Los gnafósidos son una familia de arañas de las que hasta hace unos días se conocían 2.545 especies pertenecientes a 161 géneros, 13 de los cuales sólo vivían en América del Sur. Pero gracias al trabajo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable se agrandó la familia: hay un nuevo género y una nueva especie de araña gnofósida. Y no sólo vive en partes de Uruguay y Argentina, sino que al darle nombre los arancnólogos decidieron homenajear a Eduardo Galeano, el célebre escritor de Las arañas abiertas de América Latina, digo, de Las venas abiertas de América Latina.
La nueva araña fue dada a conocer oficialmente para la ciencia en el artículo “Descripción de Latica, una nueva araña de género monotípico de Uruguay y Argentina: un abordaje integrador”, publicado en la revista Zoologischer Anzeiger por Bruno da Silva, José Carlos Guerrero, Leticia Bidegaray y Miguel Simó. Pero esta arañita, que mide unos seis milímetros, ya venía inquietando a sus autores desde hace un tiempo: todo comenzó en 2014, cuando Da Silva y una compañera colectaron arácnidos como parte de un trabajo estudiantil en el parque natural de la estación Las Brujas del Instituto Nacional de Investigación agropecuaria (INIA).
En 2014 Da Silva y sus colegas de la Facultad de Ciencias comenzaron a preguntarse por esa arañita roja a la que no podían clasificar. Tras seis años, ahora en el artículo señalan que “recientemente, a partir de ejemplares depositados en colecciones aracnológicas de Uruguay y Argentina, se encontró un nuevo género de Herpyllinae”, lo que muestra una vez más que revolver las colecciones biológicas puede dar las mismas satisfacciones que internarse a hacer trabajo de campo pero sin tener que abandonar las comodidades urbanas. “El género se describe aquí siguiendo un enfoque integral”, dice el trabajo, refiriéndose a que para determinar que estaban ante un nuevo género y una nueva especie de araña utilizaron “datos morfológicos, moleculares y biogeográficos”.
Revisando colecciones
Determinar nuevas especies de animales actuales puede ser una tarea sencilla o complicada, según el organismo del que se trate. Si mañana uno se encontrara con unos monos de pelo rojizo y manchas azules en el rostro en bosques de coronillas del departamento de Rocha, puede estar casi seguro de que se trata de una nueva especie de primate. Pero de hecho, en el siglo XXI describir una nueva especie de mamífero relativamente grande es un fenómeno excepcional. Sin embargo, en animales más discretos y pequeños, como sería el caso de las arañas, hay más chances de dar con algo nuevo, sobre todo si los investigadores buscan en zonas donde no ha habido muestreos sistemáticos.
Pero no sólo haciendo muestreos se conocen nuevas especies: también se descubren en colecciones biológicas. Y ello se debe a que a la taxonomía clásica, basada en observaciones de diferencias anatómicas o morfológicas de los organismos, se suman ahora técnicas genéticas y análisis filogenéticos con modelos computacionales que harían que el sueco Carl Linneo, quien podría considerarse el padre de la taxonomía, disciplina que clasifica la diversidad de la vida, se cayera de espaldas.
En este caso la determinación de la araña de Galeano es una mezcla de ambas cosas: tras una colecta de campo, en 2014, surgió la interrogante, al tiempo que examinar especímenes depositados en las colecciones de arácnidos de la Facultad de Ciencias, curada por Miguel Simó, uno de los autores del artículo, y del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia permitió a estos detectives de la minibiodiversidad comunicar que estábamos ante un habitante del planeta que hasta ahora nos faltaba conocer.
Pero como postular que uno está ante un nuevo género de araña, y más aún, que ese nuevo género está representado por una única especie, requiere aportar muchas pruebas y evidencia, Da Silva y sus colegas decidieron atacar la interrogante científica desde varios aspectos. En primer lugar, fotografiaron “aspectos somáticos y genitales” (aquí no hay ninguna zoofilia, sino que la anatomía genital es de gran ayuda para diferenciar especies en arácnidos) de varios ejemplares, mientras que a otros los escrutaron bajo el microscopio electrónico. Luego aplicaron un estudio integral desde tres áreas: un abordaje morfológico que “consistió en un análisis filogenético con representantes de casi todos los géneros de la familia”, un enfoque molecular para determinar la “similitud genética con respecto a otras especies de Gnaphosidae disponibles en bases de datos genéticas”, y un enfoque biogeográfico, que “analizó la distribución potencial, identificando las áreas más favorables para este taxón en América del Sur”.
¡Uno más para atender!
El análisis filogenético, en función de una matriz de 324 caracteres morfológicos de 101 especies de arañas, 72 de las cuales pertenecen a la familia de los gnasófidos, permitió obtener 15 árboles en los que no sólo su arañita de seis milímetros caía siempre en la subfamilia Herpyllinae, sino que “una combinación de cambios de caracteres somáticos y genitales justifican a Latica como un nuevo género”.
Para el trabajo genético se analizaron dos ejemplares de la colección de la Facultad de Ciencias: una hembra (para los amantes de la timba, catalogada con el número 6.098 de la colección) y un macho (apostar por el 4.952), “ambos de la localidad de Las Brujas, Canelones”. En el laboratorio del Departamento de Biodiversidad y Genética del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable se extrajo ADN de ambos y se amplificó y secuenció una región recurriendo a la hoy famosa técnica de la reacción en cadena de polimerasa (PCR). Luego ese ADN fue secuenciado por el Servicio de Secuenciación del Institut Pasteur de Montevideo y luego las secuencias fueron depositadas en dos bancos de genes, BoldSystems y GeneBank, que también sirvieron para comparar el ADN con los de otras especies. ¿El resultado? Los fragmentos secuenciados del macho y la hembra de Latica arrojaron 99,1% de coincidencia, mientras que los de la hembra mostraron 92,47% de coincidencia con los de “un espécimen hembra de la provincia de Buenos Aires” depositados en uno de los dos bancos de genes con los que se compararon. Dado que las arañas Latica de Uruguay y las de Buenos Aires no presentan diferencias morfológicas, los investigadores aventuran que las “diferencias genéticas podrían indicar que las poblaciones de ambos márgenes del Río de la Plata están en proceso de diferenciación”.
Por otra parte, se creó un modelo de distribución para esta araña con el fin de “estimar áreas favorables” donde pudiera encontrarse. Para ello se dividió América del Sur en 6.466 cuadrículas de 50x50 km, detallando datos de la presencia o no de la especie, así como 43 variables predictoras que iban desde lo climático hasta la cobertura del suelo. Luego dejaron trabajar a los algoritmos y obtuvieron un mapa de distribución que muestra que Latica tiene mayor chance de encontrarse en los pastizales del bioma pampa.
Tras el análisis filogénético, molecular y biogeográfico, los investigadores reunieron evidencia contundente para afirmar que estaban ante un género nuevo de araña, por ahora representado por una única especie. Al momento de darle nombre, eligieron para el género Latica, que, como explican, “es una contracción de Latino y América”. Al momento de nombrar la especie, optaron por galeanoi. ¿Por qué? “El nombre de la especie es un patrónimo en honor a Eduardo Galeano (Montevideo, Uruguay 1940-2015), quien fue un reconocido escritor uruguayo y es considerado uno de los autores latinoamericanos más significativos del siglo XX”, dicen en el artículo Da Silva y sus colegas.
Las Latica galeanoi entonces son unas arañas que llegan a unos seis milímetros de longitud, con una coloración de cefalotórax que va desde “el marrón claro al rojizo” y otras características que sólo una persona entendida en arañas o muñida de una lupa podría distinguir. En cuanto a la distribución, en el trabajo se señala que Latica galeanoi habita el bioma pampa, detallándose “Sur de Uruguay, noreste de Argentina: provincias de Buenos Aires y Entre Ríos”. El holotipo, es decir, el espécimen con el que se describe la especie, proviene de Las Brujas, Canelones. Además, los entomólogos de la Facultad de Ciencias han colectado ejemplares en Potrero Grande (Rocha), La Charqueada, el kilómetro 328 de la ruta 7 y la Quebrada de los Cuervos (Treinta y Tres), y en el Cerro de Montevideo.
Resolviendo un misterio
“Son arañas que a simple vista son difíciles de ver”, dice Bruno da Silva, integrante de la Sección Entomología de la Facultad de Ciencias y primer autor del artículo. Pero para que uno no se ponga mal por haber pasado al lado de una araña de Galeano sin haberse dado cuenta, hace una acotación que ilustra qué tan difícil resulta verlas: “A las Latica galeanoi, vivas, las conocí el año pasado, cuando ya había defendido la maestría y estaba redactando el artículo”. Todo fue gracias a su colega y amigo Damián Hagopian, también de la Sección Entomología, que encontró una en Melilla, le sacó fotos y se la llevó. Y eso que lleva tiempo buscándolas: “Las encontramos con una compañera en 2014 en un proyecto estudiantil”, recuerda, pero no es que la hayan encontrado viva, sino con trampas de caída y otras técnicas que se utilizan para hacer muestreos de arácnidos e insectos. “Con esas técnicas uno recolecta animales, pero muchas veces los conoce muertos, luego de fijarlos en alcohol”.
Tras aquel trabajo de campo como estudiante, cuando intentaron identificar a la araña en el laboratorio comenzaron los problemas. “No llegábamos a nada, no podíamos asignarla a ningún grupo”, recuerda. “Después nos dimos cuenta de que en la colección había ejemplares colectados en otras épocas, por ejemplo uno de La Quebrada de los Cuervos de 1988, que aparecían sin identificar o asignados a grupos muy diversos”, agrega. “Cuando pasa eso uno empieza a sospechar”, dice Da Silva, y eso es un llamador para investigar, ya que en ciencia importan tanto o más las preguntas que las respuestas.
En contacto con colegas de Argentina, supo que en la colección del Museo Bernandino Rivadavia también tenían unas arañas indeterminadas similares. “En el marco de la maestría y de una pasantía, pude cruzar el charco, examinar sus ejemplares y comprobar, al menos morfológicamente, que eran de la misma especie que las que teníamos acá”, cuenta.
Tenía la sospecha de que su araña era distinta de todas las que conocía. Estaba en colecciones de Argentina y Uruguay, pero no de Brasil. Tuvo entonces que leer extensa bibliografía para descartar que se tratara de una especie introducida que ya hubiera sido descrita en otra parte. “Teníamos que descartar no estar describiendo un género y una especie que en realidad no fueran una novedad científica”, dice, algo que puede parecer sencillo, pero en la práctica le llevó como dos años. Pero después de comprobarlo tuvo vía libre: una araña así no había sido descrita antes en ninguna parte.
Como vimos, su investigación requirió un abordaje desde distintos ángulos, ya que los investigadores observaron que ningún género existente de araña gnofósida “le hacía justicia a las características que observábamos en la especie”. Y entonces no quedó más remedio: “Tuvimos que crear el género nuevo con una única especie, cosa que en ciencia es muy difícil de fundamentar y de ahí la estrategia de utilizar un abordaje múltiple”. Así trabaja la ciencia: la corazonada a partir de las arañas recolectadas en 2014 en Las Brujas tenía que ser blindada con evidencia.
Escritor homenajeado
“Normalmente, cuando uno está en proceso de bautizar la espacie elige referirse a una característica de la especie o al lugar donde está”, dice De Silva al disponerse a explicar el nombre escogido. “Para el nombre del género elegimos Latica, que en latín significa latino, y entonces a la especie pensamos en darle un nombre que diera mayor identidad. Nos propusimos pensar en un personaje rioplatense por el que todos los coautores sintiéramos cierta admiración. De esta forma surgió Galeano”, explica.
Cuando le digo que dado que la araña no sólo está en Uruguay sino también en partes de Argentina, algo no sólo sustentado por ejemplares colectados sino también por la predicción biogeográfica del artículo, quizá ponerle el nombre de un autor uruguayo podría generar conflicto con nuestros hermanos rioplatenses, Da Silva ríe, pero rápidamente agrega: “Fue también un autor de peso y repercusión en toda América Latina”. Y tiene razón: la uruguayez de Galeano no está en duda, como tampoco su visión de una América unida por tragedias y alegrías comunes. “Siendo un escritor tan comprometido con temas de América Latina, nos dijimos que pegaba con el nombre del género y de paso hacíamos un homenaje a un personaje admirado de la cultura”, redondea.
Describir especies nuevas de animales en el siglo XXI es algo que me parece fascinante. Y por lo que dice Da Silva, al menos en arañas, habría fascinación para bastante rato más. “En realidad, falta muchísimo por hacer y es algo que se ve día a día. Esto me pasó a mí, en el marco de un proyecto estudiantil de investigación que tuve la suerte de hacer y que después retomé para hacer la maestría. Pero en realidad en las colecciones hay un montón de animales que están indeterminados. Ya eso nos da la señal de que hay mucho para hacer en taxonomía, por lo menos en arañas, y me atrevo a decir en artrópodos”, sostiene. Pero no acaba allí: “Por otro lado, hay un gran desconocimiento sobre la distribución geográfica de las especies”.
Da Silva, que además es docente de secundaria, está seguro de que seguirá trabajando en entomología. “Hay mucho para hacer, y eso es algo que te motiva. Solamente en colecciones, sin tocar el campo, que es lo que más nos gusta, hay un montón de trabajo. Se requiere esfuerzo para obtener información que falta y tener por lo menos un conocimiento mayor de la diversidad de arañas en Uruguay”. Con 27 años ya describió con sus colegas un género y una especie nuevos. “Con la gran cantidad de material indeterminado que tenemos, quizá la mayor cantidad de especies de arañas de Uruguay no se conozcan todavía”, dice, y uno está casi seguro de que habrá más escritores homenajeados en un futuro no muy lejano.
Artículo: “Description of Latica, a new monotypic spider genus from Uruguay and Argentina (Araneae, Herpyllinae, Gnaphosidae): An integrative approach”.
Publicación: Zoologischer Anzeiger 288 (2020).
Autor: Bruno da Silva, José Carlos Guerrero, Leticia Bidegaray, Miguel Simó.