El libro Hitos y mitos del cerebro fue editado por las docentes e investigadoras de la Facultad de Ciencias de la Udelar Ana Silva y Antonella Arrieta. Dialogamos con las responsables del primer libro de texto universitario de neurociencias de Uruguay, que, a su vez, es un libro de divulgación para todo público. Al entusiasmo por su publicación, se sumaba el hecho de que las entrevistamos ni bien terminó la primera clase del curso de 2020, que afortunadamente pudieron dar de forma presencial.

En la presentación virtual que hicieron en la biblioteca de la Facultad de Ciencias decían que creían que este era el primer libro de texto de neurociencias escrito en el país. ¿Por qué creen que esto no se había dado antes?

Ana Silva: Existen maravillosos textos de neurociencias que son de primer nivel. Eso hace que los neurocientíficos en el mundo nos hayamos formado leyendo las mismas cosas. Por ejemplo, el de Eric Kandel, que es premio nobel en neurociencias, es uno de los textos más famosos y está en todas la bibliotecas de los laboratorios a los que he ido. Tienen tanto nivel esos textos que desestimulan y alejan absolutamente la necesidad de escribir textos propios de neurociencia. Pero nosotros, al generar un curso que era inédito como propuesta, nos enfrentamos con la dificultad de encontrar bibliografía ad hoc. Nos vimos casi que en la necesidad de pasar todo eso que habíamos hecho para dar cada una de nuestras clases a un formato de capítulo de libro.

Antonella Arrieta: Coincido. No había textos de neurociencia en nuestro país porque, de alguna manera, no eran necesarios. La necesidad surge cuando encaramos la disciplina desde otro enfoque, el texto entonces se debe a la propuesta innovadora del curso. Si bien hay textos de neurociencias para cursos más avanzados, están dirigidos a estudiantes que ya tienen un interés desarrollado en el área. Hitos y mitos del cerebro busca una aproximación desde la curiosidad, de manera que no se necesitan elementos previos para este acercamiento a la disciplina. El objetivo de que el libro fuera también un libro de divulgación se fue gestando sobre la marcha. Inicialmente el objetivo fundamental era generar un texto de apoyo para los estudiantes que realizan el curso.

El libro, si bien está pensado para ser usado como texto del curso, también está escrito como de divulgación, acerca los temas en un lenguaje accesible para personas que no tienen que ser entendidas en esta ciencia. De hecho, esa es una característica del curso que dan, buscar otro registro para transmitir el conocimiento. ¿Cómo evalúan ese camino hoy que comienza la cuarta edición del curso Hitos y mitos del cerebro?

Ana Silva: Fue un enorme esfuerzo el cambio de cabeza. Para mí, en términos de experiencia docente ha sido una experiencia maravillosa. No se puede pretender abordar cualquier tema con esta mecánica de curso. Fuimos muy cuidadosas en la elección de los temas. Por un lado, tenían que tener una base neurocientífica clara. Además, tenía que haber fundamentos que pudiéramos defender desde las neurociencias y que dieran explicación a la temática. Pero además tenían que ser temas de interés, que hayan trascendido en algún ámbito, que hayan permeado al conocimiento más general o al interés o la curiosidad pública. Por eso los temas admiten un tratamiento riguroso y al mismo tiempo ese registro de comunicación y divulgación.

Antonella Arrieta: Lo que nosotras hacemos es aproximar a los estudiantes a las neurociencias haciendo énfasis en la parte de la comunicación. Impartimos los conocimientos de forma rigurosa, pero desde la intuitividad, la curiosidad, la pregunta. Por eso también hablamos de hitos y mitos. Los mitos son centrales y partimos de conocimientos populares, que están arraigados en la cultura, a veces a partir de interpretaciones erróneas o parciales, a veces incluso de hallazgos que son correctos, pero que tienen una interpretación que no les hace justicia o una comunicación errada. Partimos desde lo que permea en la sociedad para discutir, reflexionar y aportar a esos elementos los contenidos rigurosos de la disciplina.

Ana Silva: Los mitos reflejan un conocimiento colectivo que, por alguna razón, que a veces es muy clara y muy trazable y otras no, se separan de lo que la ciencia conoce sobre ese tema. Por ejemplo, está el mito de que usamos 10% del cerebro. En ese caso podemos trazar el mito, encontramos qué fundamentos tuvo en el momento que fue sostenido, y trabajamos sobre los fundamentos que tenemos hoy para refutarlo. Este es el tipo de mecánica y esos son los temas en los que podemos trabajar en un curso como este.

Muchos capítulos, al tratar de derribar un mito, plantean en realidad más preguntas que certezas. Supongo que eso es fundamental para la formación de un estudiante.

Antonella Arrieta: Sí, los temas son muy grandes y muy transversales. Es parte de la ciencia entender que no siempre podemos llegar a una respuesta absoluta. E incluso cuando logramos llegar a una respuesta, esa respuesta es muy dinámica y va a depender del movimiento que haya en el área, de los hallazgos y los avances. Nada está estático. Debemos tener bases sólidas, pero tenemos que entender también que a partir de esos cimientos las construcciones son dinámicas.

El libro en cierta medida recoge la experiencia del curso. ¿Cuales dirían que son los capítulos que más interés despiertan en los estudiantes y, por tanto, que podrían despertar más interés en los potenciales lectores?

Antonella Arrieta: Creo que todos los textos son interesantes e invitan a la reflexión. Abarcan temas que en algún momento todos nos pusimos a pensar o que escuchamos por ahí. Por ejemplo, qué es lo que nos hace tan especiales, qué tiene de especial nuestro cerebro que nos hace humanos. Creo que ese capítulo es muy atractivo. El capítulo que aborda si el cerebro es igual o no a una computadora es también muy contemporáneo. Otro capítulo reflexiona y discute sobre la relación entre sexo y cerebro, con todas sus aristas y la transversalidad del tema. Creo que todos los capítulos, incluso también los hitos, están presentados de una manera atractiva para tratar de saciar distintas curiosidades. Tal vez lo más interesante del libro es que los capítulos son independientes entre sí, entonces el lector puede elegir cuál leer según la curiosidad que tenga en el momento.

Ana Silva: No puedo desprenderme de los que más me gustan a mí. Por ejemplo, el capítulo que aborda qué es lo distinto del cerebro humano, cómo podemos llegar a discutir con argumentos qué tiene de especial nuestro cerebro. Desde la disciplina cuesta darle ese carácter excepcional. En un momento histórico, no demasiado alejado, era irrefutable que el cerebro humano era único, súper especial, distinto y capaz de hacernos hacer cosas muy distintas a las de los otros seres. Ese es un punto fuerte y uno ve que los estudiantes realmente se sorprenden. Ellos vienen pensando que somos los únicos que hablamos, o los únicos que hacemos determinadas cosas. En clase llegamos como a una conclusión de que somos monos con cerebro grande, que como primates no somos tan especiales. El otro tema que me resulta particularmente interesante, y que también veo que les genera verdaderas controversias, es el del sexo y el cerebro. Es otro tema que genera opinión, genera discusión real y que, como el otro, es muy interesante cada vez que llegamos a esa unidad en el curso. Pero en todos los temas vemos colgarse a los estudiantes, desde la analogía entre cerebros y computadoras, la ilusión de la percepción sensorial, e incluso cuando ven que el avance en la ciencia puede llegar a ser caprichoso, por ejemplo, cuando abordamos el tema de las glías y las neuronas y cómo las glías habían sido relegadas sólo porque antes se descubrieron algunas propiedades de las neuronas.

Con el avance de la inteligencia artificial, con esta especie de dictadura de los algoritmos y todo eso, ¿notan un mayor interés por las neurociencias que hace unos años atrás?

Antonella Arrieta: No sé si hay un entusiasmo más grande por las neurociencias, pero creo que sí hay como una mayor difusión de todas las ciencias, una mayor visibilidad de la ciencia, y más aún en este año en el que, por la pandemia, la ciencia pasó a tener un rol mucho más visible para la sociedad. En las neurociencias en particular todo va avanzando muy rápido, y el conocimiento está como al alcance de un clic de los estudiantes. Eso hace que tengan más preguntas, que los estudiantes ya vengan con más interrogantes, con más curiosidad sobre cosas que leyeron en Instagram, en Twitter o en un foro. Ya vienen con otros elementos de la cotidianidad, buscan las preguntas, están más deseosos de saber qué es verdad y qué no.

Ana Silva: Si bien tengo mi sesgo, no dudo de que hay más interés. Diría que percibo interés y avidez por el conocimiento científico en el último tiempo, y es algo que de alguna manera celebro muchísimo. Yo, que soy médica de formación, cuando empecé a estudiar esto y me encontraba en reuniones sociales diciendo que hacía neurociencias me miraban como diciendo “pobrecita, qué disgusto para los padres, pudiendo ser médica se pasa trabajando con peces eléctricos”. Creo que estamos saliendo de ese lugar oculto en el que no se veía para qué éramos útiles o qué estábamos haciendo. Creo que particularmente la neurociencia hoy es el boom, o quizás tendría que decir que antes de la covid-19 era claro que era el boom. Digo antes de la covid-19 porque eso no es solamente una percepción, sino que se veía muy claramente que los mayores esfuerzos en inversión de ciencia de esta década estaban orientados a las neurociencias, con proyectos como la BRAIN Initiative, el Proyecto Conectoma Humano y otras iniciativas en Japón y Europa. Las políticas académicas y la inversión en ciencia se concentraron en las neurociencias en una doble apuesta –que es una regla general de la ciencia, pero que esta vez se hizo de forma explícita– de desarrollar ciencia y tecnología al mismo tiempo, desarrollar la metodología y la pregunta biológica o la pregunta de salud en paralelo.