La serie, con patrocinio de la ANII, gratuita y completa en Youtube, acompaña a los antropólogos Mónica Sans y Gonzalo Figueiro en su investigación sobre el genoma indígena en la población uruguaya
En Uruguay no hay indios. Esa aseveración la escuché muchas veces cuando era chico. Grosso ‒y equívoco, digámoslo desde ya‒ modo, la situación se explicaba diciendo que los belicosos charrúas habían expulsado o combatido hasta el exterminio a las demás tribus, para luego ser exterminados a su vez por el conquistador blanco. Y chau, eso nos dejaba a todos en Uruguay como criollitos puros e incluso mulatos, por la integración posterior de los esclavos llegados desde África. Pero de indios ni hablar.
Tal aseveración es difícil de sostener para cualquiera que observe con un poco de atención y distinga rasgos presentes en un amplio número de nuestra población y, a su vez, se pregunte cómo sería posible que, ante la integración de las etnias durante la conquista, esa presencia indígena no continuara en nosotros de algún modo hasta la actualidad. La serie web Linajes, en que los antropólogos Mónica Sans y Gonzalo Figueiro presentan, junto al realizador Álvaro Adib, años de su investigación, ayuda a comprender cuán errado era lo que nos decían de pequeños.
2020 fue el año de consumo casero. La producción audiovisual por servicios de streaming, redes sociales y plataformas como Youtube fue tal que es muy probable que más de una perlita haya pasado desapercibida. De hecho, es el caso de esta serie breve ‒apenas 35 minutos repartidos en siete concisos episodios‒ de un valor inmenso.
Estrenada en noviembre del año pasado, se trata de un material pensado para el público general, que ataca de manera llana, concreta y clara conceptos tales cómo el genoma indígena y el estudio del ADN mitocondrial en la población uruguaya, con una narración que se vale del entusiasmo contagioso y la claridad con la que Sans y Figueiro transmiten sus conceptos. En su recorrido son acompañados por infografías amenas y precisas que ayudan a explicar aquellos puntos más complejos (amén de unos hermosos dibujos del artista argentino Marcos Vergara) que transitan por la pantalla.
Al ver los siete episodios queda de manifiesto que el genoma indígena está presente en la población urguaya. También podemos ver, con aportes historiográficos, cómo las corrientes migratorias fueron constituyendo el que puede ser el mayor hallazgo de los tiempos recientes: el linaje C1d3, la comprobación de un genoma mitocondrial descubierto a partir de investigación nacional. La serie cumple por completo con el objetivo de transmitir su conocimiento de manera práctica y entretenida, volviéndose material de consulta para cualquiera que quiera estar mínimamente informado. Se puede ver aquí: ladiaria.com.uy/U7N.
Con uno de los investigadores
Al respecto de la propia investigación sobre ancestría indígena, la serie web y su posible continuación, charlamos con Gonzalo Figueiro, del Departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.
“Hubo más indígenas madres que indígenas padres. En la jerga genética eso se denomina con el eufemismo ‘cruzamientos asimétricos’”. Gonzalo Figueiro
¿Cuándo surge esta investigación?
La investigación relacionada con los aspectos de genética histórica de las poblaciones de Uruguay, y en especial del componente indígena materno de las poblaciones de Uruguay, es algo que se viene haciendo en el Departamento de Antropología Biológica desde hace casi 30 años. ¿Por qué el componente indígena materno? Por razones tristemente obvias: hubo más indígenas madres que indígenas padres, lo que se conoce en la jerga genética con el eufemismo de “cruzamientos asimétricos”. Básicamente quiere decir que los hombres indígenas no se reproducían con mujeres europeas, pero las mujeres indígenas sí se reproducían con hombres europeos, y no necesariamente por voluntad propia. El trabajo con el componente indígena del ADN mitocondrial de la población uruguaya [el ADN mitocondrial se hereda por vía materna] lleva ya un montón de tiempo. A partir de 1997 se empiezan a ver secuencias de ADN concretas de componente indígena, y eso hace que sea posible rastrear esas secuencias por su afinidad con otras secuencias en el continente americano.
Hay algo que nosotros en la serie, por razones de divulgación, no comentamos, pero es que el ADN mitocondrial completo que se transmite por línea materna tiene 16.500 bases. 16.500 letras. Sin embargo, hasta hace unos 15 años aproximadamente, por cuestiones técnicas, era bastante difícil tener la secuencia completa de esas 16.500 letras, y se trabajaba con una porción, muy representativa, que se llama región hipervariable, de más o menos unas 500 bases. Esa región hipervariable tiene una tasa de mutación altísima, y eso permite rastrear de forma bastante clara linajes a veces de origen local y muy restrictos geográficamente. Con eso trabajamos nosotros durante años. El punto de inflexión se produce en 2012, cuando secuenciamos en población moderna el genoma mitocondrial completo ‒con mucho laburo, por cierto‒ de individuos que tenían cierto tipo de linaje, el que aparece en el capítulo 7 de la serie, el linaje C1d3, que es idéntico al que se encontró en los restos de Vaimaca Perú. Ese fue nuestro primer genoma mitocondrial fatto in casa. En 2017 con Mónica Sans se nos ocurrió la idea de recurrir a tecnologías más avanzadas, de secuenciación masiva, para acceder a un número mayor de secuencias a un menor costo y con un menor esfuerzo.
¿Cómo surge la idea de la serie web?
Nuestra investigación nos llevó a entregar a la ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación] en 2017 el proyecto “Filogeografía de subhaplogrupos mitocondriales para la comprensión del origen y las relaciones de los indígenas del Uruguay y sus descendientes”. Para nuestra enorme alegría, la ANII financió el proyecto, lo cual condujo a los resultados que difundimos en la serie web. La ANII exigía que se destinara un porcentaje de los fondos solicitados a divulgación, entendiendo por divulgación aquellas estrategias que uno utiliza para que ese conocimiento y estos resultados lleguen a una población no especializada. La estrategia clásica, porque no solemos ser muy creativos, consiste en dar charlas y cuestiones de ese estilo, pero se me ocurrió que quizá un formato audiovisual compacto, como para poder difundir por Youtube, podría llegar a ser una buena idea. Eso me llevó, después de andar preguntando un poco, a contactar a Álvaro Adib. Siempre el tema de los orígenes y el tema indígena generan muchísima curiosidad y muchísimo interés en el público, siempre están ávidos de saber cosas.
El lenguaje concreto y sencillo de la serie hace que la investigación resulte accesible.
Estábamos pensando en hacer llegar a una población no especializada algunos aspectos vinculados con la herencia indígena de Uruguay y lo último en cuanto a los resultados en investigación. De hecho, después de conversar el asunto con Álvaro en los primeros meses de 2020, llegamos a la conclusión de que no bastaba simplemente con divulgar los resultados del proyecto, que son los resultado concretos del análisis, de la muestra, en forma de altísima resolución, sino que también valía la pena explicar por qué llegamos hasta ahí. Entonces, algo que pretendía ser en principio la divulgación de los resultados del proyecto terminó siendo un racconto histórico del trabajo en genética antropológica en Uruguay. La divulgación, por otra parte, siempre ha sido, para la gente del departamento y para mí en particular, un tema muy importante, por lo que la idea era tratar de hacerla lo más accesible posible y con los pies en la tierra.
Álvaro es estudiante avanzado de Antropología ‒no sé si no habrá terminado ya‒ y entonces tiene los conocimientos de base para entender el asunto en cuestión, pero a su vez trabaja mucho con cuestiones de divulgación. Eso también nos sirvió para ver que esto llegue de la mejor manera, sin simplificar, sin perder rigor científico, pero despojándolo de todos los nombres técnicos y los aspectos más áridos de metalenguaje, que a veces son lo que hacen que sea menos accesible para un público no especializado.
La investigación deja abierta varias líneas posibles de continuación. ¿Están trabajando en ellas?
Sí. ¿Qué cosas tenemos para trabajar a continuación? Una es el componente paterno, que si bien es reducidísimo ‒se calcula un máximo de un 5% para la población uruguaya‒, existe. Ver, entonces, qué pasa con los linajes paternos a través de linajes del cromosoma Y. En este momento, eso forma parte de la tesis de doctorado de Patricia Mut, de nuestro departamento. Ojalá se llegue a resultados que den lugar a iniciativas también divulgables. Por otra parte, está el asunto de lo que vulgarmente llamaríamos porcentajes, es decir, proporciones de ancestría. Porque el ADN mitocondrial indígena lo tenés o no lo tenés, pero no te dice hace cuántas generaciones que ese ancestro vivió en tu genealogía. Eso se puede ver a través de marcadores individuales de ancestría, algo en lo que, hoy por hoy, hemos trabajado poco. Tenemos el análisis de marcadores individuales de ancestría de alrededor de un centenar de individuos, pero no diría que es una muestra representativa. Ahí es donde tenemos ese análisis de proporciones: ¿qué proporción de ancestría indígena tiene la población de Uruguay? En promedio es 13% aproximadamente, el equivalente a que todos tuviéramos un bisabuelo o bisabuela indígena, pero es algo que requiere mucha más investigación, ya que todavía no se ha realizado en detalle. Los resultados del proyecto Urugenomes, que está siendo realizado por el Institut Pasteur, incluyen ese análisis de los componentes de ancestría, y seguramente algo en ese sentido se va a investigar.
Otra línea para la continuación son los vínculos profundos, los vínculos antiguos. Es decir, tomar el ADN mitocondrial de restos prehistóricos y ver qué relación tienen con esos linajes que se encontraron en la actualidad. Hay un linaje concreto, ese linaje Vaimaca o C1d3, que efectivamente fue hallado en restos prehistóricos y en población moderna, pero esa es la única vinculación que hemos encontrado hoy por hoy. Necesitaríamos hacer muchas secuencias, de más individuos antiguos, para tener un panorama más claro de qué cosas tienen raíces profundas y locales y cuáles no. El tema es que eso requiere análisis que, por cuestiones de presupuesto e infraestructura, hoy están fuera de nuestro alcance. Por lo tanto, estamos emprendiendo colaboraciones con el exterior, y a esta altura del partido ya tenemos algunas establecidas con laboratorios que secuencian ADN de restos prehistóricos y que nos van a permitir obtener datos al respecto.
¿Habrá entonces una segunda temporada de Linajes?
A mí me encantaría. En primer lugar, porque vamos a seguir obteniendo secuencias de ADN mitocondrial de poblaciones actuales que quizá nos revelen otras vinculaciones y raíces, además de las que ya se cuentan en la serie actual. Pero, además, podemos indagar en otros asuntos, como enumeraba antes. Cualquiera de esos temas, debidamente preparado, puede llegar a ser un excelentísimo material de divulgación, que seguramente sería muy bienvenido por una población uruguaya que, como diría Tabaré Rivero, está cada vez más ávida de saber sobre esas raíces “desteñidas”, sobre esas raíces que están ahí pero que fueron a veces deliberadamente ocultadas y que ahora están saliendo a luz y generando un interés sin precedentes.
¿Se han visto afectados por los recortes presupuestales recientes?
Lo cierto es que no, al menos por el momento. En nuestro caso, no tener presupuesto no es un problema de ahora. Nosotros tenemos efectivamente un laboratorio de ADN antiguo que hemos hecho funcionar durante todos estos años, pero hay determinadas técnicas de alta resolución que, por los costos, están fuera de nuestro alcance. Los montos de los proyectos de investigación que se financian en nuestro país por parte de las agencias gubernamentales o la Universidad apenas están por arriba del millón de pesos, y eso, para algunos tipos de investigación, es poca plata, sigue sin ser suficiente. Casualmente, en este 2020 que acaba de terminar, tanto Mónica Sans como yo fuimos financiados en dos proyectos distintos por la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República para hacer investigaciones bioantropológicas.
“De mantenerse el recorte presupuestal, las personas que nosotros estemos formando como investigadores van a tener un panorama bastante pálido para su inserción laboral y la continuación de su carrera en nuestro país. Vamos a estar formando literalmente para la fuga de cerebros”. Gonzalo Figueiro
Pero el problema es que los recortes presupuestales, y en particular el impacto que vaya a tener la Ley de Presupuesto sobre el funcionamiento universitario, van a tener un impacto a mediano y probablemente largo plazo, porque todas estas cosas terminan repercutiendo en el funcionamiento cotidiano, lo que a la larga impacta sobre la creación de cargos, la extensión de becas y todo ese tipo de cuestiones que tienen que ver con el mantenimiento de recursos humanos. Entonces, de mantenerse el recorte presupuestal, las personas que nosotros estemos formando como investigadores van a tener un panorama bastante pálido para su inserción laboral y la continuación de su carrera como investigadores en nuestro país. Vamos a estar formando literalmente para la fuga de cerebros. Yo soy integrante de una generación que vivió ese tipo de panorama. Egresé de la carrera de Antropología en 2001 y puedo considerar prácticamente un milagro haber encontrado una adecuada inserción laboral durante esos primeros años de este siglo, que fueron tremendos. Lamentablemente, eso era producto de una deficiencia histórica en términos presupuestales. Así que, si bien en este momento preciso yo no veo el efecto inmediato del recorte presupuestal, soy consciente de que el deterioro, en caso de que el recorte presupuestal se mantenga, es inevitable.