Gastamos millones de dólares por año en ellos, ya sea para comida, cuidado veterinario, juguetes, servicio de guardería, paseos, hotelería y hasta psicólogos. Los dejamos dormir en nuestras camas, les sacamos más fotos que a nuestros familiares, les hacemos cumpleaños, les encargamos comidas especiales y hasta les compramos ropa de diseño.

No siempre fue así, naturalmente. Pese a que tenemos una historia en común de por lo menos 10.000 años, cuando nos unimos por intereses mutuos en las primeras sociedades agrarias del Creciente Fértil de Oriente Próximo, humanos y gatos estrechamos notablemente nuestra relación en el último medio siglo. Al comienzo de esta historia simbiótica, los gatos aprovechaban la abundancia de presas que proveían las cosechas –por ejemplo, roedores– y los humanos los mantenían cerca como método de control para esos animales considerados plagas. ¿Cómo saltamos de esa relación utilitaria a comprarles un vestido Prada por varios cientos de dólares, tal cual puede encontrarse hoy en internet? La respuesta –o buena parte de ella– está en la caja que tu gato usa como baño.

Antes de la invención de la arena sanitaria para gatos domésticos (Felis silvestris catus), no era tan común que humanos y sus mascotas felinas pasaran tanto tiempo juntos. Es fácil entender por qué. Aunque algunas personas colocaban cenizas o aserrín en cajas para que las idas al baño de los gatos en las viviendas no resultaran tan críticas, el olor era igualmente un desafío para la convivencia. Hasta los más entusiastas alentaban a sus mascotas a pasar la noche afuera.

La invención del primer absorbente sanitario para gatos, creado en 1947 por un estadounidense llamado Ed Lowe, demoró en adquirir popularidad, pero con el tiempo marcó un antes y un después en la tenencia de felinos: generalizando un poco, pasaron de ser animales casi independientes a transformarse en parte de la familia. Otros factores incidieron en este cambio, como el incremento del número de personas viviendo en apartamentos, pero sin dudas la arena de gatos ayudó a su consolidación como mascotas. El estrechamiento de esta relación marcó un cambio en el vínculo de humanos y gatos en muchísimos lugares del mundo, incluyendo Uruguay.

Eso es justamente lo que le interesaba investigar a Florencia Barrios, estudiante del Departamento de Clínicas y Hospital Veterinario de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República (Udelar). Activa entusiasta de los felinos, pretendía indagar en asuntos vinculados al apego, el comportamiento y el estrés para su tesis de grado, pero cuando decidió avanzar en esta línea junto con su orientador, el veterinario y docente del Departamento de Biociencias Veterinarias de su facultad Juan Pablo Damián, descubrió que en Uruguay no había prácticamente nada de información sobre la población de gatos domésticos.

Para avanzar, Florencia no tenía más remedio que retroceder unos cuantos pasos e intentar crear primero un perfil con características de estas mascotas en Uruguay. El resultado inicial de sus pesquisas, que es sólo una partecita de su tesis, fue la publicación de la primera caracterización de gatos domésticos en el país, realizada junto con el propio Juan Pablo, el también docente de la Facultad de Veterinaria Gonzalo Suárez y la especialista en vínculo humano-animal Monique Udell, de la Oregon State University.

Dato encerrado

“Cuando descubrimos que no había prácticamente nada de datos en Uruguay, Juan Pablo me propuso hacer primero una encuesta dirigida a tutores de gatos. El objetivo era superar la cifra de 300 gatos como para poder lograr una muestra de la población que estadísticamente fuese representativa”, cuenta Florencia desde Estados Unidos, lugar en el que prosigue sus estudios bajo la guía de Monique Udell.

Subestimaron la fascinación que los dueños o tutores de gatos sienten por sus animales. “Nos tapó el agua”, bromea Juan Pablo. Obtuvieron datos válidos de 2.561 gatos domésticos uruguayos, “lo que es un montón para una población de poco más de tres millones de seres humanos; es una de las caracterizaciones de gatos más grandes que existen en el mundo”, aclara Florencia. La encuesta se completó online y fue difundida por la Facultad de Veterinaria en su web y redes sociales, pero el éxito de las respuestas obtenidas no puede atribuirse sólo al trabajo de los community managers de la facultad, sino a que “a la gente le interesan mucho los gatos, más de lo que uno se imagina”, agrega.

Hasta ahora, la única información estadística sobre gatos en Uruguay provenía de encuestas que la empresa Equipos Consultores realizó para la Comisión de Tenencia Responsable y Bienestar Animal (Cotryba), cuya versión más reciente calcula en más de 900.000 ejemplares la población de estos felinos en hogares del país, aunque no profundiza en varios aspectos que eran de interés para los investigadores. Los autores del trabajo prefieren tomar algunos de los detalles de estos datos con pinza porque surgen de sondeos pensados específicamente para conseguir información sobre perros (la consulta sobre gatos es secundaria).

Los resultados obtenidos por Florencia y sus colegas se basaron en un extenso formulario de 36 preguntas, de las cuales sólo cinco se usaron para esta publicación específica. Las restantes, que tienen que ver con temas de sanidad, comportamiento y vínculos, serán parte de análisis posteriores.

Obtener una caracterización demográfica de los gatos implica más que describir el tipo de mascotas que hay en los hogares uruguayos. Realizarla es esencial para tomar decisiones relativas al bienestar y la salud de los animales (y no sólo de los gatos, como veremos). “Por ejemplo, saber el porcentaje de gatos castrados y de los que tienen acceso al exterior es necesario para evaluar el control de la población, su impacto ambiental y la dinámica de zoonosis y otras enfermedades en cuyo ciclo están involucrados. Los perros y gatos que acceden al exterior, con o sin guardianes, experimentan más riesgos para su salud que quienes viven entre cuatro paredes, y la superpoblación de animales en libertad puede incidir en otros desafíos, incluyendo accidentes de tránsito, lesiones por mordeduras, depredación y competición con la fauna nativa”, aclara el artículo.

El trabajo no incluye información sobre los gatos sin dueño o guardián que vagabundean libres sin control, no porque resulte poco interesante o poco importante, sino por lo difícil que es conseguir esa información. Muy por el contrario, los animales que no poseen tenedores inciden en “buena parte de los problemas vinculados al cuidado del concepto de una salud, por cómo se relacionan la salud animal, humana y ambiental”, aclara Juan Pablo. Los gatos con hogar y con tutor, sin embargo, no están totalmente exentos de estas responsabilidades.

El gato en el tejado de zinc caliente

El objetivo del estudio fue caracterizar a grandes rasgos la población doméstica felina en relación a razas, colores, largo del pelo, estilo de vida, edad, sexo y castración, datos que en algunos casos no han sido relevados aún en otros países latinoamericanos.

Más específicamente, el formulario solicitaba información demográfica sobre el dueño o tutor, los datos básicos del gato (edad, sexo y si estaba castrado), características físicas, si tenía acceso al exterior de la vivienda y, por último, abría un espacio para sugerencias y fotos (lo que fue un éxito aplastante, porque quienes conviven con gatos aman difundir sus fotos).

Para obtener un tamaño de muestra adecuado necesitaban un pool de 385 respuestas. Como vimos, el furor gatuno llevó a que cerraran la encuesta cuando iban ya 2.572 formularios completados, de los cuales 2.561 fueron considerados válidos para el trabajo. La información obtenida, según Gonzalo Suárez –que fue quien manejó los hilos del análisis estadístico– resultó robusta y más que suficiente. De todos modos, los autores reconocen algunas limitaciones. Entre ellas, que sólo pudo acceder a la encuesta la población con telefonía móvil o computadoras con acceso a internet, y que no se hicieron comparaciones entre gatos urbanos y rurales.

Procesados los datos, ¿cuál es el perfil del gato uruguayo? Casi la mitad de los felinos (49%) tiene entre dos y seis años, y más de la mitad (53%) son hembras.

Los resultados sorprendentes, al menos para algunos de los investigadores, llegaron en otros rubros. Por ejemplo, 84% de los gatos está castrado de acuerdo a esta muestra, una cifra mayor que la de países como Inglaterra, Italia e Irlanda, y muy cerca de países como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. La mayoría se castran, además, en el primer año de vida.

“Son cifras similares y en algunas ocasiones superiores a las de países que tienen leyes estrictas y multas muy altas en el caso de no castrar a los animales. Si en Uruguay tenemos números tan altos de gatos esterilizados, ¿cuál podría ser el origen del problema de la sobrepoblación de felinos? Todo indica que aquellos gatos que no tienen tutor. Entonces, este tipo de trabajos permite sacar conclusiones buenas para trasladarlas a las políticas públicas de manejo de control poblacional. Quizá podrían reverse o replantearse algunas cosas”, asegura Florencia.

A lo que se refiere es al Programa Nacional de Control Reproductivo, creado en febrero de este año, que prevé la obligatoriedad de castrar perros y gatos en todos los hogares. Si la cifra de animales esterilizados en hogares uruguayos es similar a la de países que ya aplican esta medida, razona Florencia, quizá lo más lógico sea destinar esos recursos a otras áreas más urgentes. Por ejemplo, enfocarse en las campañas llamadas TNR (por “trap, neuter, return”) que tal cual indica su nombre en inglés consisten en atrapar gatos de las colonias, castrarlos, vacunarlos, ponerles un microchip y devolverlos.

“Hay otro montón de cosas que sería fundamental empezar a implementar a nivel de política pública en Uruguay, incluyendo campañas educativas, porque realmente no parece que sean los gatos con tutor los que generan la sobrepoblación”, agrega. Como la encuesta se hizo antes del decreto de esterilización mencionado, “los resultados sobre porcentaje de gatos castrados refuerzan el concepto de que sus guardianes están al tanto de su responsabilidad y rol en el control de la población de estos animales”, apunta el artículo. Aunque fue quizá el dato más relacionado con una política específica, no fue el único de este trabajo que sorprendió a los investigadores y que obliga a reflexionar sobre tenencia responsable.

Florencia Barrios.
Foto: gentileza de Florencia Barrios

Florencia Barrios. Foto: gentileza de Florencia Barrios

¿Aquí hay gato encerrado?

Sólo 13% de los encuestados aseguró que sus gatos viven encerrados, sin acceso al exterior. El restante 87% reconoce que sus mascotas salen del hogar, cifra que no varía significativamente según la raza, sexo o si el animal está castrado.

La cantidad de gatos con acceso al exterior en Uruguay es muy superior a la de Estados Unidos y Canadá, e incluso a la registrada en algunas ciudades de Brasil, aunque sigue una línea similar a la de Europa, Oceanía y África

“Este es un datazo, porque en líneas generales a nivel mundial hay dos escuelas respecto de esto. Tenés una escuela más norteamericana, que sostiene que el gato tiene que estar adentro y hay multas muy grandes si lo dejás afuera. En algunos estados hay una movida de educación para que la mascota permanezca en el predio y se implementan los catios, que son parecidos a gallineros pero adheridos a la casa, en los que el gato puede disfrutar del pasto y el sol sin afectar la fauna y la flora, y sin verse afectado él”, explica Florencia.

Sin embargo, en Europa, sobre todo en Inglaterra, no hay políticas tan exigentes al respecto y se considera que debe haber un equilibrio que contemple también el bienestar del animal, para que pueda salir con regularidad. En ese panorama, a Florencia le impactó que en Uruguay hubiese cifras tan altas de gatos con acceso al exterior, ya que eso implica un riesgo para la fauna nativa pero también para el propio felino.

“El hecho de que la mayoría de los gatos en Uruguay tengan acceso libre al exterior puede representar algunas desventajas para ellos, como el incremento de riesgo de enfermedades, parásitos, accidentes y muertes a causa del tráfico, además de ser una amenaza para la fauna silvestre debido a sus costumbres predatorias”, advierte el artículo.

Los gatos domésticos pueden ser estupendos compañeros de hogar e incluso aportar bienestar a los seres humanos que conviven con ellos, pero no dejan de ser unos cazadores formidables. El Jekyll que duerme plácidamente en tu cama bien puede transformarse en el señor Hyde cuando sale al jardín. Se han convertido en una de las principales amenazas para la fauna en entornos cercanos a las viviendas domésticas, como se ha documentado en varios países. Uruguay no es uno de ellos, pero los datos de este trabajo son un indicio más de que, cuantificado o no, están produciendo un impacto en la naturaleza.

En Colombia, por ejemplo, un estudio estimó que los gatos domésticos matan entre tres y 12 millones de aves anualmente en áreas urbanas y suburbanas. En Estados Unidos, un trabajo publicado en Nature Communications en 2013 puso como base el número escalofriante de 1.300 millones de aves víctimas de los gatos por año, aunque reconocía que el mayor impacto lo provocan los felinos sin dueño.

Parece difícil creerlo cuando nuestras mascotas ronronean en el regazo con cara inocente, pero el instinto de la caza tiene poco que ver con las alegrías que nos brindan los gatos en casa. Muchos seres humanos, sin embargo, se resisten a reconocer esto. Un ejemplo de ello puede encontrarse en el libro Silence of the songbirds, de Bridget Stutchbury. Cuando a un grupo de dueños y tutores de gatos de Kansas (Estados Unidos) se les mostró el efecto devastador que los felinos domésticos estaban teniendo sobre la avifauna local y se les preguntó si, sabiendo esto, tomarían medidas para impedir que sus mascotas salieran de casa, 75% respondió que no.

Para Juan Pablo, la cifra de gatos con acceso al exterior en Uruguay es “sin dudas uno de los elementos clave que tiene el trabajo, junto al porcentaje de animales castrados”. El tercero tiene que ver con el color, agrega.

La mala suerte no es verdad

De acuerdo a este sondeo, 94% de los gatos domésticos con dueño o guardián en Uruguay no son de raza, un porcentaje altísimo a nivel mundial, comparable con el de países como Italia (95%) y Colombia (94%), según sondeos similares.

Dentro del 6% restante, sin embargo, hay una raza que sobresale: el gato siamés. Los uruguayos, aparentemente, tenemos debilidad por estos felinos elegantes, de ojos azules y máscaras de ladrón: representan el 84% de los gatos de raza en Uruguay, según el trabajo. Los siguen los gatos persas, con un lejanísimo 8,9%.

“Que la raza emblema sea con tanta diferencia el gato siamés es algo que marca a Uruguay, lo hace diferente de los demás países del mundo. De hecho, hay razas muy comunes en Oceanía, por ejemplo, que en Uruguay prácticamente no existen. Esta es una preferencia que sobresale”, cuenta Juan Pablo.

Con respecto a los colores, de la encuesta surge otra particularidad uruguaya, aunque no se analiza específicamente en este trabajo. “Tenemos una de las poblaciones más ricas de gatos negros del mundo, proporcionalmente. Vimos que hay la misma cantidad de gatos barcinos, el atigrado común, que negros. Y esto es una rareza, porque el gato negro es el que más se eutanasia en los refugios y el menos adoptado. Hay algo interesante ahí para trabajar, porque en nuestro caso se trata de gatos con tutor, o sea, adoptados: ¿por qué en Uruguay hay tantos, cuando se trata de un color tan discriminado en otros lados?”, se pregunta Florencia.

Este dato los devuelve además a sus intenciones originales, antes de que descubrieran que para investigar lo que fuera debían tener primero una caracterización de los gatos domésticos uruguayos. Al comienzo, buscaban gatos negros, gatos blancos y también negros y blancos para estudiar diversos aspectos: por un lado, las percepciones culturales que podrían estar detrás de esta “discriminación” contra los gatos negros, como vimos. Por el otro, algo más específico. “En otras especies, el color del pelo hace que cambie la concentración de cortisol que hay en el pelo, que era justamente una de las cosas que queríamos medir. El nivel de cortisol en pelo es un indicador de estrés crónico, y nos interesaba entender si el color de pelo del gato afecta a ese nivel, algo no documentado en gatos”, apunta Juan Pablo.

Más allá de la utilidad de esta primera caracterización demográfica, el trabajo sin dudas servirá como punto de partida para nuevas investigaciones de este tipo, que nos ayuden a comprender mejor a esas criaturas misteriosas y fascinantes que adoptamos en nuestros hogares. O que han decidido adoptarnos a nosotros, como aclararían los gatos si pudieran hablar.

Artículo: Characterization of the Domestic Cat Population of Uruguay: Breeds, Coat Colors, Hair Length, Lifestyle, Sex and Spay/Neuter Status According to Guardian Report
Publicación: Animals (junio de 2023)
Autores: Florencia Barrios, Gonzalo Suárez, Monique Udell, Juan Pablo Damián

Perfil del gato uruguayo

Principales datos que surgen de una muestra representativa de 2.561 dueños o tutores de gatos.

  • 84% de los gatos domésticos están castrados
  • 87% de los gatos domésticos tienen acceso al exterior
  • 6% de los gatos domésticos son de raza pura
  • 86% de los gatos domésticos de raza pura son siameses
  • 79% de los gatos domésticos son de pelo corto
  • 53% de los gatos domésticos son hembras
  • 49,9% de los gatos domésticos tienen entre dos y seis años