El divulgador y paleontólogo Steve Brusatte acaba de lograr lo que Hollywood intentó varias veces y no pudo: una secuela apasionante y bien hecha de una historia de dinosaurios. Así como Jurassic Park cautivó a varias generaciones con su historia cinematográfica de grandes saurios extintos que volvían a pisar la Tierra (y de nombre un tanto inexacto, a juzgar por las especies que aparecen), Brusatte encendió la imaginación de cientos de miles de lectores con su exitoso libro Auge y caída de los dinosaurios, que repasaba con ritmo trepidante y mucha información los cerca de 150 millones de años de reinado de los dinosaurios en el planeta.
Pero Brusatte, en vez de repetirse como hizo Hollywood en las cinco continuaciones reiterativas de Jurassic Park (película que lo llevó a convertirse en paleontólogo), decidió ir un paso más allá y entregar un spinoff a la altura: un libro con la historia de los personajes que eran extras en el relato de los dinosaurios y se volvieron protagonistas luego de su desaparición. Esa historia, además, es también la nuestra.
Auge y reinado de los mamíferos (Debate, 2024) nos plantea desde el comienzo una escena de thriller invertida: hay un montón de cuerpos tirados en medio de un panorama devastador, pero lo que le importa al autor no es el asesino en serie –a esta altura sabemos bien cuál es– ni tampoco los muertos. Está interesado en los sobrevivientes.
Así es justamente como da inicio el libro, con unas criaturas pequeñas que salen de sus escondites y husmean entre los gigantescos cadáveres inertes de los dinosaurios. No lo parece, pero son nuestros antepasados remotos, los pocos mamíferos que lograron sobreponerse a la catástrofe del asteroide que cayó hace 66 millones de años. ¿Cómo sobrevivieron a la bala devastadora de diez kilómetros de ancho que acabó con los animales que dominaban el planeta? ¿De dónde venían? ¿Qué pasó con ellos después de la caída del asteroide?
Brusatte toma de la mano al lector al comienzo del libro para explorar estas preguntas y no lo suelta hasta el final de las 558 páginas (441 si obviamos la abundante bibliografía). No recorre únicamente la escena del crimen ni repasa sólo 66 millones de años de historia, como dice equivocadamente la solapa de la edición en español del libro. Para entender cómo surgieron los mamíferos y cómo hicieron posible que llegaran –llegáramos– hasta aquí, al punto de permitir que alguien use sus pulgares oponibles para dar vuelta la página que escribo o su índice para deslizar la pantalla, nos lleva 325 millones de años atrás, a un mundo lleno de pantanos de carbón.
Fue entonces cuando el linaje ancestral de los mamíferos se separó del de los reptiles y comenzó a forjarse la historia que devendría en el surgimiento de estos animales. Desde ese momento mucho ocurrió para que se desarrollaran las características principales que hoy definen a las más de 6.000 especies de mamíferos que habitamos el mundo, como el metabolismo de sangre caliente, la producción de leche a través de glándulas mamarias para alimentar a nuestras crías, el cerebro de gran tamaño y una dentición particular y adaptada a nuestra dieta, entre otras. Hollywood nunca producirá Mammalian Park, pese a que hay mamíferos extintos tan fascinantes como los dinosaurios, pero la historia que cuenta Brusatte es igual de apasionante.
Para hacerlo, el paleontólogo abre los registros fósiles como si fueran un libro y nos relata lo mucho que cuentan sobre la evolución de los mamíferos, ayudado también por las herramientas que brinda la genética. La sombra de los dinosaurios, la misma que mantuvo a raya a los mamíferos durante casi 150 millones de años, sobrevuela el libro de tal modo que su extinción divide la historia en dos: en una primera parte nos presenta a nuestros antepasados remotos y su paulatina transformación en los animales que hoy reconocemos como mamíferos; en la segunda, posterior a la caída del asteroide de Chicxulub, vemos cómo ocuparon los nichos dejados por los dinosaurios y prosperaron en todo el planeta, en forma tan eficiente que una de sus especies –un simio hábil, inteligente y también peligroso– puede hoy hacer el recuento de su historia.
En ese repaso aparecerán personajes tan carismáticos que podrían generar una fascinación colectiva similar a la de Tyrannosaurus rex o los Triceratops si tuvieran un poco más de marketing. Por ejemplo, los brontoterios o “bestias del trueno”, mamíferos gigantescos con cuernos enormes que les salían del hocico; los calicoterios, que parecían una cruza de caballo y gorila, y que caminaban sobre sus nudillos; los anficiónidos, una mezcla temible de perros y osos que llegaron a medir dos metros y medio de largo y a pesar 600 kilos; los “cerdos del infierno” o entelodontes, depredadores feroces de más de dos metros de altura; o Rodhocetus, las ballenas caminantes que son parte de la transición que hicieron los cetáceos, parientes de vacas y ciervos que se adaptaron a la vida acuática y adquirieron tamaños tan descomunales que empequeñecen a la gran mayoría de los dinosaurios.
En esta historia mamífera Uruguay también tiene algo para contar, y no sólo por la espectacular megafauna que habitó aquí y cuyos fósiles se han encontrado en nuestras tierras, como gliptodontes, perezosos gigantes, macrauquenias o toxodontes como el que halló Charles Darwin en nuestro país. El libro cita a investigadores locales que aparecen con frecuencia en esta sección, como Andrés Rinderknecht y Ernesto Blanco, por su descripción de Josephoartigasia monesi, el roedor más grande que se haya encontrado hasta ahora en el mundo, “¡imagine el lector una cobaya tan grande como un automóvil!”, se sorprende Brusatte, y Aldo Manzuetti, Daniel Perea, Martín Ubilla y de vuelta Rinderknecht, por su análisis sobre la evolución y distribución del tigre dientes de sable en América del Sur.
Aunque rebosa información, Auge y reinado de los mamíferos no es una mera compilación de datos y estudios paleontológicos, porque Brusatte es un gran escritor además de divulgador. Cada capítulo se inicia con un recurso narrativo distinto que pone en ambiente al lector, ya sea mediante una recreación ficcionada de hechos ocurridos en el pasado remoto, una anécdota histórica o personal significativa, o incluso parodias de artículos de prensa del futuro, que ayudan a dar perspectiva sobre algunos de los fantásticos animales con los que convivimos y que corren riesgo de seguir el mismo camino que varios de sus parientes extintos.
Cuando se sumerge con brocha y pala en los datos duros, logra hilvanar con maestría una historia muy compleja, que ocurre en forma no lineal en varios escenarios y abarca en total 325 millones de años. En este contexto, se le pueden perdonar algunos excesos aparentes. Es capaz de pasar varias páginas dando detalles muy específicos de la dentición de las especies, una pasión común a todos los paleontólogos y que es comprensible por la importancia de los dientes –los elementos más comunes del registro fósil– a la hora de entender los parentescos entre especies y su evolución (entre otros motivos).
De vez en cuando, su entusiasmo por mostrar cuán terroríficos eran algunos de los depredadores hoy desaparecidos lo hace caer en algún gazapo, como cuando se refiere a los borofaginos como “un grupo de perros felizmente extinguido”. No por ello deja de ser un narrador sensible, que nos recuerda a menudo que detrás de la historia de tantas extinciones ocurridas en los cientos de millones de años que abarca la gran aventura de los mamíferos asoma la sombra de otra más moderna: la de más de 350 especies de mamíferos que han desaparecido desde que el Homo sapiens comenzó a expandirse por el mundo, hace prácticamente nada.
Cuando llega el último capítulo y aparecemos finalmente en escena nosotros, “un único punto entre millones de especies que han existido a lo largo de 200 millones de años”, el lector ya adivina que el relato apasionante en el que se encuentra embarcado guarda también una moraleja. Brusatte sugiere una imagen inquietante; de seguir con la tendencia actual, es posible que los paleontólogos del futuro mezclen en una misma bolsa la muerte de la megafauna de la Edad del Hielo, como mamuts y tigres dientes de sable, con la de los gorilas, osos polares y leones que todavía están con nosotros. El autor nos recuerda que tenemos algo a nuestro favor, sin embargo: un gran cerebro, la capacidad de cooperar en grupos y, sobre todo, ser conscientes de lo que está ocurriendo.
Auge y reinado de los mamíferos. Una nueva historia. Desde la sombra de los dinosaurios hasta nosotros. De Steve Brusatte. 558 páginas. Debate. 2024.