Como ya dijimos en una nota publicada este mismo mes, “el bisfenol A es un químico tóxico presente en muchas productos que nos rodean, incluidos los tickets de papel térmico que a cada segundo expenden cajeros, comercios y la flota de transporte”. En la nota, que recogía información de recientes artículos científicos que confirmaban que el bisfenol A (BPA) se absorbe a través de la piel y que incluso alertaban de que la forma en que se miden la dosis de exposición seguras deberían ser reformuladas, nos sumábamos a las advertencias dadas por varios investigadores y medios: hay que tomar medidas para el manejo y uso de este tipo de impresos.

Contrariamente a su presencia generalizada en varios productos de nuestra vida cotidiana, no está extendido en la población en general –ni en quienes deben tomar medidas al respecto– el conocimiento sobre los riesgos de la alta exposición al BPA a la que nos somete la vida moderna tras el pasaje de nuestro país a la facturación electrónica. En este contexto, cuando la profesora Liliana Berinduague nos escribió para contarnos que sus alumnos liceales del colegio José Pedro Varela, de Shangrilá, estudiaron el tema y presentaron sus resultados en la Feria Departamental de Canelones de Clubes de Ciencia, nos llenamos de alegría. Cuando nos envió el trabajo presentado, la alegría se transformó además en orgullo y admiración. Así que en esta sección, en la que generalmente hablamos de investigaciones publicadas en revistas científicas arbitradas, con mucho placer reseñaremos el trabajo de cuatro liceales de Canelones a propósito del bisfenol A y los recibos térmicos.

Churrinches inquietos

El Club de Ciencias Varelianos BPA presentó su trabajo en la categoría churrinche (entre 12 y 14 años) y está integrado por Amélie Blanchard, Fernanda García, Felipe Salvagno y Guillermina Sánchez. Los alumnos de segundo año de liceo participan en este club de ciencia extracurricular con la orientación de las docentes Berinduague y Silvia Pedreira. El grupo se interesó por el tema tras leer una noticia al respecto en el sitio web de Radio Montecarlo. Guiados por su curiosidad y con la orientación de las profesoras, los liceales hicieron un completo trabajo. Por un lado, buscaron información bibliográfica en artículos científicos y notas de prensa, clasificaron 202 tickets de distinta procedencia, establecieron en cuántos se empleaba papel térmico y sometieron algunos a una reacción química con cloruro férrico para determinar cuáles contenían BPA. Pero fueron aun por más: hicieron una encuesta a 472 personas sobre su uso de papel térmico y a 69 profesionales de la salud, entrevistaron a la investigadora Diana Miguez, experta en disruptores endócrinos, a la pediatra Bibiana Soto y a la encargada de ventas de una empresa que comercializa papel térmico.

Los Varelianos BPA tenían por objetivo “informar a la comunidad acerca de los potenciales riesgos para la salud que implica el mal manejo de los tickets térmicos, ya que la mayoría de los que se utilizan en nuestro país contienen bisfenol A”. Para ello se propusieron varios objetivos específicos, tales como saber “con qué frecuencia se utiliza papel térmico para la fabricación de tickets y qué manejo hacen los usuarios de los mismos”, evaluar “el nivel de alerta de la población con respecto a la presencia del BPA en los tickets” y ver qué información posee “acerca del riesgo para la salud que implica un mal manejo de los mismos”. Tras investigar sobre los riesgos a la salud que representa el disruptor endócrino BPA, los alumnos partieron de una hipótesis que lamentablemente es acertada: “Los usuarios no poseen suficiente información acerca de la presencia del BPA en los tickets de papel térmico y desconocen el potencial peligro para su salud que ello implica”, aun cuando, según un estudio internacional que citan, “90% de los tickets que se emiten en los comercios son de papel térmico y contienen BPA”.

BPA entre los dedos

Para clasificar y detectar la presencia del bisfenol A en nuestro día a día, los estudiantes investigadores seleccionaron al azar 202 tickets de diferente procedencia (67 de boletos de ómnibus de Copsa, CUTCSA y Tala-Pando, 53 comprobantes de transacciones bancarias de cajeros, bancos y redes de cobranza como Abitab, 26 de supermercados, cuatro de farmacias, 27 de locales de comida, entre otros) y comprobaron la presencia de papel térmico acercándolos a la llama de un encendedor. En 198 casos (98%) comprobaron que se había empleado papel térmico.

Por otro lado, de estos 198 tickets de papel térmico se seleccionaron 20 al azar para ser llevados al laboratorio. Allí les aplicaron unas gotas de etanol, dejaron secar y luego les agregaron dos gotas de cloruro férrico, un método que circula en las redes como forma casera y sencilla de detectar fenoles en el papel. Ante la ausencia de bisfenol, el papel queda anaranjado, pero en 100% de los tickets que analizaron se observó un cambio de color hacia el verde azulado, indicativo de que el cloruro férrico se había topado con el compuesto que tanto les preocupaba.

BPA y las encuestas

El trabajo de los Varelianos BPA también se concentró en saber qué tan al tanto está la población del riesgo que corre por la presencia del bisfenol A en los recibos que maneja a diario. Para ello entrevistaron a casi medio millar de personas a través de un formulario de Google difundido por Whatsapp y correo electrónico. Más allá de que este tipo de encuesta no cumple con los criterios para tener validez estadística aplicable al resto de la población, los resultados que obtuvieron son significativos. De hecho, los propios estudiantes son conscientes de ello cuando aclaran que poco más de 42% de quienes contestaron tenían entre 36 y 50 años, o que 71,7% fueron mujeres, de las que 65% poseía estudios de nivel terciario.

Salvando estas cuestiones estadísticas –que no vienen a cuento para los alcances del trabajo–, los estudiantes encontraron que 24% de los 472 encuestados manipulan entre uno y cinco tickets térmicos por semana, 21% entre seis y diez, 20% entre 11 y 15 y 10,8% entre 16 y 20. En cuanto al origen de los recibos, la mayoría procedía de supermercados (427 respuestas), seguidos por los de retiros de cajeros automáticos (279), redes de pago (273), farmacia (211) y boletos de transporte (204). Otra cuestión importante es saber qué hace la gente con los recibos que contienen BPA.

Como habíamos contado en la nota anterior, los investigadores realizaron experimentos para ver cuánto tiempo y con cuántos dedos permanecían en contacto las personas con este tipo de recibos, como forma de responder a una subestimación de agencias reguladoras que afirmaban que apenas se tocaban con la punta de tres dedos por tiempos casi insignificantes. Lo que encontraron en el trabajo de 2017 fue que las personas estudiadas “manejan los recibos durante un promedio de 11,5 minutos, que más de 30% de las personas sostienen el papel térmico con más de tres yemas de los dedos y más de 60% permiten que el papel toque su palma”, por lo que señalan que apenas 11% de los participantes manipularon el papel de acuerdo al modelo de la agencia europea, y concluyen que “los modelos actuales para estimar las exposiciones dérmicas de BPA no son consistentes con el comportamiento humano normal y deberían ser reevaluados”. En el trabajo se les preguntó a los 472 usuarios qué hacían con el ticket una vez que se los entregaban. Las respuestas que obtuvieron merecen que se les preste atención: “44,2 % lo guarda junto con la compra para desecharlo cuando llega a su domicilio; 43,1 % lo guarda por un tiempo y la minoría lo desecha en el momento”. Es decir, los recibos térmicos permanecen con las personas más allá del momento de la transacción en más de 87% de los casos. El asunto es que de casi el medio millar de encuestados, 74,5% “desconocía la presencia de BPA en los tickets y sus posibles efectos en la salud”.

Pero los Varelianos BPA también quisieron saber si los profesionales de la salud, médicos y personal de enfermería estaban al tanto de los riesgos de este tóxico y de su presencia frecuente en nuestras vidas. De 69 encuestados (44,4% entre 46 y 55 años, 87% mujeres), en proporciones bastante similares entre médicos y enfermeras, 58% carecía de información sobre los disruptores endócrinos y 56,5% afirmó no poseer “información sobre el BPA (bisfenol A, disruptor endócrino) y sus potenciales efectos en la salud”. De 57 personas vinculadas a la salud consultadas, sólo 17 (29%) mencionó al papel térmico como un artículo de uso cotidiano que contiene BPA. En algo sí coincidieron todos: 100% afirmó que “la población no está suficientemente informada” sobre este tema.

Al analizar ambas encuestas, los estudiantes concluyen que “la mayoría muestra desconocimiento de la presencia de esta sustancia en los tickets de papel térmico, ignora sus potenciales efectos en la salud (como disruptor endócrino) y por lo tanto no realiza un manejo acorde a las sugerencias realizadas por expertos en el tema”. Los varelianos afirman que como la población no está informada de los peligros del BPA en los ubicuos recibos, “practica conductas de riesgo tales como guardarlos por mucho tiempo sin la precaución de evitar el contacto con la piel, los alimentos y otros artículos de uso común”. En cuanto a los médicos y enfermeros, afirman que “la encuesta a profesionales de la salud arrojó como resultado que manejan poca información con respecto a los disruptores endócrinos y que dicha información fue adquirida por consulta de bibliografía y no en su formación académica”.

Foto del artículo 'Club de Ciencias liceal investigó sobre la presencia del bisfenol A en los tickets térmicos'

Yendo a la fuente

Por otro lado, constan en el trabajo de este Club de Ciencias tres entrevistas interesantes. Por un lado, hablaron con la química Diana Miguez, investigadora con vasta experiencia en disruptores endócrinos, y con la pediatra Bibiana Soto, ya que el primer producto en el que mundialmente se prohibió el uso de bisfenol A fue en las mamaderas. Pero dado que su principal objetivo era averiguar qué pasaba con los recibos térmicos, los investigadores adolescentes conversaron también con Cecilia Etcheverry, encargada de ventas de la empresa Ururrollo, que, entre otras, comercializa ese material en nuestro país.

En la investigación de los liceales Etcheverry afirma que los tickets de papel térmico se usan en Uruguay desde el Decreto de la Dirección General Impositiva (DGI) sobre Facturación Electrónica y, según ella, la DGI exigió esta forma de facturación electrónica “afirmando que es más ecológica porque el papel se recicla”. También señaló que se fabrican papeles térmicos con bisfenol A, pero que sólo “se importan por pedido”. Algunas de las empresas de Uruguay que piden papel sin BPA son las de las dos cadenas de hamburguesas internacionales, por razones que tienen que ver con sus “proyectos de responsabilidad social”. Todo el papel térmico con el que trabajan es fabricado en China y Tailandia. Cabe recordar que ya han salido artículos científicos cuestionando la inocuidad de algunos de los compuestos sustitutivos del bisfenol A para la fabricación de papeles térmicos.

Mirar hacia adelante

Ante este panorama sombrío, Blanchard, García, Salvagno y Sánchez no se dejan vencer por la desazón y sugieren medidas a tomar, entre ellas “realizar campañas de información, intentando modificar los hábitos de manejo de tickets” o “limitar el uso de tickets térmicos para registrar transacciones comerciales acortando así el tiempo de exposición al BPA y sustituirlos por otros medios electrónicos de facturación como códigos QR, como los que ya se utilizan en varios países: Colombia, Argentina, Francia, China y a partir del 2020 en España”.

En un mundo que se conmueve por las acciones de Greta Thunberg y su huelga por el cambio climático, este trabajo del Club de Ciencias extracurricular del colegio José Pedro Varela muestra también que los jóvenes están lejos de ser esas personas apáticas y desnorteadas que frecuentemente son el sujeto omitido de quienes hablan de la crisis de los sistemas educativos. El futuro no se trata tanto de la inteligencia artificial ni de adquirir habilidades para la economía y el trabajo digital, sino más bien en hacerse las preguntas adecuadas y buscar caminos para contestarlas. Estos jóvenes cumplieron con su parte. Ahora será el turno de escuchar al Ministerio de Salud Pública, a la DGI, a las organizaciones de trabajadores que manejan recibos térmicos y, en definitiva, a toda la sociedad, ya que no debe haber a esta altura nadie que tenga los dedos sin bisfenol A como para andar tirando la primera piedra.

Trabajo: “L-Tick (Less Ticket)”.

Presentación: Feria Departamental de Canelones de Clubes de Ciencias.

Autores: Club de Ciencias Varelianos BPA (integrado por Amélie Blanchard, Fernanda García, Felipe Salvagno y Guillermina Sánchez, orientado por las profesoras Liliana Berinduague y Silvia Pedreira).