Como ya es tradición desde muchos años antes de que esta pandemia impusiera las reuniones de Zoom, Meetings y Skype, el Instituto Karolinska anuncia los ganadores de los Premios Nobel mediante conferencias que son transmitidas en vivo por plataformas de streaming. El lunes se dieron a conocer los nombres de quienes en diciembre recibirán el Nobel de Medicina y Fisiología, mientras que los ganadores del Nobel de Física serán anunciados el martes, los de Química el miércoles, Literatura el jueves, de la Paz el viernes y de Ciencias Económicas el lunes siguiente.

“El Premio Nobel de este año se otorga a tres científicos que han hecho una contribución decisiva a la lucha contra la hepatitis de transmisión sanguínea, un importante problema de salud global que causa cirrosis y cáncer de hígado en personas de todo el mundo”, sostiene la Asamblea del Premio Nobel fundamentando su decisión de entregar el Nobel de Medicina y Fisiología compartido a los médicos e investigadores estadounidenses Harvey Alter y Charles Rice y al inglés Michael Houghton.

Por año la hepatitis C afecta a más 70 millones de personas, causa unas 400.000 muertes anuales y es una de las principales causas de cáncer y trasplante de hígado. La ciencia ya conocía los virus que causaban las hepatitis A y B, pero hasta el trabajo de estos investigadores médicos, “la mayoría de los casos de hepatitis transmitida por la sangre seguían sin tener explicación”. ¿Qué explicaba esos casos? Un nuevo virus. Las investigaciones de Alter, Houghton y Rice ayudaron a tipificar el hoy conocido virus de la hepatitis C, posibilitando así el diagnóstico y el desarrollo de “nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas”.

Tres mojones, tres premiados

El trabajo de Harvey Alter comenzó a finales de los 60, como colaborador de quien descubriera el virus de la hepatitis B (el también premio Nobel de Medicina Baruch Blumberg). Alter, que entonces trabajaba en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, comenzó a investigar casos de hepatitis en pacientes que recibían donaciones de sangre en los que se descartaba la acción de los virus que causaban tanto la hepatitis A como la B. Haciendo transfusiones de sangre de esos donantes a chimpancés, observó que también desarrollaban una hepatitis crónica y apuntó a un tercer virus como causante. En 1978 Alter definió a esta enfermedad como “hepatitis ni A ni B”.

Durante una década el virus de la hepatitis C se mostró esquivo y los investigadores no conseguían aislarlo. Entonces aparecieron Michael Houghton y sus colaboradores. Aislando ácidos nucleicos de la sangre de chimpancés infectados, descartaron el ADN del chimpancé, esperando que parte de ese ADN proviniera del virus. Y dieron en el clavo. Luego pasaron a estudiar los anticuerpos presentes en el suero de pacientes infectados buscando ADN clonado que expresara proteínas virales. Tras un intenso trabajo, en 1989 terminaron identificando un nuevo virus ARN de la familia Flavivirus, al que denominaron virus de la hepatitis C. También desarrollaron un test para detectar el virus en la sangre de los donantes, lo que, como dijo Gunilla Karlsson en la ceremonia de anuncio de premio, “llevó a un dramático descenso en el número de casos postransfusión”.

Charles Rice llegó luego a completar el puzzle de la hepatitis: logró demostrar que la presencia del virus en la sangre producía la enfermedad. Trabajando entonces en la Universidad Washington de Saint Louis, detectó una región del virus ARN que era importante para que se replicara en el hospedero. Diseñando una variante modificada del virus de la hepatitis C, logró demostrar que la inyección de ese virus en el hígado de los chimpancés causaba síntomas similares a la enfermedad crónica en humanos.

“Gracias a sus descubrimientos, ahora se dispone de análisis de sangre altamente sensibles para el virus que esencialmente han eliminado la hepatitis postransfusional en muchas partes del mundo”, dice la fundamentación al comentar los impactos del trabajo de estos tres investigadores. “También permitieron el rápido desarrollo de medicamentos antivirales dirigidos contra la hepatitis C” apuntan, destacando que “por primera vez en la historia, la enfermedad ahora se puede curar, lo que aumenta las esperanzas de erradicar el virus de la hepatitis C de la población mundial”.

Alter actualmente sigue trabajando en los Institutos Nacionales de Salud, Hougthon investiga en la Universidad de Alberta, Canadá, mientras que Rice aún está activo en la Universidad Rockefeller de Estados Unidos. Cada vez que recibamos una donación de sangre, deberíamos reconocer su trabajo y el de sus colegas así como este lunes lo reconoció el comité del Premio Nobel.