El sexo de los murciélagos confundió y ofendió tanto a religiosos como a científicos durante varios siglos. Conviene decirlo de entrada y sin pelos en la lengua: parte de esa incomodidad tenía que ver con el tamaño del pene de algunos de estos animales y la aparente contradicción que suponía su existencia en una criatura alada.

Incluso el avispado naturalista francés Georges-Louis Leclerc, el famoso conde de Buffon, se espantó un poco al referirse a él hace ya 250 años. Además de definir al murciélago como una suerte de cruza monstruosa entre mamífero y ave, que no era ni una cosa ni la otra, mencionó la “humillación” que significaba su parecido con el ser humano. Lo que más le alarmaba era el pene “colgante y fláccido” del murciélago, una peculiaridad que él consideraba propia “del hombre y los monos”.

El clérigo y naturalista Edward Topsell optó por incluirlos entre las aves en un libro de comienzos del siglo XVII, pero también quedó muy perturbado por algunas de sus características físicas, como los pechos y los dientes. En las ilustraciones de su guía obvió pudorosamente a ejemplares con pene, pero incluyó algunos murciélagos de aspecto atemorizante y pechos exagerados.

Más allá de los prejuicios de la época, Buffon había observado bien. Muchas especies de murciélagos tienen no sólo penes, sino testículos de enorme tamaño en relación a su cuerpo. Los testículos de una especie de murciélago orejudo de Estados Unidos (Corynorhinus rafinesquii), por ejemplo, representan más de un 8% del peso corporal total del animal, lo que hace pensar en si no será pertinente cambiar su nombre común. Dicho tamaño está explicado por la competencia espermática entre machos y no es una rareza en mamíferos, pero es verdad que los murciélagos muestran algunas particularidades en este grupo a la hora de hablar de sexo, como la capacidad de almacenar esperma durante un largo tiempo o de prolongar los embarazos en momentos de estrés.

Además, las conductas sexuales de algunas especies de quirópteros sólo habían sido observadas hasta ahora en unos poquísimos primates, entre ellos el humano.

Lo siguiente no es apto para murciélagos menores de edad o personas que tiendan a antropomorfizar la sexualidad de los animales, pero se ha reportado que las hembras de los murciélagos de la fruta (género Cynopterus) practican sexo oral a los machos y que los machos de los zorros voladores de la India (Pteropus giganteus) hacen lo mismo con las hembras. Muchos investigadores creen que la función de estos comportamientos es prolongar las relaciones sexuales entre los murciélagos, aumentar la receptividad e incrementar de este modo las probabilidades de reproducción, pero hay mucho aún por estudiar y nuevas particularidades por descubrir.

Otra especie ostenta el honor de ser la única en la que se ha registrado difalia (la existencia de dos penes) entre mamíferos, y es curiosamente también un murciélago orejudo (Corynorhinus townsendii), perteneciente al mismo género que el quiróptero de grandes testículos que mencionamos líneas atrás.

Siglos después de las observaciones de Topsell, los murciélagos nos siguen sorprendiendo (y también ofendiendo a los religiosos). Prueba de ello es el hallazgo reciente que hicieron aficionados y científicos en el ático de una iglesia en Holanda, que probablemente incomodaría a Buffon y le haría reafirmarse aún más en su equivocada creencia de que el murciélago está a medio camino entre las aves y los mamíferos.

Santas costumbres, Batman

Al igual que Buffon, el biólogo evolutivo Nicolas Fasel, de la Universidad de Lausana (Suiza), quedó un poco sorprendido del tamaño del pene de los murciélagos. Estaba impactado por el de una especie en particular, en realidad: el murciélago hortelano (Eptesicus serotinus) que vive en Europa y Asia.

En erección, el pene de este murciélago alcanza un 22% del largo del cuerpo y tiene una punta bulbosa y grande, características que podrían convertirlo en meme de chistes de Whatsapp en el mundo de los quirópteros, pero que despertaron en realidad un dilema. A juicio de Fasel y sus colegas, con ese tamaño parecía difícil que el macho pudiera copular mediante la penetración, tal cual hacen el resto de los mamíferos para depositar su esperma lo más cerca posible del óvulo.

El asunto podría haber quedado en una simple inquietud biológica si no fuera por Jan Jeucken, un aficionado al estudio de los murciélagos que venía monitoreando una población de esta misma especie en el ático de una iglesia ubicada cerca de su casa, en Holanda. Jeucken envió a Fasel un mail titulado “Pene de Eptesicus”, en el que adjuntaba un video de dos murciélagos teniendo sexo y que el biólogo abrió pese a su sospechoso título digno de un spam de medicamentos sexuales milagrosos.

La filmación, que puede apreciarse a continuación, mostraba con inusitada claridad el acto sexual de una pareja de murciélagos hortelanos, pero no era lo explícito del asunto lo que sorprendió a Fasel, sino lo que revelaba. Tal cual había supuesto, al macho le resultaba imposible introducir su pene durante el acto sexual, pero sí lograba presionarlo contra la vulva de una forma parecida al “beso cloacal” que caracteriza la reproducción en aves.

Como señalarían más tarde en un trabajo publicado en Current Biology, notaron que el macho usaba el pene como un “brazo copulatorio” más que un órgano intromitente. O, tal cual anunció el comediante Stephen Colbert la semana pasada durante el monólogo de su late show, “algunos murciélagos usan su enorme paquete para tener sexo extraño”.

Intrigadísimos ante una conducta sexual novedosa y no reportada aún en mamíferos, Fasel y sus colegas decidieron estudiar con detenimiento la colonia de murciélagos donde se realizó la filmación y también las interacciones de otros ejemplares en un centro de rehabilitación ucraniano.

De la cúpula a la cópula

Los investigadores observaron y documentaron 93 eventos copulatorios en el ático de la iglesia holandesa y cuatro adicionales en el centro de rehabilitación. Su descripción del asunto parece salida de una edición de 50 sombras de murciélago, pero antes de proceder a ella hay que recordar que nunca es recomendable antropomorfizar o extrapolar conclusiones sobre la sexualidad de otros animales. Es mejor dejar de lado los prejuicios humanos que suelen distorsionar la naturaleza de los hechos.

Pene del murciélago _Eptesicus serotinus_ en acción. Fotograma de video de Stichting De Laatvlieger.

Pene del murciélago Eptesicus serotinus en acción. Fotograma de video de Stichting De Laatvlieger.

Notaron que durante el acto el macho sujeta a la hembra en una posición dorsoventral (por detrás) y muerde la piel de su nuca. Luego hace movimientos laterales y realiza una suerte de sondeo exploratorio con el pene erecto. Los autores sugieren que los pelos presentes en la punta del órgano actúan como sensores para ayudarle a encontrar la vagina. “En este tiempo notamos varios gritos sociales, probablemente emitidos por la hembra”, agregan.

Una vez que logra presionar el pene firmemente contra la vulva, el macho se queda quieto y ya no se producen vocalizaciones. Tras la cópula, la piel del abdomen de la hembra luce mojada, lo que indicaría la presencia de esperma del macho (aunque, como bien aclaran los autores, hacen falta estudios para comprobarlo). La transferencia se efectuaría mediante esta presión sostenida del macho, sin que en ningún momento se produzca la penetración.

La mitad de las cópulas registradas duraban menos de 53 minutos, pero el evento más largo se extendió a una maratónica sesión de 12,7 horas, lo que vuelve a estos murciélagos campeones del sexo tántrico. Los investigadores observaron que el agrandamiento de los tejidos eréctiles se producía antes del contacto con la vulva y hacían inviable la penetración.

“Con el órgano erecto siete veces más largo y más ancho que la vagina, su posible función es desconcertante. La intromisión no es viable, por lo que el pene erecto y móvil puede ser usado para sobrepasar la membrana protectora de la cola de la hembra y así alcanzar la vagina. Sin embargo, en estas condiciones al pene sólo le queda el contacto copulatorio como única opción”, explican en el artículo.

Es esa “defensa” posible de la hembra para evitar la cópula lo que explicaría el tamaño desproporcionado del pene del macho, resultado de la “carrera armamentista evolutiva” en esta especie. “Hasta cierto grado, la hembra podría emplear la membrana de la cola para evitar la cópula. Por lo tanto, el largo pene del Eptesicus serotinus podría servir como ‘brazo copulatorio’ para sobrepasar esa membrana. La estructura hueca en el lado dorsal del pene erecto funcionaría como una copa de succión y ayudaría al mantenimiento del contacto copulatorio”, explican los autores.

Resumiendo, todas estas características –el tamaño y forma del pene, el prolongado abrazo sexual– cooperarían para el transporte del esperma a través del cérvix pese a no existir penetración. “Como este patrón copulatorio no ha sido observado hasta ahora, podría ocurrir sólo en unas pocas especies y potencialmente darse únicamente en murciélagos”, acota el artículo. Y es en la parte de “unas pocas especies” que el asunto se vuelve más interesante para Uruguay.

País chico, murciélago grande

Al biólogo uruguayo Germán Botto también le ha llamado la atención el tamaño de los órganos sexuales de algunas especies de murciélagos. Es docente del Departamento de Métodos Cuantitativos de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y también es colaborador del Departamento de Biodiversidad y Genética del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, pero es sobre todo su trabajo como integrante del Programa para la Conservación de los Murciélagos de Uruguay el que lo ha llevado a examinar varias veces a algunos quirópteros nacionales bien dotados.

“En Uruguay tenemos dos especies del género Eptesicus, el mismo del murciélago del estudio, con penes notoriamente grandes en comparación con otros; en particular esta morfología del ensanchamiento distal del pene es algo que vemos en los Eptesicus que tenemos acá y que llama la atención”, explica Germán.

Las dos especies son Eptesicus furinalis y Eptesicus diminutus (cuyo epíteto no tiene nada que ver con el asunto que nos ocupa). La primera es muy frecuente en ambientes urbanos y rurales. “Hace poco hicimos una salida de campo en la que observamos esta especie y comentamos esto del tamaño enorme del pene. Cuando leí este trabajo, inmediatamente pensé en nuestros Eptesicus y que quizá lo mismo ocurra acá, porque tiene la misma morfología y un tamaño muy muy grande”, agrega.

Este novedoso comportamiento sexual quizá se da también en estas especies presentes en nuestro país, pero eso no es sencillo de probar. Eptesicus hace colonias en lugares de difícil acceso que nunca fueron filmadas en Uruguay. “Precisás muchas horas de grabación para encontrar de casualidad un evento de cópula, lo que requiere de trabajos muy detallados y con gran presupuesto, entre muchas otras cosas”, aclara Germán.

No sólo hay que filmar. Es necesario hacer un trabajo de anatomía reproductiva que incluya a las hembras de estas especies, porque el indicador de la presencia posible de este comportamiento no es el mero tamaño del pene, sino el brutal desacople entre los órganos genitales de machos y hembras.

Germán Botto (archivo, agosto de 2020).

Germán Botto (archivo, agosto de 2020).

Foto: Alessandro Maradei

“Tendríamos que arrancar por estudiar o entender primero las especies en las que la morfología del pene en los machos y de la vagina en las hembras sea compatible con esta propuesta, porque se precisan las dos cosas; en donde encuentres ese desacople de tamaño vas a tener candidatos para buscar este comportamiento reproductivo”, considera Germán.

Los autores del trabajo sugieren que los futuros estudios se enfoquen en el rol que han jugado tanto la selección sexual de la hembra como la competencia entre machos para que evolucionara este comportamiento tan particular. En otras palabras, para entender qué mecanismos llevaron a que al menos una especie de mamífero desarrollara sexo sin penetración.

No quiero ser normal

La transferencia espermática con penetración tiene varias ventajas, que explican por qué está extendida entre (casi) todos los mamíferos. “El esperma no queda expuesto al ambiente y además se deposita cerca de donde se encuentra el óvulo, lo que reduce el tiempo de su viaje. Pero sobre todo reduce la exposición a factores externos que pueden disminuir su capacidad de fertilización”, señala Germán.

Sin embargo, lo que se ve en esta especie parece ir en contra de esa adaptación que encontramos en mamíferos. Y no se da así porque la transferencia espermática sin penetración sea ventajosa.

“Uno tiende a creer que es otro el carácter evolutivo seleccionado, que hay otro uso del pene que favoreció ese tamaño y tuvo como efecto colateral que no se pueda realizar la penetración. Por ejemplo, como se menciona en el artículo, para eliminar la barrera que podría poner la hembra, que es cubrir la vagina con el uropatagio (la membrana de la cola)”, apunta.

En este caso, tener un pene tan grande le permite al macho correr el uropatagio, “inhabilitar así un posible mecanismo de escape de la hembra y acceder a la vulva”. El tamaño y la morfología del pene de esta especie son una ventaja extra al momento de garantizar su descendencia, aún con el costo de no poder realizar la penetración.

Para contrarrestar los efectos negativos de esto último, es lógico que el macho haya desarrollado algunas estrategias. Falta mucho por indagar, pero una podría ser la extensa duración de la cópula. “De este modo impide el acceso de otros machos a esa hembra y también que la propia hembra pueda limpiar el esperma de este macho en particular, como ocurre en otras especies. Una cópula muy larga probablemente aumenta las posibilidades de que sea su esperma el que complete la fertilización”, dice Germán.

Para comprender bien si es así, habría que estudiar muchas otras cosas, como la cantidad de esperma que deposita el macho en esta transferencia inusual, si lo hace más de una vez durante el acto y si hay una asociación entre la duración de la cópula o la cantidad depositada de esperma con el éxito reproductivo.

La forma en que el macho sujeta a la hembra durante la cópula o las propias particularidades de su pene –con la “copa de succión” mencionada– son otras características que puede haber desarrollado para aumentar las probabilidades de éxito y contrarrestar las desventajas de que no haya penetración.

Falta también estudiar y entender el rol de la hembra y si ha desarrollado alguna estrategia para favorecer o impedir la descendencia de los machos cortejantes. Otro punto interesante es tratar de comprender por qué esta característica evolucionó solamente en una o en poquitas especies entre la gran diversidad de mamíferos que hemos registrado.

Como queda claro, este inesperado hallazgo abre muchas puertas de estudio que pueden ayudarnos a entender mejor la sexualidad en los mamíferos, ese grupo al que pertenecemos. Que en Uruguay tengamos también dos candidatos para comenzar a explorar estas posibilidades hace que el asunto sea más emocionante.

Tal cual sospechaban algunos religiosos antiguos con espanto, los murciélagos son seres más emparentados con nosotros de lo que parece a simple vista. Son animales inteligentes, sociables, longevos y con un sistema nervioso muy desarrollado y parecido al de primates como nosotros. En el sexo, como bien anticipó Buffon, también han demostrado tener algunas peculiaridades “propias del hombre y de los monos”. Estudiarlas ayudará a que dejen de ser secretos de alcoba o, en todo caso, secretos de altillos.

Artículo: “Mating without intromission in a bat” https://doi.org/10.1016/j.cub.2023.09.054.
Publicación: Current Biology (noviembre de 2023).
Autores: Nicolas Fasel, Jan Jeucken, Kseniia Kravchenko, Marcus Fritze, Ireneusz Ruczynski, Ewa Komar, Marharyta Moiseienko, Alona Shulenko, Anton Vlaschenko, Philippe Christe, Olivier Glaizot y Susanne Holtze.