes que ingresa, unos 500 estudiantes por año, capaz que la inversión por estudiante puede parecer cara, pero el desarrollo científico así lo requiere, el equipamiento no puede ser obsoleto, todo el tiempo tenés que estar actualizado. Hay que ser creativos y aprovechar los recursos humanos que ya están, obvio que sin presupuesto es más difícil, pero si dijéramos que no precisamos nada y que no tenemos que pensar nuevas cosas, creo que me decepcionaría profundamente. Tiene que haber un desarrollo de áreas que precisamos y no podemos quedarnos con el “no hay fondos, no se puede”. Eso no lo acepto. El otro tema crucial de la Facultad de Ciencias es lograr la inserción de los egresados en el mundo del trabajo, mostrar cuál es su perfil, lo que saben hacer y ayudarlos a que tengan opciones de inserción fuera de la institución. Algo que trascienda esa pasión por la investigación, que por momentos nos obsesiona tanto que para algunos puede parecer un vicio, que además de desarrollarlos en eso implique abrir puertas para el mundo del trabajo.
Quienes hablamos con investigadores entendemos a qué te referís, a esa pasión por resolver problemas que es la ciencia. Sin embargo, fuera de la academia a veces ese “vicio” se ve como un defecto, como si los científicos tuvieran un hobby caro mientras que lo que el país precisa es que aporten al mundo productivo. En el mundo académico la discusión ciencia básica versus ciencia aplicada ya fue saldada, pero para el afuera, para el sistema político por ejemplo, no es tan clara. ¿Creés que venir del campo de la biotecnología, que es una ciencia que hoy está en auge y que tiene mucho que aportar al mundo productivo, te ayudará a hacer que se comprenda que sólo pensar en el uso utilitario de la ciencia es un error y lo importante que es esa pasión que tienen ustedes?
Yo me he dedicado más bien a investigación básica, pero siempre sentí que hasta era una obligación moral, tratar de vincular eso en lo que estoy trabajando con algo que sirva al país, a la salud humana, en los casos que fuera posible. Durante muchos años trabajé en la síntesis de proteínas a nivel básico, tratando de entender por qué una proteína se pliega distinto en una célula que en otra, qué es lo que afecta, además de la secuencia de aminoácidos, a ese plegamiento tridimensional. Me dedicaba a un aspecto de la investigación básica que, de cierta manera, estaba a un pasito de la producción de proteínas recombinantes. Cuando digo que la investigación es un vicio es porque te atrapa, te envenena, vas para tu casa y seguís pensando, llega el fin de semana y seguís dándole vueltas. Y cuando cambian las metodologías volvés a repensar el problema, retomás todas las preguntas que te hiciste pero desde las nuevas herramientas. Desde el posgrado de biotecnología tratamos de ver cuáles son los problemas vinculados a la producción y de qué manera desde nuestra disciplina se puede ayudar, tanto nosotros como todos los estudiantes del posgrado.
Retomando tu pregunta, no sé si gracias a eso lograré convencer a mucha gente. Sé que en la Facultad, desde sus orígenes, la investigación básica se daba casi de manera exclusiva. La ciencia aplicada ha ido ganando respeto a lo largo del tiempo, cada vez tenemos más convenios con distintas empresas y ministerios que recurren a la Facultad o que suscriben convenios para desarrollos concretos. Ojalá podamos darle otro empujoncito a eso.
¿Van a continuar con líneas estratégicas del decanato anterior de Juan Cristina, como por ejemplo la feria Latitud Ciencias o la Escuela de Iniciación a la Investigación Antártica, o se plantean cierta ruptura con lo anterior?
Hay muchas cosas que se han hecho y que mostraron ser exitosas e importantes que obviamente vamos a continuar. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con la visibilidad de la Facultad y su apertura a la sociedad. Sin dudas Latitud Ciencias, que es algo que ha entusiasmado muchísimo tanto en la interna como afuera, es algo que vino para quedarse. Lo mismo pasa con la Escuela de Iniciación de la Investigación Antártica, viendo el entusiasmo y la marca a fuego que deja en los estudiantes ese estímulo, también es algo que llegó para quedarse. También queremos abrir nuevas líneas, como por ejemplo fomentar una mayor interacción con docentes de secundaria. Queremos profundizar esos vínculos, tal vez participando más con los Clubes de Ciencia del Ministerio de Educación y Cultura, o trabajando con el Consejo de Formación, viendo si podemos dar cursos que les puedan interesar. Nos gustaría buscar ese acercamiento. En cuanto a la visibilidad de lo que hacemos, también queremos poder concretar un proyecto de fotogalería que muestre lo que se hace en Facultad, que se instalaría aquí pero que la idea es que luego circule por la ciudad, y es algo que estamos trabajando con el Centro de Fotografía de la Intendencia de Montevideo. También queremos integrar otros aspectos artísticos a la ciencia, otras manifestaciones culturales para que este lugar pueda ser también un sitio para exposiciones de arte, charlas, que permita traer a gente de otras actividades hacia aquí. Me gustaría empezar un diálogo y una interacción que ayude a que la ciencia se perciba como parte de la cultura y que, al mismo tiempo, sea patrimonio de todos.
El proyecto de la guardería
“Decana de Ciencias crea una guardería en la facultad para facilitar el desarrollo de las mujeres científicas”, titulaba el semanario Búsqueda en su edición del jueves 7 de enero. Sería una noticia fabulosa, pero ni la guardería se ha creado aún ni es la decana Marín la promotora de la idea, aspectos que quedan claros al leer la nota.
“Es cierto que estamos avanzando hacia una guardería, me encantaría que se concrete. Pero es un proyecto con el que tomé contacto unos días antes de asumir. Es un trabajo que iniciaron funcionarias y docentes de Facultad de Ciencias que tenían necesidades concretas junto con funcionarias del Institut Pasteur y del ISEF [Instituto Superior de Educación Física, que funciona en el mismo predio de Facultad de Ciencias] que se habían contactado con el Sistema Nacional de Cuidados”, dice Marín, quien agrega: “Lo concreto es que hoy no tenemos nada más que la propuesta presentada al Sistema Nacional de Cuidados, que ya dijo que este año no se va a implementar, así que esperamos que el año que viene se pueda concretar. Mientras vamos buscando fondos por otros lados”.
Donde sí está funcionando algo similar es en Facultad de Química, donde el pasado 17 de diciembre se inauguró la Sala de Recreación Infantil destinada a los niños a cargo de funcionarios, docentes y estudiantes de la institución y que está a cargo de educadores y profesionales en recreación. Desde Facultad de Química se considera que es “una de esas iniciativas que hacen la diferencia en la búsqueda de la tan anhelada equidad de género”.
Al asumir el decanato uno supone que vas a tener que alejarte un poco de la docencia –eras una de las coordinadoras e impulsoras del posgrado de Biotecnología– y de esa “pasión” que es la investigación. ¿Vas a extrañar esas cosas?
Espero no abandonar todo eso. Por un lado, me he comprometido a dar algunas clases, obviamente no en la cantidad que daba antes, porque el contacto con los estudiantes es una cosa fantástica. Por otro lado, estoy dirigiendo las tesis de un estudiante de grado, uno de maestría y dos de doctorado y porque a mí se me haya ocurrido asumir el decanato no quiere decir que los vaya a dejar en banda. Con ellos nos reunimos semanalmente, vemos resultados, escritura de artículos o tesis, diseño de experimentos. De alguna manera la pasión por la investigación la vivo a través de ellos. Trato de leer artículos, cosa que desde octubre no he podido concretar, salvo cosas muy puntuales, pero te diría que es a través de mis alumnos y alumnas que logro mantenerme más o menos al día. Hay veces que cuando termino la jornada no tuve ni tiempo de leer los mails, no tenía previsto que al ser decana el día a día y el resolver cosas a cada instante iba a ser tan demandante, te lleva tiempo y cabeza.
Pasando un poco a la política universitaria, sos decana de una facultad que en el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República tiene voz pero no tiene voto.
Me cuesta creer que no sea posible que se resuelva el voto de todos los centros sin tener que cambiar la Ley Orgánica. Me parece que debería ser posible un acuerdo general, a lo que muchos me dicen que si fuera tan fácil ya se hubiera hecho. También ahora hay un Consejo directivo Central nuevo, en el que casi la mitad son mujeres, lo que también fue una sorpresa, no veo por qué no se podrían dar pasos para que todos tengamos voto. Es extraño estar allí, poder opinar y no poder votar.
Si Clemente Estable decía que con ciencia grande no hay país pequeño, uno podría pensar que qué raro es un país en el que la ciencia ni siquiera tiene voto.
Es increíble que toda esta situación se mantenga a través del tiempo. ¿Será imprescindible reformar la Ley Orgánica? ¿No se podrán ir dando pasos? Esta situación es hasta incómoda.
Me decías que en mayo va a llegar a un documento estratégico de lo que piensan para los próximos diez años de la Facultad de Ciencias...
En ese documento lo que queremos es poner en discusión algunos temas concretos de formas de trabajo interno y de ejes, y también cómo nos posicionamos hacia afuera, hacia dónde queremos ir, qué nos podemos plantear y tratar de profundizar el relacionamiento de la Facultad con el país, con la sociedad y sus distintos sectores.
Probablemente, en cuatro u ocho años, cuando termines tu decanato, te vuelva a entrevistar. Al momento de hacer ese balance, ¿cuál quisieras que fuera el mayor logro de tu gestión?
Uno sería lograr comenzar la discusión de pensar en el futuro, construir elevando la vista de lo cotidiano. Pero también me gustaría haber contribuido a una mayor inserción de las mujeres en la ciencia y en favorecer tanto su formación como el desarrollo dentro de la institución. También me gustaría haber logrado que esta Facultad tenga una mayor vida cultural, que incluya la ciencia como un lugar de divulgación, con charlas que lleguen a más gente, promoviendo debates y discusiones, pero también a otras manifestaciones culturales que integren la Facultad al barrio, a la comunidad. Me gustaría que además de la científica, haya en la Facultad otra vida cultural que sea un factor de integración. Eso sí, esa nota va a ser en cuatro años.