Cuando llegaba a Uruguay el viento helado desde el Polo Sur inauguraba el invierno mientras en Cuba se marcaba el récord histórico de calor: 39,1ºC. Esa misma semana, del 1º al 5 de julio, se llevó a cabo en el Palacio de Convenciones de La Habana la XII Convención Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Este megaevento reunió cerca de 1.000 investigadores e investigadoras de más de 40 países en sus 16 eventos: desde el I Simposio Conservación y Uso Sostenible de Ecosistemas Marinos hasta el IV Coloquio de Manejo Sostenible de Tierras, pasando por el VI Congreso sobre Cambio Climático.
El más antiguo de estos eventos, el XII Congreso de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, en el que participé, tuvo como palabras claves “desarrollo sostenible” y “cambio climático”. Durante todo el evento predominaron los trabajos y logros en educación ambiental en Cuba, claramente enmarcados en una visión tradicional de la disciplina en la que predomina el énfasis en las 3R (reducir, reciclar y reutilizar), plantar árboles, limpiar playas y “concientizar y sensibilizar” a las personas sobre el cuidado del medioambiente. Otras palabras que se repitieron en cada presentación cubana fueron “Tarea Vida”, un plan del Estado, a cargo del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, para enfrentar el cambio climático, en el que se delinean prioridades territoriales y estrategias para dar respuesta a este mal global en la isla. Cada exposición se basaba, fundamentaba y autoexplicaba en este marco.
Viento del sur
A quienes llevamos al evento una perspectiva crítica de la educación ambiental, que considera que América Latina –y me animaría a decir que el Caribe también– está siendo explotada por el mercado en una lógica extractivista y depredadora, nos sorprendió que la cuna de nuestras utopías revolucionarias hablara de “adaptación”, “mitigación” y “disminución de riesgos” frente al cambio climático, homogeneizando las responsabilidades ambientales, en el entendido de que todos somos igualmente causantes del daño y agentes del cuidado del medioambiente.
Como si el viento del sur quisiera generar una pequeña tormenta de ideas al chocar con el calor tropical, las ponencias de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, países que se encuentran bajo lógicas socioeconómicas capitalistas, pusieron sobre la mesa de un país socialista el debate ideológico de la justicia ambiental y climática. Esta pequeña tormenta tropical sirvió para reafirmar que los conflictos y problemas ambientales deben ser puestos en discusión en cualquier sistema social, cultural, económico y político. Esto se vuelve cada día más angustiante cuando los discursos pasan de la revolución a la adaptación, como esperando que llegue volando el Capitán Planeta a salvarnos y que mitiguemos la depredación haciendo que el desarrollo sea sustentable para algunos pocos, que además viven en otro continente. Por el contrario, deberíamos ser los latinoamericanos y latinoamericanas sin superpoderes –los más vulnerados– quienes, al escuchar a los investigadores en educación ambiental, desde el sur hasta el norte, nos pusiéramos a pensar juntos y a generar insumos para reclamar y exigir que se detenga la aniquilación de nuestras tierras que desde hace unos 500 años están haciendo unos pocos. Es decir, para descolonizar el saber y el poder, y regenerar de una vez por todas nuestro hermoso continente.
La Habana celebra sus 500 años y 60 años del triunfo de la Revolución con el estreno de una flamante constitución, con un pueblo culto, amable, alegre y luchador. Sin duda, este pueblo, el que va a trabajar en las guaguas, el de las personas que sienten día a día el intenso calor, es crítico, valora y se enorgullece de su historia, y tiene claro, como lo tenía el Che, que las personas verdaderamente revolucionarias son quienes “sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo”.
Solana González es miembro de la Asociación Civil Julana (Jugando en la Naturaleza), estudiante del doctorado en Educación Ambiental en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (Brasil) y docente en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República.
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