Parque del Plata, Canelones. Veranos de la década de 1980. Si la memoria no me falla, su momento era a la tarde. Casi que a diario, por lo general en febrero, el mar era atravesado por entre tres y cinco aletas. Con mis hermanos dejábamos todo lo que estábamos haciendo –cosas de niños en una playa– y las veíamos pasar. Nuestro viejo nos dijo que eran toninas. No sé si él lo sabía o no, pero al menos el niño que yo era entonces ignoraba que esas toninas y los populares delfines eran el mismo cetáceo. Tal vez que no saltaran fuera del agua ayudó a que uno se quedara con la impresión de que las toninas eran algo así como unos parientes menos glamorosos de los delfines. Más adelante, vería que estaba parcialmente equivocado.
Montevideo. Década de los 2000. No recuerdo si leyendo o conversando con algún amigo biólogo como Ramiro Pereira, pero un día las toninas, aquellos delfines de segunda clase que me imaginaba más pequeños, menos inteligentes, más anodinos que los delfines de los acuarios, los documentales y las novelas, pasaron a ser la misma cosa. Todos eran Tursiops truncatus o delfines nariz de botella. Sentí una extraña alegría y un raro enojo –que se daría con muchas otras cosas– con la educación que había recibido. ¿Cómo podía ser que hubiera terminado la escuela y el liceo sin que nadie me mencionara que acá vivían los mamíferos supuestamente más inteligentes del planeta luego de nosotros? También me invadió cierta tristeza. ¡Me había dado cuenta demasiado tarde! Las toninas ya no se veían desde hacía tiempo en la costa del Río de la Plata. Los seres más inteligentes del planeta estuvieron ahí, a escasos metros, y no estuve a la altura. Mejor dicho, ninguno de nosotros estuvo a la altura: algo pasó que abandonaron las costas de Colonia, San José, Canelones y parte de Maldonado desde la década de 1990.
Ciudad de la Costa. Diciembre de 2018. Tras leer la tesis de maestría en biología de Carolina Menchaca, ingresé formalmente al mundo de la lectura de las investigaciones que nuestras científicas y científicos hacen sobre las toninas de Uruguay. En biología las cosas pueden ser más resbaladizas que un cetáceo mojado. Después de haber aprendido que las toninas eran los populares delfines de todas partes, me enteré de que eso no era tan así. Los delfines que viven cerca de la costa desde el sur de Brasil, Uruguay y parte de Argentina presentan diferencias morfológicas con los delfines nariz de botella que viven mar adentro o en otras partes. Análisis genéticos mostraron diferencias de esta población local de toninas, a tal punto que en 2018 el Comité de Taxonomía de la Sociedad de Mastozoología Marina reconoció a nuestros delfines costeros como una subespecie diferente. El nombre científico para las toninas ahora es Tursiops truncatus gephyreus, mientras que el nombre común para distinguirlo de su pariente es delfín nariz de botella de Lahille, aunque ni Fernando Lahille, cuando lo propuso como una especie distinta en 1908, lo debe haber llamado jamás así. La discusión taxonómica prosigue, y hay quienes proponen que sea una especie distinta. Más allá del nombre, las toninas, estos delfines nariz de botella que sólo viven desde el estado de Paraná, en Brasil, hacia el sur, hasta la provincia de Chubut, en Argentina, siguen sin dejarse ver demasiado por el Río de la Plata. Y sigue faltando información sobre ellas.
Ahora. Doy con la publicación de un nuevo artículo científico. Se llama “Ecología histórica de forrajeo del amenazado delfín nariz de botella de Lahille (Tursiops truncatus gephyreus) inferida por isótopos estables” y en ella participaron investigadores de Brasil, Uruguay, México, Sudáfrica y Argentina. Entre ellos están Meica Valdivia, del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), y Paula Laporta, del Centro Universitario Regional del Este de la Universidad de la República y de la organización Yaqu Pacha Uruguay.
Huesos, isótopos y dieta
¿De qué se alimentan las toninas? ¿Ha variado su dieta en el último siglo o siguen como si nada pese a que la pesca en la zona se ha incrementado? ¿Comen las mismas especies de peces las toninas de Brasil, Argentina y Uruguay? El trabajo publicado da algunas respuestas a estas interrogantes.
Para ello, el equipo internacional trabajó en torno a la investigación de la tesis de maestría que la mexicana Andrea Campos-Rangel estaba realizando en la Universidad Federal de Río Grande, en Brasil, bajo la tutoría de la experta en delfines Silvina Botta. Su idea era analizar los isótopos de carbono y nitrógeno en restos óseos de toninas de los tres países donde vive la subespecie, ya que con esa información –y otra complementaria y arduos análisis– es posible determinar su dieta. Simplificando un poco, digamos que somos lo que comemos: los elementos de la comida que ingerimos dejan huellas que pueden rastrearse en nuestros tejidos. Como las investigadoras querían abarcar la dieta de la subespecie de delfín en todo su rango de distribución y durante un largo período de tiempo, necesitaban acceder a colecciones con esqueletos de toninas del resto de los países. Y así fue que contactaron a Paula Laporta.
Laporta es bióloga. Y podríamos decir que desde hace años trabaja en la Oficina Nacional de Registro Delfín. Porque desde 2003 viene fotografiando a nuestras toninas para identificarlas a partir de sus aletas. Es así que en su tesis pudo estimar que la población de toninas del país no supera los 70 individuos. Y pudo constatar, además, que algunos de ellos iban y venían a Brasil. Cuando su colega brasileña la llamó, Laporta recordó que Meica Valdivia estaba comenzando su tesis de maestría justamente analizando isótopos en huesos y dientes de cetáceos de Uruguay. El resultado: nuestras dos investigadoras se sumaron a la investigación, y Laporta fue como esas toninas que hacen el nexo entre Brasil y Uruguay. “Lo lindo de esto es que fue un trabajo abierto y colaborativo, en el que además se buscó que cada trabajo tuviera su originalidad y complementariedad”, dice Laporta.
Gracias a esa colaboración, las investigadoras y sus colegas lograron obtener muestras de huesos de 103 toninas adultas de Brasil, Uruguay y Argentina colectadas entre 1903 y 2018. Para ello recurrieron a varias colecciones de museos, centros de investigación y hasta particulares.
De nuestro país analizaron los isótopos de carbono y nitrógeno de toninas del MNHN, de la colección de vertebrados de la Facultad de Ciencias, del Museo del Mar de Punta del Este y de esqueletos que Laporta ha ido colectando en Rocha y que serán ingresados al MNHN. Una vez más, queda patente la importancia de tener colecciones biológicas bien catalogadas y protegidas.
Para el análisis se tomaron en cuenta dos períodos, uno comprendido entre 1903 y 1980 y el otro, entre 1981 y 2016. “El primer período representa la etapa previa al gran desarrollo de la pesca industrial de arrastre de fondo a lo largo del sur de Brasil, Uruguay y Argentina después de 1967”, señala el trabajo publicado en la revista Estuarine, Coastal and Shelf Science. Y el tema es relevante: si uno quiere saber qué comen las toninas, tiene que tener en cuenta que varias especies de peces que se sabe que son parte de la dieta de estos animale “comenzaron a mostrar signos de sobreexplotación” pesquera. El período 1981-2016 podría mostrar, entonces, cambios en la dieta de este mamífero inteligentísimo ante este desbarajuste producido por el pariente más inteligente.
Cuando comenzó la idea de realizar esta investigación, Meica Valdivia estaba comenzando su maestría en ecología en el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas. Se proponía analizar la dieta, a través de isótopos en tejido óseo, de cinco especies de cetáceos: nuestra tonina, y además la falsa orca, el delfín de Fraser, la marsopa espinosa y el delfín nariz de botella común. “Al comenzar la maestría me contacté con Paula para consultar sus muestras de cetáceos, y entonces surgió participar en este proyecto”, dice Valdivia.
Trabajar en colaboración es algo deseable, y más aún cuando uno habla de animales que nadan muchos kilómetros en un día sin pensar en fronteras políticas. “Son animales altamente móviles, que se desplazan a grandes distancias y cuya distribución abarca regiones. Además, la obtención de muestras tiene una logística muy pesada por detrás, entonces unir esfuerzos es la que va; siempre en ciencia unir esfuerzos es la que va, pero en cetáceos va un poco más”.
Feliz con la publicación de este artículo, en breve defenderá su tesis de maestría. Y su trabajo va más allá de las toninas. “Pensamos en las toninas porque son los cetáceos que vemos más y es fácil encariñarse con algo que vemos, pero también tenemos una diversidad muy alta de cetáceos que dependen de esas mismas presas o de presas que se solapan con otros intereses, y de los que aún sabemos poco. Ojalá no suceda que empecemos a conocerlas cuando las especies ya no estén en nuestro país. Esto que pasó con las toninas en el Río de la Plata puede haber pasado o estar por pasar con otros cetáceos. Eso nos llevaría a pensar en medidas de manejo que colaboren con la franciscana, o con la marsopa espinosa, que es costera y sufre capturas incidentales. Hay cosas que vemos en las toninas que pueden servir de alerta para otras especies”.
Un brasileño, un hermano
Si somos lo que comemos, por mucho que le duela a Francis Mallmann o a Lucía Soria, nuestros inteligentísimos mamíferos marinos son más hermanos de los brasileños que de los argentinos. Porque a través del análisis isotópico de carbono y nitrógeno de los huesos de estos animales, la investigación confirmó lo que ya se había visto a nivel genético: nuestras toninas están más hermanadas, también en su dieta, con sus colegas del sur de Brasil que con las de Argentina. “Los valores isotópicos de los delfines argentinos fueron diferentes a los de Uruguay y Brasil en ambos períodos”, señala el trabajo.
“Las toninas que vemos en Uruguay hoy están más asociadas a la zona costera oceánica, que es la que compartimos con Brasil. Nuestra costa es la continuidad del sur de Brasil, por lo que es un ambiente más parecido”, dice Laporta. Y un ambiente más parecido va a tener presas más parecidas. Pero un momento, argentinos y uruguayos compartimos el Río de la Plata. Tenemos que tener cosas en común. Y las tenemos, pero no son motivo de celebración: “Sucede que las toninas desaparecieron del Río de la Plata, tanto de Uruguay como de Argentina, más o menos en la misma época”, afirma Laporta.
“Las toninas del sur de Brasil y de Uruguay podrían considerarse una población entera, que luego presenta zonas de concentración, como es la zona atlántica uruguaya, en la Laguna de los Patos, Itajaí, Torres y Florianópolis”, explica. “Lo que notamos es que tanto genéticamente como por la marca isotópica, Argentina se separa. Hoy los animales que se ven en Argentina están en la Patagonia, una distancia bastante grande”, agrega.
Trabajos previos de Laporta habían mostrado que las poblaciones de Uruguay y Brasil estaban conectadas. Toninas identificadas por ella en Uruguay habían sido vistas en Brasil, pero lo inverso no se había registrado. “Eso ahora está cambiando”, adelanta. Y dice que eso tiene que ver con el hecho de que en Brasil venían estudiando a las toninas que viven dentro de la Laguna de los Patos. “Pero dentro de la laguna pasan cosas distintas que fuera”, afirma.
Lo que dice a continuación dejaría contento a cualquier ministro de Turismo de Uruguay. “Desde el verano hay toninas brasileñas en Rocha. Hay como cuatro que ya tenemos vistas que se han identificado en el sur de Brasil. Eso de que vimos pocos animales de Brasil en Uruguay durante mi tesis puede estar ligado a que recién comenzaban los esfuerzos de identificación de toninas afuera de la Laguna de los Patos”, conjetura.
Y vaya si identificar toninas de afuera de la laguna es importante. Laporta cuenta que en la Laguna de los Patos hay dos muelles artificiales de siete kilómetros de largo que la conectan con el Atlántico, ya que allí está el segundo puerto más grande de Brasil. “Esos siete kilómetros de muelle parecen estar actuando como una especie de barrera, más allá del propio territorialismo de las toninas”, sostiene. “Las toninas que identificamos en nuestro país y que van al sur de Brasil nunca fueron vistas pasando ese muelle. Y lo mismo sucede con las toninas brasileñas que están pasando el muelle, que nunca han sido vistas por acá”. Pero al identificar toninas de las adyacencias de la laguna las cosas cambiaron.
“Ahora hemos identificado unos 28 animales en común”, dice Laporta. Es decir que de nuestras 70 toninas, 40% tiene doble nacionalidad. Pero esto no sucede con las toninas argentinas. “Al comparar las poblaciones, no se encontraron animales compartidos entre Uruguay y Argentina”, afirma. “Entre las toninas de Uruguay y el sur de Brasil hay una mayor cercanía, compartimos el mismo ambiente, los mismos recursos y, por tanto, es lógico que nuestras toninas y las del sur de Brasil sean más parecidas”, señala. Pero ojo, la hermandad con Brasil no es total: es como si supieran hasta dónde se toma mate. “Tampoco se detectan animales compartidos entre Uruguay y las poblaciones más al norte de la Laguna de los Patos en Brasil”, advierte Laporta.
Cambio de dieta
Se dice que en Uruguay somos conservadores. Pero el sayo no les cabe a todos los mamíferos inteligentes del país. El trabajo muestra que en el segundo período analizado, que va desde 1981 a 2016, nuestras toninas modificaron su dieta: los isótopos de carbono aumentaron. Allí señalan que esto “puede estar relacionado con una reducción reciente en el uso de las aguas estuarinas como zona de alimentación”. También dice que este aumento en los isótopos de carbono, sumado a una “disminución en el área del nicho isotópico entre muestras históricas y recientes”, sugiere que “un cambio potencial en los patrones de alimentación de esta especie podría haber ocurrido en las últimas décadas”.
¿Qué están comiendo nuestras toninas? Según detalla, desde 1980 en adelante consumieron una alta proporción de corvinas rubias (Micropogonias furnieri). A este, su bocado más frecuente, lo complementaron con pescadilla de red (Cynoscion guatucupa), pescadilla real (Macrodon atricauda), burriqueta (Menticirrhus), córvalo (Paralonchurus brasiliensis) y pez sable (Trichiurus lepturus). La lisa (Mugil liza) también fue parte de la dieta, pero en una proporción mucho menor.
“Que la corvina rubia tuviera tanta importancia me llamó la atención, a pesar de ser una de las especies más abundantes y blanco de la pesca artesanal e industrial. En Brasil la corvina dejó de ser tan importante en la dieta de las toninas, y en su lugar comenzaron a comer más pez sable ya hace unos años. Pensé que eso también lo íbamos a empezar a ver acá”, comenta Laporta.
En Argentina, los consumos son otros. Los peces más devorados por las toninas argentas fueron el pargo (Pagrus pagrus) y el ajorreal o pez palo (Percophis brasiliensis), seguidos luego por la pescadilla (C. guatucupa). El pez favorito de las toninas yoruguas, la corvina rubia, tuvo una “contribución menor”.
“Este trabajo brinda por primera vez información de las especies que forman parte de la dieta de las toninas de Uruguay y Argentina, sobre lo que había información muy puntual y escasa”, dice Laporta. Pero también agrega que es valioso porque logró verse un cambio en la dieta. “Y es un cambio que nos cierra”, comenta.
Porque todos los peces que fueron a parar el estómago de nuestras toninas son animales de aguas salinas y no de un estuario con importante aporte de agua dulce. “Actualmente las toninas están comiendo peces costeros marinos demersales, es decir, peces que viven en el fondo. Pero según la marca isotópica del período previo a 1981, anteriormente su dieta estaba integrada también por animales más estuarinos”, afirma.
Aquí es importante señalar que los delfines son cetáceos, mamíferos marinos que, al igual que los humanos que leen diarios, respiran oxígeno a través del aire que llena sus pulmones. Si el agua es salada o dulce, su salud no se ve afectada. Sin embargo, esas condiciones de salinidad y temperatura sí afectan a los peces que comen las toninas. Y si los peces no están allí, los delfines seguramente pierdan el interés por el Río de la Plata.
¿Por qué cambiar de dieta?
Que nuestras toninas estén comiendo peces de las profundidades costeras oceánicas y hayan dejado de alimentarse de los peces estuarinos puede deberse a distintas razones.
“Uno puede pensar que la contaminación del Río de la Plata puede incidir en la ocurrencia de las toninas y por eso no están allí. Pero existen zonas altamente contaminadas y donde navegan muchísimas embarcaciones y se pescan toneladas de peces y, sin embargo, las toninas están”, dice Laporta. La Laguna de los Patos es un ambiente muy diferente a la costa oceánica uruguaya en ese sentido. “Nuestra costa atlántica es una viña para las toninas. Es un lugar donde no hay tantas embarcaciones, donde no hay tanto ruido, pero donde lo que sí hay es pesquería y lo que se pesca es corvina y pescadilla, lo que coincide con lo que ellas están comiendo hoy”.
“Inciden un conjunto de factores. Uno puede pensar que el Río de la Plata está muy contaminado, entonces por eso las toninas no están. Pero estuve en la Laguna de los Patos y te puedo decir que asusta la contaminación que hay ahí, asusta la cantidad de embarcaciones y asusta la cantidad de pesca. Uno puede preguntarse cómo hacen las toninas para estar ahí, pero están. Y están en muchos lugares mucho más contaminados que el Río de la Plata”, señala Laporta.
“La pesca artesanal en Uruguay no pesca donde están comiendo las toninas, por eso no hay tanta captura incidental de toninas en las redes de pesca artesanales en nuestro país”, explica. “Las toninas están en el primer kilómetro de costa, entonces no hay un solapamiento entre la pesca artesanal uruguaya y las toninas”. La pesca industrial no se solapa tampoco, pero presenta otros riesgos. “La pesca industrial saca más cantidades, también de corvina y pescadilla, sobre todo en la zona del Río de la Plata y aledaña, y entonces reduce la población de esas presas de las toninas”.
Los delfines son de los mamíferos más inteligentes del planeta. Viendo hacia dónde vamos, hasta podrían disputarnos el trono. Probablemente nuestras toninas puedan adaptarse a comer aquello que les vamos dejando. El problema es cuando la sobreexplotación y los cambios ambientales y climáticos no agotan un único recurso, sino que comprometen a toda la red trófica de los ecosistemas marinos. “Lo que las podría extinguir no creo que sea la falta de recursos. Le tengo más miedo al cambio climático, por ejemplo, que aumente demasiado la temperatura del mar, que eso afecte a las presas que consumen las toninas, y que entonces las toninas se tengan que ir a otro lado. No es que se extingan, pero puede que acá no las veamos más porque tengan que irse a otro lado a comer”, conjetura Laporta.
Lo que dice no es nada descabellado. Al contrario: esa es precisamente una de las grandes moralejas que deja esta investigación. Las toninas ya abandonaron el Río de la Plata. Algo hicimos –o algo pasó– que las hizo replegarse, tanto hacia las costas oceánicas de Uruguay como a la Patagonia argentina. “Así como pasó con el Río de la Plata, puede pasar en la costa oceánica”.
Artículo: “Historic foraging ecology of the endangered Lahille’s bottlenose dolphin
(Tursiops truncatus gephyreus) inferred by stable isotopes”
Publicación: Estuarine, Coastal and Shelf Science 258 (2021)
Autores: Andrea Campos-Rangel, Ricardo Bastida, Pedro Fruet, Paula Laporta,
Humberto Cappozzo, Meica Valdivia, Els Vermeulen, Silvina Botta
Yaqu Pacha Uruguay
Yaqu Pacha Uruguay es una organización civil dedicada a la conservación de mamíferos acuáticos en América del Sur. Desde 2013 tiene su personería jurídica en Uruguay, filial de la organización alemana Yaqu Pacha. Está integrada y dirigida por mujeres profesionales. Uno de sus principales proyectos es el Proyecto Toninas, que se desarrolla desde 2002 y tiene por objetivos la investigación y la conservación de la tonina en la costa oceánica uruguaya. Gracias a ello han generado conocimiento sobre la biología, la ecología y el comportamiento de la especie en Uruguay y la región, además de tener un componente importante de sensibilización y promoción de la conservación de mamíferos marinos y el ambiente costero-marino en Uruguay.
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