La historia, como la de muchas familias, es bastante complicada, compleja y está basada en registros parciales. Pero podría decirse que hace mucho, los primates del género Homo, que se originaron en África hace casi tres millones de años, salieron a conquistar el mundo e ingresaron a Europa, Asia y Oceanía. Para cuando los Homo sapiens, esos primates que escribimos y leemos diarios, salieron del continente africano, se toparon en Europa y Asia, al menos, con los descendientes de aquellos primeros Homo que habían abandonado el continente natal miles de años antes. El más popular de estos Homo que fueron visitados por los hombres modernos se conoce como el hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) y su presencia está abundantemente documentada en el registro fósil y arqueológico de buena parte de Eurasia. Menos conocido que el Neandertal, el hombre de Denisova fue encontrado en Siberia hace menos de una década y aún se debate si se trata de una especie distinta ‒lo más probable‒ o de una subespecie de Homo sapiens.

Para hacer el panorama familiar más complejo, aquellos sapiens aventureros no sólo expulsaron a sus parientes de Europa y Asia, sino que se relacionaron estrechamente con ellos. Muy estrechamente. Hasta hace una década podían leerse libros de antropólogos de peso en los que se afirmaba que los neandertales y los humanos modernos eran muy distintos y que la inteligencia superior de los últimos habría sido la causa de la desaparición ‒competencia mediante‒ de los primeros. Pero gracias a los estudios genéticos logrados con técnicas impensadas en ese tiempo, se logró secuenciar ADN neandertal y, para gran sorpresa, se encontró que algunos de sus genes aún circulaban en la mayor parte de la población europea. Estudios genéticos de ADN mitocondrial ‒genes de las mitocondrias que se heredan mayormente por línea materna‒ de restos de denisovas también mostraron que poseen ADN de neandertales ‒se ha reportado hasta el caso de un híbrido de ambas especies, Denny, hija de madre neandertal y padre denisova‒ y que su presencia aún puede detectarse en humanos modernos de Asia y Oceanía. Todo apunta a que en Eurasia varias especies del género Homo no sólo estaban juntas, sino también bastante revueltas. Esta semana la revista Nature publicó un artículo y una carta en los que investigadores dan cuenta de un punto geográfico en el que al menos denisovas y neandertales cruzaron su camino ‒o que convivieron como buenos vecinos‒ por miles de años.

La cueva de la promiscuidad

“La región Altai, de Siberia, fue habitada durante parte del Pleistoceno por al menos dos grupos de homíninos arcaicos ‒denisovas y neandertales‒. La Cueva Denisova contiene depósitos estratificados de ambos homíninos, artefactos hechos de piedra y otros materiales, y un amplio espectro de restos de animales y plantas”, resume el artículo liderado por los investigadores Zenobia Jacobs y Bo Li, del Centro de Ciencia Arqueológica de la Universidad de Wollongong, Australia.

Por su parte, en la carta publicada en el mismo número de Nature, el otro conjunto de investigadores ‒algunos comparten la autoría de ambos‒, que incluye a científicos que trabajan en los prestigiosos institutos alemanes Max Plank de Ciencia de la Historia Humana y de Antropología Evolutiva, afirma: “La Cueva Denisova en la Siberia Altai (Rusia) es un sitio clave para comprender la compleja relación entre los grupos homíninos que habitaron Eurasia en el Pleistoceno medio y tardío”. Juntos, ambos trabajos aportan piezas para entender qué pasaba en aquella cueva entre los distintos bípedos implumes.

El dicho dice que dos son compañía y tres son multitud. En el artículo publicado los arqueólogos afirman que “los artefactos de piedra y los fósiles de denisovas más antiguos indican que los homíninos ocupaban la cueva desde hace unos 300.000 años”, al tiempo que “la recuperación de restos de esqueletos y genéticos de denisovas implican su presencia en la cueva hasta hace unos 55.000 años”. Los neandertales, por su parte, “en base a evidencia fósil, sedimentaria y de ADN, también estaban presentes desde hace unos 200.000 años y hasta hace unos 100.000”. Dicho en otras palabras: nuestros compañeros del género Homo, neandertales y denisovas, compartieron la cueva denisova en Siberia por varios miles de años. ¿Pero sería aquello una multitud, es decir, estaríamos también presentes nosotros, los Homo sapiens que terminaríamos corriendo a las otras dos? “Ningún resto de humano moderno se ha encontrado aún que pueda confirmar su presencia en el sitio durante el Pleistoceno tardío”, afirman los autores del articulo, aunque señalan que los denisovas “habrían sobrevivido hasta al menos hace 55.000 años, tiempo en el que los humanos anatómicamente modernos ya estaban presentes en otras partes de Asia”.

En el trabajo publicado en la sección de cartas, los autores comunican que mediante la obtención y análisis de ADN mitocondrial, datación por radiocarbono, modelado y cálculos probabilísticos, pueden argumentar que los denisovas “estaban presentes en el sitio tan temprano como hace 195.000 años (con una probabilidad de 95,4%)”, mientras que los fósiles de neandertales “se dataron entre 80.000 y 140.000 años atrás” y el denisova más reciente entre 52.000 y 76.000.

Te dejaste un pendiente

Sobre la posible presencia de humanos modernos, el equipo dató, mediante radiocarbono, pendientes dentales y otras piezas líticas de “entre 43.000 y 49.000 años calibrados antes del presente”, y dada la similitud que tienen con objetos de humanos modernos de otras partes de Asia, los autores señalan que también podrían indicar la presencia en la cueva del Homo sapiens. Pese a ello, este grupo de investigadores también es cauto: “No es posible determinar si los humanos anatómicamente modernos estuvieron involucrados en su producción, ya que fósiles de humanos modernos y evidencia genética de tal antigüedad aún no han sido identificados en la región Altai”. Sin embargo, no poder afirmarlo tampoco implica que la presencia del humano moderno en la cueva, junto a las otras dos especies, pueda descartarse: “Es posible que quienquiera que hizo esos artefactos estuviera influenciado por el contacto con el Homo sapiens”, razona en la prensa el arqueólogo Robin Dennell, uno de los firmantes de la carta publicada. Y agrega: “Me sorprendería mucho que el Paleolítico Superior Inicial en Denisova fuera hecho por los denisovas o neandertales, sin input de otras especies”.

Los investigadores no pueden afirmar con certeza que neandertales y denisovas hayan compartido la cueva o que la hayan habitado juntos. Pero dado que hay un híbrido y superposiciones temporales, es de suponer que hayan tenido encuentros frecuentes. Ahora, para afirmar que el intercambio de genes y cultura involucró a un tercero habrá que esperar a que surjan nuevas investigaciones.

Artículo: “Timing of archaic hominin occupation of Denisova Cave in southern Siberia”.

Publicación: Nature 565 (enero 2019).

Autores: Z Jacobs, B Li, M Shunkov, M Kozlikin, N Bolikhovskaya, A Agadjanian, V Uliyanov, S Vasiliev, K O’Gorman, A Derevianko, R Roberts.

Artículo: “Age estimates for hominin fossils and the onset of the Upper Palaeolithic at Denisova Cave” (carta).

Publicación: Nature 565 (enero 2019).

Autores: K Douka, V Slon, Z Jacobs, C Bronk Ramsey, M Shunkov, A Derevianko, F Mafessoni, M Kozlikin, B Li, R Grün, D Comeskey, T Devièse, S Brown, B Viola, L Kinsley, M Buckley, M Meyer, R Roberts, S Pääbo, J Kelso, T Higham.