Que no hacer nada para combatir el calentamiento global es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue. A lo largo y ancho del mundo, investigadores, organizaciones sociales y decisores de políticas proponen soluciones que van desde la mitigación y la resiliencia para adaptarse al mundo que viene hasta el cese inmediato de la emisión de gases de efecto invernadero. En la última edición de la revista Science, un grupo de científicos del Departamento de Ciencia de Sistemas Ambientales de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) sorprendió con una medida que llama la atención por la escala necesaria para su aplicación: plantar árboles en unos 900 millones de hectáreas del planeta.

Crece desde el pie

En su artículo los investigadores afirman que “la restauración de árboles está entre las estrategias más efectivas para mitigar el cambio climático”. A esta conclusión llegaron tras mapear el planeta entero y calcular su capacidad potencial de albergar una cobertura arbórea de 4.400 millones de hectáreas con el clima actual. “Excluyendo los árboles existentes y las áreas urbanas y agrícolas, encontramos que hay espacio para unos 900 millones de hectáreas extras de dosel arbóreo”, dicen. La mitad de las áreas que los autores del trabajo afirman que serían más aptas para la reforestación se encuentran en media docena de países: Rusia (151 millones de hectáreas), Estados Unidos (103 millones de hectáreas), Canadá (78,4 millones de hectáreas), Australia (58 millones de hectáreas), Brasil (49,7 millones de hectáreas) y China (40,2 millones de hectáreas).

Dado que el dióxido de carbono (CO2) es el principal gas de efecto invernadero, esas hectáreas extras podrían “almacenar 205 gigatonleadas de carbono”, cerca de dos tercios de los 300.000 millones de toneladas de carbono que han sido liberadas a la atmósfera como resultado de la actividad humana desde la Revolución Industrial. Este almacenamiento de carbono, que los árboles incorporan gentilmente por nosotros al hacer la fotosíntesis, es para los autores “nuestra estrategia más efectiva para limitar las concentraciones de dióxido de carbono en el planeta”. Según dijo Thomas Crowther, uno de los autores del trabajo, a la prensa especializada, sabían que “la restauración forestal podría jugar un papel en abatir el cambio climático”, pero lo que los sorprendió fue cuán grande sería este impacto. “Nuestro estudio muestra claramente que la restauración forestal es la mejor solución para el cambio climático disponible hoy en día”.

Mañana es tarde

Si bien los autores ven una solución en la forestación masiva de estas áreas que identificaron en el mapa como aptas para tal fin, también hacen un par de advertencias. Por un lado, sostienen que muchos modelos climáticos están equivocados al esperar que el calentamiento global aumente la cobertura arbórea; eso podría suceder en regiones boreales del norte, como en Siberia, pero la magnitud no sería suficiente como para revertir la monstruosa cantidad de C02 que estamos arrojando a la atmósfera como si hubiera otro planeta de repuesto. Por otro lado, los humanos estamos haciendo lo contrario a lo que proponen los autores del trabajo: de seguir la tendencia actual de deforestación, “la cubierta potencial del dosel arbóreo puede contraerse en 223 millones de hectáreas en 2050, teniendo lugar la mayor parte de las pérdidas en los trópicos”. Esta cifra en realidad es mayor: serían 450 millones las hectáreas de potencial cubierta de árboles perdida, pero a ello los investigadores le restaron los 130 millones de hectáreas de árboles ganadas para 2050 en la zona boreal por efecto del calentamiento del planeta, los 30 millones de hectáreas de los desiertos y otros 30 millones en las zonas de montañas. De no tomar acciones, el mundo de nuestros hijos será uno con mucho menos sombra. Por tanto, los autores afirman que “hay que actuar rápido, ya que los nuevos bosques llevarán décadas en madurar y alcanzar su potencial completo como fuente natural de almacenamiento de carbono”.

El trabajo recibió amplia cobertura en medios de prensa de todo el planeta. Su presencia en estas páginas también demuestra que es tan interesante como provocador. Sin embargo, el artículo plantea también muchos interrogantes que sería bueno que fueran contestados por la comunidad científica. Pongamos algunos ejemplos. En un mundo en el que la pérdida de biodiversidad es un problema alarmante, ¿da lo mismo plantar cualquier bosque en cualquier lugar? ¿Las áreas identificadas como aptas para forestar no contienen ecosistemas que también hay que preservar? ¿Las soluciones globales pero vistas desde un único ángulo, en este caso, almacenar C02 mediante la forestación, no simplifican demasiado problemas que son más complejos? ¿La idea de forestar a escala planetaria no podría ser usada para no hacer los esfuerzos necesarios para bajar la emisión de C02 y no suscribir protocolos y compromisos para detener el calentamiento global? Lo fascinante de la ciencia es que, al contrario de lo que puede pensarse, más que dar respuestas, genera más preguntas. Y como todo gran investigador sabe, muchas de esas preguntas generadas por la buena ciencia no pueden ser respondidas sólo por los científicos.

Artículo: “The global tree restoration potential”.

Publicación: Science (5 de julio, 2019).

Autores: Jean-Francois Bastin, Yelena Finegold, Claude Garcia, Danilo Mollicone, Marcelo Rezende, Devin Routh, Constantin Zohner, Thomas Crowther.