La llegada de los primeros humanos a la Luna, el 20 de julio de 1969, suele considerarse el triunfo de Estados Unidos en su carrera espacial con la Unión Soviética, competencia que tenía lugar en el marco de la Guerra Fría. En ese frenesí por ampliar la frontera de la humanidad, los rusos habían cosechado varios logros importantes: entre 1957 y 1963 habían lanzado el primer satélite artificial del planeta –el Sputnik–, al primer animal en órbita –la perra Laika– y al primer hombre y la primera mujer en el cosmos –Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova–. Sin embargo, esta sucesión de logros no debería verse únicamente como una carrera para denostar a la otra superpotencia, sino también como una sucesión de mojones fruto del desarrollo de la ciencia de la propulsión de cohetes durante la Segunda Guerra Mundial, sumada al deseo del Homo sapiens de ir hacia donde nunca nadie ha llegado antes. Y en este deseo hubo, hay y habrá más espacio para la colaboración que para la competencia. En ese sentido, el artículo del ex historiador en jefe de la NASA, Roger D Launius, publicado en la revista Nature, obliga a rever el alunizaje de 1969: el máximo logro de la carrera espacial estadounidense de la década estuvo a punto de ser una misión conjunta con la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Yo tenía un sueño
“Hoy, que las tensas relaciones que Estados Unidos mantiene con otras potencias extranjeras amenazan una vez más a la ciencia, es bueno recordar lo sorprendentemente cerca que el lanzamiento del vuelo tripulado a la Luna estuvo de ser una misión cooperativa”, comienza afirmando Launius, quien escribe que el 25 de mayo de 1961 el presidente de Estados Unidos, John F Kennedy, anunciaba ante el Congreso de su país la intención de que los astronautas llegaran a la Luna antes del final de la década. “Pocas personas son conscientes de que, casi inmediatamente después de ese anuncio, Kennedy exploró la posibilidad de invitar a la URSS –entonces la otra única nación con programa espacial– como socio pleno de la misión”, dice Launius, y agrega que eso “habría transformado el programa de uno de competencia a uno de cooperación internacional”.
El historiador sostiene que esta invitación habría sido formulada por Kennedy a su par Nikita Khrushchev, única reunión que mantuvieron ambos mandatarios en junio de 1961. “¿Por qué no lo hacemos juntos?”, le habría propuesto el presidente estadounidense el 3 de junio, según consta en un artículo de la NASA escrito por John Logsdon. En principio, Khrushchev habría respondido afirmativamente, pero al día siguiente el jerarca soviético habría antepuesto la más terrenal negociación de un tratado de prohibición de pruebas nucleares al tratamiento de esta cooperación espacial.
Como te digo una cosa...
A pesar de estas invitaciones de Kennedy a emprender una misión en conjunto, el mandatario estadounidenses no sólo no era un entusiasta respecto de la exploración espacial y las ciencias astronómicas, sino que aparentemente las tensiones políticas con la URSS habrían erosionado sus planes de una misión cooperativa para enaltecer a la humanidad. En 1962 Kennedy se reunió en la Casa Blanca con James Webb, de la NASA. La grabación de ese encuentro, que se hizo pública en 2001, no muestra al presidente como alguien que deseara demasiado la cooperación entre las dos superpotencias: “Todo lo que hacemos [en el espacio] debe estar supeditado a llegar a la Luna antes que los rusos”. También dijo que la llegada a la Luna era “la prioridad principal de la agencia, y exceptuando la defensa, la prioridad principal del gobierno de Estados Unidos. De otra forma, no estaríamos gastando esta suma de dinero, porque no estoy interesado en el espacio”. Sin embargo, algo pasó y Kennedy volvió a su faceta amistosa del trabajo conjunto. Tal vez haya incidido la resolución pacífica de “la crisis de los misiles” a fines de 1962.
A decir de Launius, “Kennedy insistió repetidamente con la idea de la cooperación” y “para otoño de 1963 su visión era la de formar un programa Apollo que tendiera puentes entre las dos superpotencias en lugar de intensificar las rivalidades de la Guerra Fría”. De hecho, señala que en setiembre de 1963, al dirigirse a la Organización de las Naciones Unidas, Kennedy afirmó que “el espacio no ofrece problemas de soberanía” y ofreció hacer una expedición conjunta a la Luna. “¿Por qué debería ser el primer viaje de la humanidad a la Luna una competencia?”, preguntó el mandatario, según recoge Logsdon en el sitio de la NASA.
Según Launius, cuando Khrushchev “comenzaba a pensar que la idea tenía sus méritos”, la muerte de Kennedy, que ocurrió el 22 de noviembre de 1963, “arruinó el plan”. A pesar de ello, la cooperación entre ambos países en temas espaciales –y habría que agregar: en muchas otras cuestiones científicas– continuó a lo largo de la Guerra Fría. Launius señala como punto cumbre de esa cooperación el acoplamiento, en 1975, de la estación espacial rusa Soyuz y el módulo estadounidense Apollo. En un contexto en el que la cooperación entre ambos países es tenso, el autor del artículo señala que “la cooperación en el espacio continúa alumbrando el camino y debería ser alentada por todas las partes”.
Con el diario del lunes
El director del Planetario Municipal, Óscar Méndez, encontró “muy interesante” el artículo de Nature, ya que la transmisión del alunizaje es casi el primer recuerdo que tiene de su infancia. “Es cierto que hubo una cooperación importante a nivel de comunidades científicas. Pero también es cierto que cuando Kennedy se propuso en 1961 el objetivo de poner un hombre en la Luna y traerlo sano y salvo, fue una respuesta a una sucesión de baldes de agua fría que sufría Estados Unidos por los logros muy importantes de la investigación espacial soviética”, dice Méndez. Ante el hecho de que Kennedy le haya ofrecido a Khrushchev llevar a cabo la misión en forma conjunta, Méndez no demuestra sorpresa científica: “En mi opinión personal, gana unos puntos más la cabeza política de Kennedy”.
“Siempre hubo colaboraciones científicas que se daban independientemente de los gobiernos, y a veces a pesar de ellos”, reflexiona Méndez. “Se encontraban en congresos, se escribían, se conocían”, agrega. También señala que la muerte, en 1966, de Serguéi Korolev –“padre de la carrera espacial soviética”, a quien sucedió su más acérrimo rival–, “puede haber colaborado para que no hubiera una misión conjunta a la Luna entre ambas potencias”. “Con el diario del lunes es posible interpretar el rechazo a participar de esta misión conjunta como un error de la URSS. También con el diario del lunes, uno ve que Kennedy tenía en la cabeza un montón de jugadas interesantes a nivel de un estadista mundial”. ¿Cómo hubiera sido el mundo con ambas superpotencias descendiendo en nuestro satélite natural al mismo tiempo? Más que para una sección de ciencia, la respuesta sería más interesante en un episodio de La dimensión desconocida o en un libro de ucronías.
Artículo: “First Moon Landing Was Nearly a US-Soviet Mission”.
*Publicación: * Nature (julio 2019).
*Autor: * Roger D Launius.