Según datos preliminares del Censo General Agropecuario 2024 del Instituto Nacional de Estadística, el año pasado en Uruguay había 11.741.000 vacas, 5.293.000 ovejas, 352.000 caballos, 124.000 cerdos y 9.000 cabras. Si sumamos todos esos individuos, tenemos que en el país había 17,5 millones de mamíferos domesticados para producción. A ellos podemos sumarles los 1.448.224 perros y los 691.844 gatos domésticos que relevó el Censo Nacional 2023, y tendríamos entonces que en nuestro país hay, aproximadamente, 19,6 millones de mamíferos domesticados. Al lado de tanto bicho, los humanos en Uruguay somos una minoría: con 3.499.451 personas relevadas en el último censo, de cada 100 mamíferos domesticados y humanos que respiran en el país, los humanos somos casi un 18%, o poco menos de dos de cada diez.
Ahora bien: ¿cuántos son los mamíferos silvestres que andan tratando de llevar adelante sus vidas en nuestro territorio? ¿Cuántos carpinchos, zorros, guazubirás, comadrejas, mulitas y tatúes, hurones, gatos monteses, coendúes, ratoncitos nativos, zorrillos, nutrias, lobitos de río, margays, venados de campo, coatíes, aguará guazúes, murciélagos, tamanduás y demás mamíferos hay en nuestros ecosistemas? No tenemos datos precisos al respecto, pero, según nos permite pensar un reciente trabajo internacional publicado en la revista Nature Communications, también serían una ridícula minoría. O peor aún: los hemos reducido a una ridícula minoría.
Por otro lado, el trabajo nos muestra que pensar en individuos puede llevarnos a engaño o no mostrar la película completa, por lo que en él prefieren calcular cuánto pesan los humanos, sus mamíferos domesticados (incluyendo en ellos al ganado, mascotas y ratas y ratones que viven en las ciudades) y cuánto los mamíferos silvestres, ya que al estimar la biomasa tenemos una idea un poco mejor de cuántos recursos naturales se necesitan para mantenerlas con vida que la que tendríamos sólo contando las cantidades de bocas a alimentar (en condiciones normales de gravedad terrestre, el peso y la masa coinciden, pero alcanza con ir a la Luna para ver cómo, si bien una persona mantiene su masa, ante una gravedad menor su peso desciende y nos regala las torpes y saltarinas caminatas lunares).
Titulado algo así como “La biomasa global de mamíferos desde 1850”, el artículo científico, liderado por Lior Greenspoon y Ron Milo, ambos del Departamento de Ciencias Botánicas y Ambientales del Instituto de Ciencia Weizmann de Israel, no sólo estima la masa de los mamíferos en el planeta, sino que además observa cómo la relación entre humanos y otros mamíferos silvestres y domesticados ha cambiado desde 1850 al presente.
De esta manera, el artículo pone en perspectiva otra de las dimensiones de los grandes cambios que la humanidad le está causando al planeta: mientras en 1850 humanos y sus animales domesticados tenían más o menos la misma biomasa que la de los mamíferos silvestres (unos 200 millones de toneladas, o Mt), para 2020, es decir apenas 170 años después, la biomasa de nuestros parientes silvestres se redujo enormemente (a sólo 60 Mt), mientras que la de los humanos y sus mamíferos domesticados aumentó enormemente (pasó a 1.000 Mt). Así las cosas, este es otro sobrepeso de la humanidad que llama a abrir los ojos. Vayamos entonces a ver detalles del trabajo.
Una huella de peso
“Los humanos han aumentado continuamente su alcance y presencia global durante los últimos 10.000 años”, arranca diciendo el trabajo de Greenspoon y colegas. Debido a una cascada de cambios desarrollados durante el silgo XIX, señalan que la humanidad pasó de ser 1.200 millones de personas en 1850 a los actuales 8.000 millones. Y eso no es gratis: “Este rápido crecimiento de la población humana mundial requirió un mayor consumo de recursos naturales, acompañado de la pérdida de hábitat natural”, sostienen.
No lo dicen, porque por lo general a estos análisis se les escapa el asunto, pero tampoco es que los 8.000 millones de humanos estén usufructuando los recursos naturales de igual manera. Hecha esa aclaración, sigamos hacia donde sí quieren ir: “Durante el mismo período, las actividades humanas ejercieron numerosas presiones sobre las poblaciones de mamíferos salvajes, incluyendo la caza, la pérdida de hábitat y muchas más”. Así las cosas, el trabajo tratará de ver qué pasó con el resto de la fauna, en particular los mamíferos, ante este crecimiento aclarado (y desigual) de la humanidad.
Siguiendo con su planteo, señalan que frecuentemente para hablar de las alteraciones a la fauna se habla de las extinciones, ya sea de las que han ocurrido o de especies que van camino a ello. Y eso, dicen, no es lo más adecuado: “Si bien la pérdida de cada especie es trágica, este indicador sólo refleja parcialmente el estado global de la vida silvestre”, apuntan, agregando que se “otorga el mismo peso a la eliminación de especies abundantes a nivel mundial, que influyen en los ecosistemas a gran escala, y a especies raras”, además de dejar por fuera las “extinciones funcionales”, es decir, “casos en los que las especies, aunque aún existentes, alcanzan una abundancia tan baja que dejan de interactuar significativamente con su entorno”. ¿Qué proponen entonces en lugar de mirar las extinciones y los grados de amenaza de la fauna mamífera? Como en un buffet al kilo, mirar el peso.
“La biomasa puede servir como métrica, ofreciendo una visión global e integradora de diversos grupos de especies y respondiendo a una pregunta fundamental sobre la ubicuidad de la vida”, afirman, aclarando que “una visión holística de la biomasa de mamíferos abarca mamíferos silvestres, humanos y mamíferos domesticados”. De hecho, el mismo grupo ya había evaluado esto en la actualidad, concluyendo que 58% de la biomasa de mamíferos corresponde a especies domesticadas, 36% al ser humano y apenas 5,6% a animales silvestres. ¿Qué agregan ahora como para volver a hablar del trabajo del equipo? La perspectiva histórica, es decir, cómo ha ido variando el asunto desde 1850 hasta ese presente tan biohomogéneo de los mamíferos.
Una estimación aproximada
Los autores lo dicen varias veces y de múltiples formas en el artículo: los resultados a los que llegan son las mejores aproximaciones posibles en base a los datos que consiguieron. Resulta evidente que ni pesaron a los 8.000 millones de humanos ni mucho menos hicieron lo propio con todo el ganado, las mascotas mamíferas y los mamíferos silvestres del planeta.
Por ejemplo, respecto a nosotros, dicen que “la biomasa total de la humanidad se puede calcular como el producto del tamaño de la población y la masa corporal media, dos factores que han variado a lo largo de la historia”. Además de haber pasado de ser 1.200 millones en 1850 a 8. 000 millones en 2020, en ese tiempo “la masa corporal media de los seres humanos aumentó aproximadamente 30%”, señalan. Somos más y más rellenitos.
Respecto a los mamíferos domesticados, reportan que “compilaron las estimaciones disponibles de su población total y masa corporal media”. Por ejemplo, señalan que, durante el período analizado, los vacunos “consistentemente comprendieron cerca de dos tercios del total de la masa de mamíferos usados como ganado”. Hicieron también todas estas estimaciones con ovejas, cerdos, cabras, búfalos y demás mamíferos usados para la producción.
También realizaron una “estimación gruesa” de la biomasa de las mascotas más comunes, perros y gatos, “y de los roedores asociados a los humanos”, es decir ratas y ratones domésticos.
Finalmente, hicieron lo posible por juntar datos que les permitieran estimar la masa de los mamíferos salvajes para todo el período. “Se prevé que la incertidumbre asociada a estas estimaciones sea mayor que la de la biomasa humana y de mamíferos domesticados debido a la menor disponibilidad de datos”, aclaran. Para los mamíferos marinos acudieron a información sobre capturas y abundancia (hay datos de la caza de ballenas y de diversos pinnípedos). Para los mamíferos terrestres la cosa fue aún más difícil: “Si bien los mamíferos terrestres salvajes también fueron sometidos a una intensa presión de caza durante los últimos dos siglos”, para ello no hay registros tan sistemáticos como para los mamíferos marinos cazados. Así que en su lugar hicieron una “estimación gruesa” en base a “tamaños históricos de población publicados”.
Para orientar la búsqueda se basaron en su trabajo previo, que señaló que “los mamíferos de gran tamaño constituyen la mayor parte de la biomasa de mamíferos terrestres silvestres,” y que cerca de 60% de esa biomasa se concentra “únicamente en artiodáctilos (Artiodactyla) y elefantes (Proboscidea)”. Así que revisaron la literatura científica “para encontrar estimaciones históricas del tamaño de la población de especies” que sospechaban “que representaron una gran fracción de la biomasa de mamíferos terrestres silvestres en algún momento desde 1850”, abarcando “todas las especies de gran tamaño”, es decir, de más de 100 kilos. ¿Qué datos obtuvieron entonces?
Nosotros y nuestros aliados crecemos; los silvestres se retraen
Llega entonces el momento de ver qué pasó entre 1850 y 2020 con la biomasa de los mamíferos del planeta Tierra. Veamos.
Al analizar qué pasó con los humanos, reportan que nuestra biomasa “aumentó aproximadamente ocho veces durante ese período”. Pasamos de 50 Mt en 1850 a 420 Mt en 2020. El aumento de nuestra masa total, señalan, fue impulsado “principalmente por el crecimiento de la población”.
Al ver qué pasó con los mamíferos domesticados, reportan que “sólo la biomasa del ganado vacuno se multiplicó por cuatro desde 1850”. A su vez, las de las otras especies mamíferas empleadas para el consumo de carne o leche reportan que se multiplicaron por entre tres y diez en estos 170 años. Hay sí una excepción: los caballos crecieron en biomasa hasta la década de 1920, pero desde entonces disminuyeron su importancia, hasta tener hoy casi la misma biomasa que en 1850.
Por su parte, la masa combinada de mascotas y roedores domésticos “aumentó de aproximadamente 5 Mt en 1850 a unas 20 Mt en 2020”, lo que implica un crecimiento del 400%. Por tanto, señalan que “las estimaciones combinadas sugieren un aumento de cinco veces en la biomasa total de mamíferos domesticados durante los últimos 170 años”, ya que pasaron de 130 Mt en 1850 a 650 Mt en 2020. ¿Qué pasó con los mamíferos silvestres ante este aumento?
La biomasa de los mamíferos marinos se redujo cerca de 70% entre 1850 y 2020. Pasaron de unas 130 Mt entonces a unas 40 Mt hoy. La de los mamíferos terrestres se redujo un poco más de la mitad: pasó de ser 50 Mt en 1850 a unas 20 Mt en nuestros días.
Así las cosas, señalan que “la biomasa global de mamíferos en 1850, antes de la segunda etapa de la revolución industrial, era de aproximadamente 400 Mt”, y que en los 170 años transcurridos desde entonces “casi se triplicó hasta alcanzar unos 1100 Mt”. Pero claro, unos ganan y otros pierden en todo esto: “Este aumento se debe exclusivamente al rápido crecimiento de las poblaciones humanas y de mamíferos domesticados, principalmente el ganado, y a pesar del descenso de la biomasa de mamíferos silvestres”, sostienen.
Hace sólo 170 años atrás, los mamíferos silvestres y los humanos y sus bichos peludos domesticados representaban unos 200 millones de toneladas cada uno. El peso que imponían sobre el planeta se repartía algo así como en partes iguales: de los 400 millones de toneladas mamíferas, la mitad era silvestre, la otra no. Hoy el reparto es mucho menos equitativo: humanos y mamíferos domesticados representamos cerca del 95% de la biomasa mamífera del globo. Al resto le dejamos un magro 5%. ¿Qué dirán carpinchos, zorros, guazubirás, comadrejas, mulitas y tatúes, hurones, gatos monteses, coendúes, ratoncitos nativos, zorrillos, nutrias, lobitos de río, margays, venados de campo, coatíes, aguará guazúes, murciélagos, tamanduás y demás mamíferos silvestres de Uruguay? Lo mismo que decimos varios respecto de la inequidad de ingresos del planeta: ¡repartan un poco mejor, insensibles!
Artículo: The global biomass of mammals since 1850
Publicación: Nature Communications (octubre de 2025)
Autores: Lior Greenspoon, Noam Ramot, Uri Moran, UriRoll, RobPhillips, Elad Noor y Ron Milo.