Leonardo da Vinci resumió el ideal renacentista del sabio de múltiples talentos –pintor, escultor, narrador, músico, científico, matemático, arquitecto, ingeniero– con una sed de conocimiento y una curiosidad insaciables. Leonardo ha anticipado y presagiado con su investigación fenómenos de gran actualidad y con los escasos recursos disponibles en aquel momento: la ecología, la destrucción nuclear, el uso de la ciencia con fines bélicos. Su enfoque, imaginación y poder de observación han dejado su huella en el mundo moderno.
En su modesta casa de Florencia, Leonardo vive a la sombra del esplendor de los palacios. En el corazón de la noche, se imagina el mundo lejano por venir señalando hipótesis que la ciencia tardará varios siglos en verificar. Intuiciones que nos sorprenden con su poder conceptual y precisión profética. El agua es “la sangre de la Tierra”, escribe, el elemento principal y esencial del ciclo en el que se articulan todas las formas de vida. Es él quien afirma que el hombre está “compuesto de tierra, agua, aire y fuego, como el cuerpo terrenal”. Que todo el metabolismo celular se basa en intercambios acuosos, una idea en sí misma totalmente impensable en su momento. ¡Fue el pionero de los ecologistas! Leonardo presiente que el ciclo del agua, tanto en nuestro planeta entero como en la base misma de cualquier organismo vivo, debe basarse en un equilibrio inalterable sin el cual corremos el riesgo de un desastre. Predice un mundo en el que se perturbará este ciclo fundamental de agua vital. Desde su siglo XVI florentino, Leonardo ha visto las grandes ciudades contaminadas de nuestro tiempo, percibió el envenenamiento del aire, las sustancias nauseabundas y peligrosas que matan a los océanos. Y la guerra... una guerra terrible, de llama y acero, una guerra de la que habla incluso en términos de “ruptura de la materia en los elementos más íntimos”. ¿Avizoraba Leonardo la división del átomo?
En cierto sentido Leonardo da Vinci no es de este mundo, su extraño genio lo dirige a todos los campos del conocimiento y las obras que hoy llamaríamos “ingeniería”. Muy temprano, se revela como un espíritu universal, su mirada del mundo es la de un visionario en el mundo real.
La gran innovación de Leonardo fue haber tomado conceptos bien establecidos y someterlos a la verificación directa de los fenómenos, utilizando siempre su gran capacidad de observación, equipado con su extraordinaria habilidad para transformar lo que vio en una esquematización gráfica de procesos. Leonardo echó los cimientos de nuevas ciencias experimentales; se alejó del mero empirismo hacia preceptos de una ciencia aplicada apta para la aplicación general en el mundo industrial. En ese sentido, fue el primer ingeniero moderno. Leonardo tuvo menos influjo porque sus escritos no tuvieron la suficiente difusión y algunos se perdieron. ¿Qué hubiera pasado si Galileo y Kepler los hubieran conocido? Mientras más se estudia su legado, más se comprende esa dimensión genial del gran florentino.
Hoy, definitivamente, Leonardo habría usado tecnologías electrónicas y computadoras. Pero seguiría apostando al torque continuo del dipolo científico y artístico, lo cual podría ser una clave especial para el avance del conocimiento. Su abordaje integral y ubicuo del planeta podría ser el precedente de la frase “Piense global, actúe local”, utilizada por primera vez en el contexto de desafíos medioambientales y que ha tomado un valor y uso más extendidos en los últimos años.
La educación bajo el leit motiv “pensar globalmente, actuar localmente” es una de las cosas más poderosas e importantes en nuestras vidas y debería enseñarse a los estudiantes jóvenes. Porque todo está conectado, aunque desconectado. Esta desconexión tiene un alto costo, y una mirada hacia el futuro predice que la mayoría de los temas serios se relacionarán con el crecimiento de la población y la demografía y será debido a las necesidades de agua, comida, medicina y energía, disponibilidad, producción, demanda, distribución, precio, etcétera. La solución a estas situaciones o circunstancias requiere de un enfoque holístico, consecuencia de la globalización, por ejemplo, la economía global, y por sobre todo, el estímulo a la colaboración entre la industria, la academia, el ambiente hospitalario, laboratorios y gobierno para reunir expertos de diferentes disciplinas para investigar y satisfacer las necesidades específicas de un producto o un servicio con alto valor agregado.
El leit motiv de la nueva ingeniería es que hay que dimensionar el poder de la creatividad; osadía y aventura de descubrir y aprender del cambio. El gran desafío de nuestros tiempos es estimular la creatividad, descartando el mito que afirma que es algo mágico, un poder natural negado a la mayoría de los mortales y cedido a sólo algunos y que queda en ellos imaginar lo que nunca antes existió. La creatividad no es magia, ni un atributo inherente a nuestros genes, y mucho menos una bendición sobrenatural. Es una capacidad: cualquiera puede aprender a ser creativo y sacar el mayor provecho. Para provocar la creatividad, pocas cosas son tan importantes como el tiempo dedicado a la fecundación cruzada con campos disímiles a nuestras áreas de especialización: los grandes avances a menudo dependen de la audacia ingenua de un profano.
Para honrar el legado de Leonardo estamos formando especialistas en ingeniería biológica buscando refundar el espíritu creativo, la curiosidad y la imaginación de Leonardo cobijado por un ámbito donde artistas, científicos, poetas y filósofos, entre otros, logren un intercambio interdisciplinario de ideas, productos, bienes y servicios, priorizando la vinculación de la academia al trabajo para mejorar la productividad, empoderando la ciencia, la tecnología y la innovación como motores del crecimiento económico y del desarrollo humano. Buscamos la interacción academia-industria-clínicas hospitalarias, para generar recursos suficientes y obtener modernas instalaciones a fin de hacer más atractiva una carrera universitaria para las nuevas generaciones, y de este modo encender el interés para completar los estudios universitarios. Fomentamos la instalación de laboratorios con tecnología de avanzada para mejorar la calidad de la educación en ingeniería y ciencia, y crear oportunidades para que miles de jóvenes creativos contribuyan en el proceso de innovación.
Ciertamente, el compromiso y ayuda gubernamentales son fundamentales para ayudar a crear y mantener el ecosistema necesario. En este contexto global, y basados en el pensamiento estratégico innovador, se debe enseñar a pensar para conectar ideas y descubrimientos disruptivos en un ecosistema que estimule una mente crítica refractaria a la propaganda sectaria, o a cualquier tipo de intolerancia: religiosa, política, social, cultural, económica o administrativa.
Ricardo Armentano es director del Departamento de Ingeniería Biológica del Centro Universitario Regional Litoral Norte de la Universidad de la República.
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