Si bien el nuevo espectrómetro de resonancia magnética nuclear ya funciona en su laboratorio de la Facultad de Química desde el año pasado, ayer el aparato, un Bruker superconductor de 400 Mhz, fue presentado en sociedad. Adquirido por el Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Química mediante un proyecto financiado por el programa para compra de equipamiento científico de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República, el espectrómetro congregó a autoridades universitarias, investigadores y actores de la industria farmacéutica.

“La Resonancia Magnética Nuclear (RMN) es la técnica básica fundamental para la determinación estructural de moléculas orgánicas, y en muchos casos inorgánicas, siendo el soporte esencial para el desarrollo e identificación de nuevas moléculas obtenidas por síntesis orgánica o aisladas de fuentes naturales”, dijo a los presentes Eduardo Manta, profesor titular de Química Farmacéutica y responsable institucional del Laboratorio de RMN y también actual secretario de Ciencia y Tecnología de Presidencia.

“Hoy es un gran día, pero también lo es cada día que los investigadores usan este equipo”, afirmó el decano de la Facultad de Química, Álvaro Mombrú. Por su parte, la decana de la Facultad de Ciencias, Mónica Marín, destacó la colaboración entre ambas casas de estudio y dijo que, dado que el anterior espectrómetro estaba ubicado en el predio de la casa que hoy encabeza y que tras 20 años de servicios acaba de pasar a retiro, “en torno al espectrómetro de resonancia magnética nuclear hay una larga trayectoria de trabajo conjunto”.

Danilo Davyt, profesor agregado de Química Farmacéutica, dio algunos detalles sobre el equipo, cuyo imán, para operar, debe estar siempre a 4° K (-269 °C), para la que debe utilizarse helio y nitrógeno líquido, lo que hace que el costo anual de mantenimiento sea de unos 25.000 dólares. Una tercera parte de este costo la paga la Universidad de la República, mientras que el resto se financia con aportes de los proyectos de investigadores que lo utilizan.

La RMN permite “determinar la estructura completa de una molécula” contó Davyt, y dijo que eso es de mucha utilidad, por ejemplo durante lo que se conoció como la “crisis de la heparina”, que se desató mundialmente en 2008 y en la que la dicha sustancia venía adulterada y afectó a pacientes sometidos a hemodiálisis. Una de las medidas adoptadas entonces fue determinar mediante RSM las impurezas de la heparina para así poder certificar su inocuidad, análisis que en Uruguay algunos laboratorios hicieron gracias al servicio de la Facultad de Química y su espectrómetro de resonancia magnética nuclear.

En ese sentido, en el proyecto Manta señala: “Las determinaciones realizadas con este equipamiento soportan la parte central de la actividad de investigación, docencia y la asistencia técnica brindada a las empresas de la cadena productiva del sector farmacéutico humano y veterinario, así como al sector salud y medio ambiental”, al tiempo que afirma que “el servicio también se brinda a otros grupos tanto de la Udelar como de otros centros de investigación nacionales tales como CUDIM, Instituto Pasteur, IIBCE, INIA”. Sobre las razones para comprar este equipo de última tecnología, en el proyecto se argumentaba que “tanto el imán como los componentes electrónicos” del anterior espectrómetro estaban “llegando al fin de su vida útil, luego de 20 años de trabajo ininterrumpidos (superando en más de diez años su obsolescencia programada)”, al tiempo que la firma proveedora ya dio de baja el modelo, por lo que “ya no existen en stock componentes electrónicos claves para su funcionamiento”. Por todo lo antes dicho, los investigadores concluyeron que resultaba “indispensable sustituir este equipo por uno de última generación”. Los aplausos que llenaron la sala tras las disertaciones celebran entonces que tal renovación del equipo se haya concretado y que haya aumentado la capacidad para determinar la estructura de las moléculas.