Su presencia en Uruguay es casi mítica, a tal punto que con frecuencia circulan en las redes videos supuestamente tomados en nuestro país pero que invariablemente resultan ser de Brasil o Argentina. Esta vez, sin embargo, no hay duda alguna: un aguará guazú (Chrysocyon brachyrus) fue filmado con todo detalle y en circunstancias insólitas en Uruguay.
La filmación, tomada este 30 de agosto de madrugada por el vigilante de una empresa agroindustrial salteña (que no mencionaremos para no dar datos específicos de locación), muestra cómo el aguará guazú camina con cautela por una calle de tierra hasta llegar al portón del establecimiento, a solo tres o cuatro metros del atento trabajador. Cuando el sereno abre el portón con el control remoto, el animal se asusta y sale corriendo hasta perderse por los campos linderos.
“Me dio dos oportunidades de filmarlo” dijo a la diaria Víctor Fontora, el trabajador que tuvo el muy afortunado encuentro con el aguará. “La primera vez escuché unos pasos y pensé que era un ciervo. Cuando se acercó me di cuenta de que no, pero no tenía idea de qué estaba viendo. Se fue sin darme tiempo a filmarlo y me quedé pensando: ¿cómo le explico a los demás lo que vi para que me crean? A los cinco minutos volvió y quedó bien a la luz. Ahí agarré el celular y empecé a filmar, pero sin tener idea de qué animal era, no sabía que existía algo así”, agregó.
Contó que decidió abrirle el portón para que pudiera salir, porque el animal insistía con pasar hacia el otro lado, pero el ruido que hizo el mecanismo terminó asustando al aguará guazú.
Víctor señaló que no se asustó en ningún momento porque estaba dentro del local y estaba muy iluminado, algo muy distinto si le hubiera tocado estar del lado de afuera. “Si me agarraba haciendo las recorridas me hubiera dado un susto bárbaro”, confesó. Ahora, tras buscar información sobre esta especie, sabe que en realidad es un animal inofensivo, pero aún así le impresionó el tamaño que tenía.
Tras el breve encuentro, el aguará se perdió por los campos que hay en la zona, destinados a plantaciones de arándanos, ya que un cerco le impedía pasar al campo de citrus lindero.
Enrique, otro trabajador de la empresa, dijo a la diaria que si bien la compañía hace un monitoreo de la fauna nativa en sus campos, es la primera vez que hay un reporte de aguará guazú en las inmediaciones. Abundan los campos cultivados y algo de ganadería en las inmediaciones, con pocos pastizales. Se trata de una zona rural, no urbana, aunque hay algunos establecimientos en las cercanías.
Don Juan el Zorro
No es el primer registro en Uruguay del esquivo y fantasmal aguará, que con su particular aullido nocturno ayudó, según se cuenta, a alimentar la leyenda del lobizón sudamericano. Su gran tamaño, sus patas larguísimas y su crin distintiva colaboraron sin duda en darle una fama que no merece, tratándose de un animal tan inofensivo. Hasta ahora, sin embargo, no se había obtenido ninguna imagen bien nítida de él y mucho menos un video (al menos con alcance público).
Pese a que hay varios reportes de avistamientos relativamente recientes, incluyendo otro en Salto de 2018 (dos ejemplares, pero sin pruebas fotográficas), recién en 1990 se produjo el primer registro documentado para el país. Siempre fue esquivo y escaso, si uno se guía por las menciones históricas. Aunque en 1802 el naturalista español Félix de Azara ya había citado la presencia del aguará en nuestra región, en 1902 Eduardo Acevedo Díaz aseguraba que “va ya en camino de su extinción completa, siendo muy raros sus ejemplares al norte del río Negro”.
En el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) hay dos pieles que dan cuenta inequívoca de la presencia del aguará guazú en Uruguay y que, lamentablemente, corresponden a ejemplares que corrieron la misma suerte: toparse con cazadores. Uno fue capturado con una trampa de lazo y muerto de un tiro en la estancia San Lorenzo de Río Negro en 1989. Al otro lo mataron en 2006 en una estancia de Cerro Largo, cerca de Paso Centurión. Se trataba de un ejemplar enorme, de más de treinta kilos de peso, el más grande que se haya registrado en el mundo hasta el momento.
Además de estos encuentros comprobados, el único registro gráfico en Uruguay que se haya difundido, antes del video que nos ocupa, fue tomado por la organización Julana con una cámara trampa en 2013 en Paso Centurión. Lo curioso es que, al igual que ahora en Salto, aquel aguará se encontraba muy cerca de algunas casas. La imagen capturada por Julana no es muy clara, a tal punto que los integrantes de la ONG demoraron en darse cuenta de qué animal se trataba.
“Hay alguna presencia documentada en las islas del Paraná y en Entre Ríos, lo que puede ser fuente de presencia de individuos de este lado del río”, explicó a la diaria el biólogo y guardaparques Ramiro Pereira, en alusión a un registro publicado en julio de 2021. Hubo, por supuesto, muchos otros reportes no documentados, pero nunca imágenes tan claras como las que Víctor obtuvo con su teléfono este 30 de agosto en la madrugada, que podrá sumarse a futuros trabajos científicos sobre esta especie en el país.
Pereira agregó que si bien la zona en la que apareció está muy intervenida, desde Queguay hacia el norte hay una zona amplia de hábitat favorable en el litoral. Más al norte, cerca de Bella Unión, también hubo algunos registros fidedignos de avistamientos en décadas pasadas, comentó.
Sobre la especie
El aguará guazú es un animal fascinante, y no solo por lo rara que es su presencia en Uruguay. Es el cánido más grande de Sudamérica y el único de los grandes cánidos que habitaba esta región continental que sobrevivió a la extinción del Pleistoceno.
La gente suele asociarlo a las hienas debido a su crin y lo llama “zorro con zancos” por sus largas extremidades, pero en realidad no es un zorro común, ni lobo, ni perro, ni hiena. Sus patas altísimas, en las que parece llevar botas a causa del color negro de la parte inferior, son consecuencia de su adaptación a la vida en los pastizales sudamericanos.
Tiene el sentido del oído muy desarrollado, como demuestran sus orejas enormes, algo muy útil para cazar a sus presas silenciosas, pequeñas y muy huidizas: roedores y pájaros, por ejemplo, aunque también come frutas.
Es un animal solitario y que se mueve en grandes extensiones. Los machos juveniles, en especial, recorren distancias muy largas para evitar la endogamia, siempre con el paso de ambladura típico de la especie (que consiste en mover a la vez la pata trasera y delantera de un mismo lado, como los elefantes). Machos y hembras se encuentran rara vez en el amplio territorio que comparten, generalmente para procrear, y luego siguen sus caminos solitarios.
Que sea completamente inofensivo no evita que salga muy mal parado de sus encuentros con algunos seres humanos. Tiene mala fama entre los pequeños productores que crían aves de granja, un problema adicional para su conservación, además de la caza deportiva ocasional y el atropellamiento en rutas. Su principal problema, sin embargo, es el de la mayoría de las especies de la región: la destrucción de su hábitat (los pastizales naturales) por el cambio de uso del suelo, y la presencia de perros, señaló Ramiro Pereira.
Habita en regiones abiertas que incluyen la región del Cerrado de Brasil, algunas provincias argentinas, Paraguay, una parte de Bolivia y, como comprobamos, también en Uruguay, el límite sur de su distribución. Resiste todavía al invasor pese al pronóstico pesimista que daba Eduardo Acevedo hace ya 120 años.